Capítulo 9

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Crowley jamás se había sentido tan dolido, tan desorientado, tan inútil y tan solo como aquella vez dónde recibió la información de que su hermana estaba en calidad de desaparecida. Muriel se había "extraviado" cuando el gobernador y ella estaba buscando lo que sería su nuevo hogar. Según le habían dicho, ambos iban en una camioneta negra que al pasar por una carretera sufrió un ataque de un cártel enemigo, que logró asustarlos lo suficiente como para hacer que se salieran del camino, dejando que el vehículo volcara en uno de los barrancos hasta que después de unos minutos, finalmente explotó.

—Ahora si nadie te va a cuidar, maricón, ahora sí te quedaste solo en este mundo.

Snake no creyó en sus palabras, conocía bien a esos hombres como para pensar que eran capaces de torturarlo de esa manera, pero tuvo que empezar a tomar en cuenta sus comentarios cuando los días pasaban y Muriel simplemente no llamaba, no llegaba para pasar sus noches con él.

Al principio, mientras el Alfa aún no terminaba de asimilar que ahora sí podría estar completamente solo en este mundo, Anthony dividía su tiempo, unas veces haciendo sus rondas para seguir sirviendo al cártel y en otras ocasiones se la pasaba recorriendo las calles mostrando una vieja foto de su hermana, teniendo la esperanza de que alguien la reconociera, pero después de unos meses, comenzó a darse cuenta que todos sus esfuerzos fueron en balde, pues nadie sabía dónde estaba.

Muriel había desaparecido completamente de la faz de la tierra y Crowley no podía con la culpa, no podía soportar saber que a sus doce años la vida le había dado por completo la espalda ¿Dónde estaba ese dios misericordioso del que tanto le hablaba su madre? ¿Acaso era él tan malo que no merecía esa piedad de la que todos parecían gozar?

Crowley lloró, lloró y maldijo noches enteras intentando ahogar su dolor en el alcohol y cigarros que sus compañeros solían ofrecerle. Sabía que Muriel no estaría contenta con su actuar, pero ¿Qué sentido tenía seguir tratando de vivir si ya no tenía a nadie a su lado?

Ese pensamiento autodestructivo lo acompañó durante meses, mezclándose con el odio y rencor que le tenía al cártel, quizá eso fue lo único que le hizo tener fuerzas para seguir respirando, el deseo de venganza era lo único que le impedía arrebatarse la vida.

Y su momento de cobrarse todos y cada uno de los sufrimientos que le hicieron pasar fue cuando el cártel del Patrón llegó como un cruel salvador a su vida, destruyendo paso a paso a los alfas y betas que le arrebataron todo lo que amaba.

Anthony jamás iba a olvidar el placer y el alivio que sintió al verlos sin vida, al verlos huir cuál cobardes cuando se dieron cuenta que no habia escapatoria, que no tenían salvación. Sonrió, Crowley sabe bien que se embriagó de alegría al verlos sufrir justo como él lo había hecho años atrás.

Su único pensamiento era que todos podían joderse todos, que todos podían irse al infierno y pagar su condena.

Que quizá ahora sí podría morir en paz.

—También van a matarte a ti, estúpido. Es mejor que estés de nuestro lado.— en un último intento por combatir al cartel del Patrón, los últimos miembros de aquella organización intentaron convencer a Crowley para que les ayudara a asesinarlos, pero está vez su lado Alfa tomó con decisión el arma, apuntando directamente hasta la cabeza del hombre que había abusado por primera vez de su madre.

—Sigo siendo un niño, pero ya no el mismo asustadizo de siempre — y sin titubear, dejó que toda el arma de descargara en el cuerpo de aquel beta y ese alfa, hasta que finalmente ambos dejaron una grotesca y grande mancha de sangre en las paredes y suelos— Esto fue por mi madre y mi hermana.

La risa que escuchó atrás no le hizo temblar, sino mirar con furia.

—Me caes bien niño, ¿Cómo te llamas?

Alfa | Ineffable husbandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora