Epílogo

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¡Feliz día del libro!

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—Crowley, el bebé está llorando ¿Puedes ir a verlo?

—Ya estoy en eso, ángel— con una sonrisa genuina surcando su rostro, Crowley se acercó al rubio omega, dejando un suave beso en la frente— Tu descansa, lo mereces.

La vida de Aziraphale y Crowley no había resultado sencilla. Desde su nacimiento ambos habían tenido que luchar para sobrevivir, incluso muchas veces pensaron que morirían en el intento, pero ahora, mientras ambos se miraban el uno al otro sin dejar de arrullar a su pequeño Warlock, sabían que todo su sufrimiento valió la pena, el dolor ahora era parte de su pasado, una mancha en todo el lienzo de la felicidad que les esperaba al formar la familia que tanto anhelaron tener.

—Eres un bebé muy hermoso, justo como tu padre— aseguró Crowley al escuchar reír a su bebé.— Tan lindo, tan inteligente ¿Vas a quererme como yo lo hago contigo?

—Crowley, él es tu hijo. Lo cuidaste desde antes que viera el mundo ¿Cómo no va a quererte?— Aziraphale al escuchar esa pregunta se puso de pie con lentitud—Nos salvaste la vida, cariño— Anthony miró al omega con una sonrisa boba en el rostro cuando sintió los labios del rubio posarse delicadamente sobre su boca.

—Creo que te equivocas, ángel. Ustedes fueron quienes realmente me salvaron.— Warlock soltó un pequeño bostezo, que hizo que ambos adultos volvieran a la cama, dejando al pequeño en medio de ambos. — A él le gusta mucho escucharnos hablar— después de los primeros dos meses, tanto Aziraphale como Crowley se dieron cuenta que su pequeño se dormía con más facilidad si escuchaba a sus padres conversar— Creo que es un alivio que a alguien le guste mi voz.

—¿A quién no le gustaría tu voz?— regañó el omega al observar cómo el bebé les miraba—¿Crees que sea hora de que coma?

—No ángel, creo que solo lloraba porque quería un poco de atención y ahora que la tiene, ya está tranquilo— Crowley jugueteo con su dedo sobre la carita de Warlock, a lo que el bebé terminó por atraparlo con su pequeña manita— Pero lo entiendo, yo también me siento en paz cuando los tengo a mi lado.

Anthony había sufrido en silencio ante la idea de tener que separarse de Aziraphale y el bebé, pero por varios días se convenció de que todo aquello era lo mejor, que pagar su deuda con la sociedad le haría comenzar a ser un mejor hombre para su familia. Incluso cuando escuchó su sentía por parte del juez, evitó pensar en otra cosa que no fuera su redención, en que esto en lugar de ser un retroceso, era el paso que necesitaba para resurgir justo como lo hacía un ave fénix.

Pero cuando observó cómo las lágrimas de su novio se derramaban sin control por sus mejillas, le hicieron dudar de su elección. Incontables noches se maldijo por no tomar a Aziraphale y huir juntos, hacer una nueva vida lejos. En el fondo sabía que esa idea habría sido peor, no podría haber condenado a su familia a ese tormento.

Así que durante algunos meses, su mente se la pasó vagando entre esas ideas contradictorias. Crowley estaba seguro de que iba a caer en la locura en cualquier momento. Su Alfa necesitaba estar con Aziraphale y cuidarlo. Estar separados le dolía y más al pensar que después del nacimiento de su bebé, tendría que volver al encierro que tanto le atormentaba.

Si alguien le preguntaba, tendría que confesar que muchas veces pensó en suplicarle a Gabriel o Valentín que le dejaran quedarse con su bebé y omega, que haría lo que fuera con tal de no volverlos a dejar solos. Afortunadamente, no tuvo que llegar a eso, pues cuando Aziraphale fue trasladado al área de recuperación acompañado de Anathema, Newton, Uriel y su bebé. Ambos padres de Aziraphale se acercaron a él, para darle la buena noticia: Estaría en libertad condicional a partir de ese día.

Alfa | Ineffable husbandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora