1. El lobo que admiro

576 38 11
                                    

No importa si es un relato o un suceso real, pero las historias de amor entre dos personas de castas sociales diferentes, siempre son hermosas.

Y para la manada Folke, la historia de amor de Arin y Sten, son de esos sucesos inolvidables y parte de la historia.

Un hombre que no conoció los lujos, pero en cambio creció rodeado del amor de su madre y hermanos, que decide salir y conocer el mundo y que por intervención del destino llegó a la vida de su amado, sin pensarlo creando una historia viva y llena de emociones.

Arin Gregos, hijo del Alfa de la manada, un omega consentido y decidido, había cambiado por completo el rumbo de las tradiciones. Se negó a un compromiso impuesto, un lazo que era comun entre los nobles de pura sangre, no desistió y siguió el camino que le indicaba su corazón. Provocó quizá el primer torneo para ganar su mano en compromiso y realizó su cometido de estar enlazado con el alfa que eligió como su compañero de vida.

Hubo altibajos despues de su unión y una vida reciente de pareja. A Sten realmente le costó encajar en la vida de los puros, no era sencillo, sobre todo cuando no era del agrado de muchos, pero cuando las cosas se tornaron oscuras y peligrosas, él regresó por su pareja destinada, no abandonó a su pueblo y luchó en el frente, para defender a aquellos que depositaron su confianza en él.

Cuando la paz se instaló, Sten dejó de ser juzgado y criticado a espalda suya. Su acto heroico hizo que el pueblo de Folke lo aceptara completamente, que lo admire y que comprenda que esa línea de clases no existía.

Ese era el legado del primer Alfa líder de la manada de Folke, de no sangre pura; que aunque no gobernó por mucho, dejó una huella imborrable y se ganó merecidamente el respeto de su gente, al demostrar que un no puro tambien podía gobernar.

***

Haaa~

Roux cerró el libro. Suspirando por las palabras plasmadas en las páginas de aquel libro, donde se relataba sobre las hazañas del Alfa Fulker, la batalla que ayudó a vencer contra Garth y la posterior instauración de la paz de la manada de Folke.

Dejó a un lado el pequeño libro de páginas juntas, tan extraña que era muy distinta a los pergaminos que acostumbraban estudiar. Sin duda, los inventos de los humanos eran muy curiosos y diferentes, pues ese libro fue escrito por un humano que despues los ofreció a la venta por la manada.

Unos toquidos insistentes en la puerta de su habitación, le despertaron de sus ensoñaciones.

—¿Roux, estas despierto?

—Si mamá, ya voy.

—¡Tu hermana ya se fue a recolectar las hierbas!

¡Se le había olvidado!

De un salto, fue a cambiarse a prisa. Se suponía que debía ir junto a su hermana para conseguir hierbas, miel y algunos frutos.

Corriendo a prisa, haciendo sonoro sus pasos sobre el piso de la casa, Roux pasó veloz por la cocina y tomó unos cestos pequeños.

—Si te das prisa la alcanzarás.

Su madre, una omega con algunas signos de vejez en su rostro, le entregó un evuelto con su desayuno, ya sabiendo que él no tendría tiempo de comer.

—Ya me voy.

Tras tomar el envuelto, dejó un corto beso en la mejilla de su madre y se marchó corriendo.

En las calles, se ganaba la mirada de las personas que pasaban cerca y no es que los conociera a todos, es solo que él era un habitante "no común" entre ellos. Y eso ya era bastante decir, pues incluso el grupo que humanos que se asentó y vivía ahí, ya formaban parte de Folke, como miembros de la manada.

El legado del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora