Capítulo 5

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—¡¿A dónde demonios lo mandaste?!— Newton soltó un gruñido de dolor cuando un poco de sal fue lanzada a su abdomen lleno de heridas producidas por cuchillos y navajas— Sabemos que proteges al esposo del Patrón. Habla ahora si quieres seguir viviendo.

Newton había creído que Aziraphale y Anathema iban a estar a salvo una vez huyeron de aquel pueblo ubicado al norte de México, pero al parecer él estaba más vigilado de lo que creía. Aunque si lo pensaba con atención, era lógico que iban a querer interrogarlo, pues era la segunda persona más cercana al Omega del Patrón.

Lo que si no esperaba, era que Snake y si equipo fueran los encargados de buscarlo y darle su lección.

—No sé de qué están hablando— admitir que había ayudado a Aziraphale a alejarse de su jefe sería su sentencia de muerte, pues apostaba a que Emilio aún no tenía conocimiento de su traición— Juro que no sé de qué están hablando.

Otro golpe fue dado en su lastimado rostro.

—Snake va a venir por ti y sino le dices lo que está pasando en verdad, vas a sufrir.

Newton suspiró fuertemente, ya había soportado incontables torturas ¿Realmente podría haber algo que lo dañara? Negó para si mismo, su deber era proteger a Aziraphale y a Anathema. Ellos eran la única familia que le quedaba.

—Si el Patrón se entera de lo que me están haciendo, van a sufrir, lo sé. Soy su mano derecha.

El silencio llegó cuando la figura de Snake se hizo notar por aquella puerta.

—Hace unas horas estuvimos al lado de Aziraphale— el hombre sacó su celular, enseñando la imagen dónde se podía ver a su subornidado ayudando al Omega — También conocimos a esa otra chica ¿Cómo se llamaba? Ah sí, Anathema. Ambos son bastante lindos en verdad. Quizá como pago por nuestros servicios pedimos a la Omega, seguramente es buena para el burdel que pensamos abrir.

Newton sabía que reaccionar podía ser la confirmación que esos hombres necesitaban, así que haciendo acopio de todas sus fuerzas, mantuvo la mandíbula apretada.

—Aziraphale seguramente va a tener un bebé muy lindo— Snake se retiró sus guantes con delicadez

— ¿Sabías que el intentó llamarte? Quizá quiera ayudarte a llegar con vida a otra parte.

—¿Qué es lo que quieres de mí?

—Por ahora, nada. Descansa mientras puedas— el hombre alborotó los cabellos del beta antes de salir al jardín interno de la casa, viendo a su amiga fumar su cuarto cigarrillo del día.

—Sigue sin hablar.

—Entraste menos de tres minutos y ni siquiera usaste todos tus trucos— chasqueó ella— ¿Estás bien?

Crowley apretó los labios, su mente desde que estaba en esa ciudad, le había hecho recordar los días previos a llegar a los brazos del alfa conocido como el Patrón.

Cómo seguramente le había ocurrido a Aziraphale, unos narcotraficantes llegaron hasta su pueblo, buscando gente que integrar a sus filas, así fuera por la fuerza. Crowley era aún un niño que no comprendía la preocupación de su hermana y madre, quiénes a manos de esos monstruos habían perdido al patriarca de la familia.

—Podemos irnos con su abuela, ella va a estar feliz de recibirlos.

—No podemos irnos hoy, han estado haciendo rondas por todo el pueblo, no quieren que nadie salga — su hermana dejó los platos encima de la mesa, tratando de distraer a su preocupación— Pero los fines de semana cuando cae la noche, ellos dejan de vigilar, podemos pasar en ese momento.

Alfa | Ineffable husbandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora