La joyería que Amelia y yo usamos ese viernes por la noche que nos encontramos, eran nuestros anillos de compromiso y un regalo que mi familia nos hizo por lo especial de la fecha. Aunque entre los humanos solo la hembra utiliza anillo de compromiso, Marianne sabía de una tradición coreana en la que después de los primeros cien días de iniciada la relación, la pareja comparte unos anillos sencillos –"couple rings", como se han hecho a conocer en el mundo-. Lo que hizo mi hermana fue mezclar ambas tradiciones y darnos a cada uno un anillo que significaba el compromiso predestinado con el que nacimos, ya que las alianzas que compartí con Amelia eran la promesa de amor eterno e infinito, y las utilizaríamos en la boda.
– Gracias, Marianne, hermoso detalle -le dije a mi hermana mientras la abrazaba, aprovechando que Amelia estaba en la cocina con Caroline.
– La idea me la diste tú, cuando me comentaste lo de las alianzas –reía, mi querida cómplice.
– Igual agradezco que me ayudaras con eso, con el anillo de compromiso.
– Solo te he dado tiempo para que planifiques una romántica velada en la que le pidas a Amelia matrimonio. Ella se merece vivir esa experiencia.
(...)
A puertas del ocaso, Amelia me sugirió regresar al apartamento. Cuando le dije que no era necesario, que la mansión era nuestro hogar, percibí una dualidad de sentimientos proviniendo de ella. Por un lado, estaba feliz porque nunca tuvo una familia y ahora tenía una muy grande, con suegros que fungían de padres, cuñadas y concuñados que la trataban como una hermana y sobrinos que, desde que supieron de mi conexión con ella, la llamaron tía. Sin embargo, por el otro lado, se sentía preocupada de lo que Solís pudiera pensar de ella al saber que vivía conmigo en la mansión. Acordamos que al llamar a Solís primero mencionaríamos otros temas para luego, al final, comentarle lo del cambio de residencia.
Amelia no podía hablar por lo nerviosa que estaba, así que yo fui introduciendo los temas con Solís. Cuando le dije que nos gustaría que nos ayude con lo de la ceremonia religiosa y que sea junto a Torres nuestros testigos ante el Dios Supremo, Solís dejó de hablar porque las emociones que sentía la hicieron llorar. Eso dio oportunidad a que se sumara Torres a la conversación, y como no creía que yo fuera Stefan Höller, sugerí hacer una videollamada. Torres le no había creído a Solís que Amelia me conocía y que se casaría conmigo. Solís y Torres tomaban a bien todo lo que le comentábamos, hasta que les dije que ahora la Mansión Höller sería el hogar de Amelia. Un silencio incómodo llegó y ninguno de los que participábamos de la conversación quiso romperlo. Escuchar el andar de mis padres hacia donde estábamos realizando la videollamada me llenó de tranquilidad porque supe que ellos ya habían captado la conversación que sosteníamos con la pareja de humanos que han cuidado de Amelia desde que la encontraron siendo una bebé, y llegaban a nuestro rescate. Saludando a Torres y Solís, mis padres entraron en la plática.
– Disculpen que nos inmiscuyamos en la conversación que están sosteniendo con nuestros hijos -comenzó papá después de saludar. Debo remarcar que me encantó escuchar "hijos"; eso hizo que Solís esbozara una sonrisa y a Torres se le cayera la mandíbula, otra vez-, pero queremos apoyar lo que Amelia y Stefan acaban de comunicarles. Con mi esposa hemos hablado largo y tendido el tema, y creemos prudente que Amelia viva con nosotros en la mansión. No nos gusta que esté viviendo sola, por más seguro que sea el Condominio Palast.
Ante la oferta y motivos que el "todopoderoso" Maximiliam Höller expuso, Torres quedó mudo y Solís atinó a agradecer por el amor, cuidado y protección que toda la familia estaba prodigando a Amelia. Al cortar la llamada, solo pude agradecer a mi padre y darle un fuerte abrazo. Papá me repitió en alemán: «Estoy ahora y siempre, hijo», haciendo que recuerde el consejo que me dio de vivir el presente con Amelia.
ESTÁS LEYENDO
El Puro que Aúlla
WerewolfSoy Stefan Höller, un sobrenatural, un licántropo de puro linaje, descendiente de una línea de alfas que no se ha quebrantado desde hace diez mil años, cuando mi manada se estableció en La Tierra. También soy el protagonista de la Profecía que compa...