21. Misterio

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—Sabes que no puedes desaparecer sin informarnos nada. ¿Dónde estabas?

Mientras avanzaban por las calles mojadas y con restos de nieve, Sten interrogaba al alfa rubio que se perdió de sus vistas por casi una hora.

—Me detuve fuera de la taberna por un espectáculo callejero de unos circenses, los seguí y me perdí sin querer... lo siento mucho —Se escusó Luther.

Tonk se mantenía al margen, aunque dudaba del alfa, él no vió ningún espectáculo cercano y esta era la primera vez que veía al rubio tan misterioso.

—¿Eso es verdad? —Sten aún dudaba.

—Es que... de pronto extrañé a Arisa y creí que sería un buen detalle llevarle algún recuerdo de esta manada que nunca ha visitado —Luther se quitó la mochila que cargaba tras la espalda y la abrió frente al par de alfas.

Sten solo formó una mueca al ver un par de guantes blancos hechos de lana y una pequeña bola de cristal que dentro tenía una flor roja bien conservada. Un par de detalles cursis que seguro a cualquier omega gustaría y eso le hizo desistir de interrogar al joven, además si Arisa recibía el presente, Arin podría ofenderse al no recibir un detalle igual, lo cual solo significaba una cosa... Sten miró alrededor, viendo a algunos vendedores callejeros que ofrecían sus productos a la vista. También tendría que llevar algo.

—¿Creen que algo de joyería sea un buen obsequio? —Les consultó Sten a los más jóvenes.

—Ahora que lo dice... yo tambien llevaré algo —Tonk tambien avanzó para elegir algo para su omega.

**

—Demoraron.

Rasha les recibió fuera del territorio de la manada, este luciendo serio e indiferente.

—Como te esfumaste sin decir nada, creímos que te habías marchado — Mencionó Tonk.

El niño entornó los ojos al ignorar al sujeto.

—Gracias por esperar por nosotros —Sten en cambio le sonrió por la consideración.

Sin mucho mas que decir, los tres alfas siguieron a Rasha de regreso al refugio donde pasarían la noche.

El niño omega ya estaba en casa y en la compañía de los más pequeños que le seguían incondicionalmente. Sten veía la imagen con cierto cariño; aquellos niños merecían una mejor vida. Y con ese pensamiento Sten ya se hallaba despues en las minas abandonadas donde halló una abandonada lápida de rocas y las mismas minas tapiadas para evitar el paso a sus peligrosos túneles.

Antes de su partida, Sten se esmeró en cazar una presa grande, aunque por la zona no pudo encontrar gran cosa. Tras unos toquidos Rasha apareció entre la puerta entreabierta, mirando desconfiado la presa en la entrada.

—Hola... ya es hora de marcharnos, pero no quería irme sin dejarles esto —Explicó Sten, su pecho aún sentía opresión porque esos niños le causaban tanta preocupación por su estado de abandono.

—N-no hacía falta. Yo puedo cazar... —La mentira no se la creía ni él mismo, pero Rasha no quería una triste despedida ni mucho menos la lástima de otros.

—No está bien...

—¿Cómo dice?

Sten dió un paso más, decidido. Simplemente no podía dejar a unos niños indefensos a su suerte.

—Es peligroso que vivan solos. Vengan con nosotros a Folke... allá los recibiran muy bien y podrán tener una familia —Ofreció.

—No. Nosotros ya somos familia y este es nuestro hogar —Rasha se negó inmediatamente.

El legado del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora