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Nadie nunca se hubiera imaginado que aquella demonio que subió desde los infiernos a la tierra llegaría con el propósito de salvar a la humanidad de aquél ángel que causaba miseria a donde fuera.
La humanidad es tan estúpida y miserable que los hace tan fáciles de manipular. Solo es cuestión que le des una mano amiga para que te alaben y veneren como un Dios.
El ángel era conciente de eso y uso su encanto e ingenio para manipular a cientos de humanos para sus propósitos egoístas, para satisfacer su sed de poder y gloria. Solo necesitaba usar una voz agradable y mostrar un acto de bondad para tenerlos de rodillas a ante él agradeciéndole y suplicando su perdón.
La mente humana es débil ya siempre necesitará a alguien que la gobierne. Pues Satoru se considero el indicado para esa misión.
Una demonio que habitaba en el infierno logró presenciar esos actos. Una mueca de asco y algo de lástima se instaló en su rostro.
Era repulsivo ver cómo aquellos seres que juraron traer paz y amor a la humanidad, son los mismo que los controlan y usan a su antojó.
¿Y aún así los demonios eran los malos? Por favor.
Un día, cansada de ver cómo abusaba de manera despiadada de su poder, la demonio fue a los territorios del ángel a confrontarlo. No sé impresionó cuando vio esa sonrisa arrogante en su rostro y mucho menos cuando jugo la carta del salvador y que toda acción era por el bien humano.
Sus palabras solo la hacían querer vomitar.
Hinata estaba lista para atacar a ese ser divino, pero su plan se vió afectado debido a las cadenas que comenzaron atrapar su pierna y subir hasta su torso y brazos.
—Eres tan asqueroso. —escupió con odio la demonio mientras intentaba liberarse de esas cadenas, pero con cada intento su piel se abría y el dolor era insoportable.
—Eres una total maleducada al venir de esa forma... Necesitas un castigo divino —Una risa llena de burla y maldad se escapó de las labios de Satoru mientras veía a Hinata—. Es importante que conozcas tu lugar, demonio.
Hinata veía con repulsión e irá a ese imbécil. Odiaba cada maldita parte de él y todo lo que representaba.
—Es chistoso que te consideres un ángel cuando eres un ser más horrendo que el mismo Lucifer.
Satoru veía a Hinata con una mirada llena de locura y poder. En este punto estaba tan fuera de si, tan extasiado por lo honrado que se sentía al ser venerado como si él fuera Dios.
—Silencio pequeña demonio, es hora de comenzar tu castigo.
Hinata suspiró y vio directamente a Satoru a los ojos.
Ese ángel era la reencarnación del mal.
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