Capítulo 1

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La vida nunca había sido mala con Aziraphale, o bueno, al menos no lo había sido durante gran parte de su existencia, pues sus padres le amaban con todo el corazón, le cuidaban y daban todas las atenciones que un Omega requería, bueno, todas las atenciones que tenían la posibilidad de darle.

Aziraphale se sentía feliz con la familia y destino que le había tocado y él estaba seguro que habría llegado a ser un excelente músico, sino fuera por la aparición de Emilio o como todos le conocían, el "Patrón".

Su llegada marcó el final de la vida pacífica que llevaba todo su pueblo, para sumir sus días en pánico y miedo constante, los negocios debían de pagar por una protección que jamás habían necesitado, los Alfas adolescentes tenían que irse con ellos para trabajar dejando atrás sus familias y estudios, mientras que los omegas debían de esconderse o cubrir gran parte de su cuerpo si es que querían regresar a casa con sus padres, muchos incluso tomaron la decisión de hacerse alguna lesión en el rostro que les quitara el atractivo, encontrando así un poco de paz.

En pocos meses el pueblo perdió su brillo y a sus habitantes que desesperados por encontrar refugio habían huido de aquella crueldad.

—Si vienen conmigo les aseguro que todo va a estar mejor— la hermana de su madre, su tía Uriel, había sido una de las primeras pobladoras en irse de aquel lugar, logrando establecerse en la ciudad en poco tiempo, consiguiendo un trabajo de mesera en un restaurante de cinco estrellas.

—No podemos dejar toda nuestra vida así como así, irnos podría ser peligroso— la madre de Aziraphale, la amable y bondadosa Dafne sabía que la abuela del Omega no podría quedarse sola en aquel lugar, lo único que tenía en mente era esperar a que ella se recuperara para poder irse todos juntos de aquel espantoso sitio.

—Lo sé, pero esa mujer no se merece que la cuiden.— la abuela de Aziraphale no había sido nunca una buena mujer, había cometido muchos errores con sus hijas, pero al menos su primogénita no estaba dispuesta a dejarla a su suerte, quizá más por lastima que por amor, pero aquello no era algo que Aziraphale hubiera podido preguntarle.

—No podemos ser igual que ella y si vamos a discutir, es mejor hablar después.

Pero aquel después, nunca llegó, no cuando la puerta de su hogar fue derribada por los hombres del Patrón que estaban dispuestos a llevarse a su hijo Aziraphale.

—Les daremos lo que quieran, pero dejen en paz a mi hijo— Valentín tenía un cuchillo en la mano, una defensa nula contra las armas que apuntaban en dirección a ellos—Por favor.

—No le va a pasar nada, el Patrón solo quiere hablar con él.

—Solo tiene dieciséis años, es un niño aún— su madre temblaba de rodillas en el suelo, suplicando una piedad que no iba a llegar.

—¿Ya tuvo su primer celo?—ninguno respondió—Entonces ya no es un niño.

—Yo puedo ir a trabajar con ustedes, soy bueno manejando, conozco las rutas de este pueblo y los alrededores, la mercancía será fácil de llevar, solo, dejen a Aziraphale en paz.

El corazón de Aziraphale se detuvo cuando los hombres del Patrón tomaron de los cabellos a su madre y padre, para comenzar a golpearlos con los puños o las armas que traían, la sangre pronto alcanzó sus manos y el horror de creer que estaba a punto de perderlos, le hizo arrastrarse hasta los matones, suplicando que se detuvieran.

—Todo hubiera sido más fácil si te hubieras venido con nosotros desde un inicio.

—¿Ellos van a estar bien?— las lágrimas llenaban sus mejillas y al hablar soltaba pequeños hipidos que le impedían hablar correctamente.

Los hombres del Patrón no respondieron, simplemente lo tomaron de los brazos y a rastras le dejaron en una camioneta, que pronto arrancó para llevarlo hasta la hacienda donde aquel Alfa de nombre Emilio le esperaba.

Aziraphale sentía todo su cuerpo temblar, las arcadas que daba su Omega ante el aroma de aquel hombre eran tan fuertes que debía dejar de respirar durante varios segundos, logrando no vomitarle encima, solo porque no quería más problemas.

—Desde que te vi, supe que estábamos destinados. Quise cortejarte por la buena, pero tus padres se negaron, lo dejé pasar durante un tiempo porque en verdad quería ganarme tu corazón, pero la paciencia no es parte de este negocio.

Cuando Emilio se acercó a él, Aziraphale sintió todo su cuerpo hormiguear, quería correr a refugiarse en los brazos de sus padres, pero ahora no sabía siquiera si haberse ido con el Patrón habría logrado salvarles la vida.

—¿Qué dices? ¿Quieres ser mi omega?

"¿Acaso tengo opción?" esa pregunta quiso salir de sus labios, pero Aziraphale sabía que aquello no era una pregunta que admitiera respuestas negativas, así que solo asintió casi de manera imperceptible, acción que fue suficiente para que Emilio le tomara de ambas mejillas, estampando un beso forzado sobre sus labios.

—Vamos, llévenlo a mi habitación, busquen comprar ropa que le quede bonita, después nos iremos de este lugar.

Aziraphale trató de resistirse, pero al final sus piernas obedecieron a las órdenes de aquel Alfa que no dejaba de lamerse los labios cada que lo veía. No necesitaba ser un genio para saber que es lo que iba a ocurrir entre ellos.

—¿Puedo ver a mis padres?

—¿Acaso no escuchaste al Patrón? Nos vamos a largar de aquí.

Aziraphale apretó la mandíbula, tratando de contener la ira que quería nacer en su corazón.

—¿Puedo ver al menos a Anathema?

Aquel nombre hizo que uno de los guardias le mirara extrañado.

—¿Quién es ella?

—Ve por la camioneta, yo me encargo de esto— aquel mismo Beta una vez se quedaron solos, bajó la voz—¿Cómo la conoces?

Aziraphale se removió incómodo en la orilla de la cama dónde le habían hecho sentarse, hablar de los secuestros que estos hombres habían hecho solo para llenar sus diversos burdeles le dolía y le hacía sentirse impotente, desesperado por no poder hacer otra cosa más que ver y callar, girar la vista para que así, no le pasara nada malo a él.

Aunque esta táctica no había funcionado muy bien.

—Ella es mi amiga, bueno, lo era antes de que se la llevaran, es una Omega más o menos de mi estatura, tiene ojos marrones, cabello castaño, usa lentes, es muy bonita y...

—Sí sé quién es ella, pero no puedes hablar de visitar a una Omega de burdel, el Patrón o cualquier otro cabrón que le sirve puede golpearte por eso. Ellas, no son más que un negocio, seres desechables y reemplazables—aseguró—toma esto como un consejo que nadie va a darte.

El Omega se mordió el interior de la mejilla, debatiéndose entre preguntar o no.

—¿Sabes a dónde vamos a ir?

—Te estás volviendo muy curioso, Omega— el Beta ladeó la cabeza, observando por encima de su hombro, esperando que nadie le escuchara—No somos amigos, no soy tu guardian, recuerda que aquí no puedes confiar en nadie, solo te lo dije porque no creo que el Patrón te quiera matar antes de estrenarte.

Aziraphale se encogió en su lugar, como si aquello pudiera protegerlo.

—Solo obedece y quizá, el Patrón algún día, quiera dejarte libre.

—¿Eso ha sucedido alguna vez?

—Puedes ser la excepción.

El Omega sabía que no debía seguir hablando, pero debía asegurarse de algo antes de que aquello le abrumara más.

—¿Puedes investigar cómo están mis padres? Por favor, los hombres del Patrón los dejaron muy mal y ...

Cuando la puerta se cerró con violencia frente a sus ojos, Aziraphale supo que nunca más tendría a alguien que pudiera brindarle ayuda.

Alfa | Ineffable husbandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora