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Hinata cubrió su rostro sonrojado con ambas manos, aún después de tres meses de relación con Satoru, no se acostumbra del todo a la poca vergüenza y audacia del albino. Siempre era tan atrevido y, aunque eso le encantará, también la hacía avergonzarse.
La mirada juguetona del albino no dejaba ni por un segundo el rostro cubierto de su novia, le parecía tan adorable e inocente que se siguiera apenado por estás cosas. Esos solo le provocaba más ansias de destruirla y corromperla en sus encuentros amorosos y mostrarle lo sucio y pasional que puede ser.
Un suspiro salió de los labios del albino para luego cambiar a una sonrisa.
Se acercó a su linda novia y la sujeto de la cintura, se agachó a la altura de su oído y comenzó a susurrarle.
──No sabes cuánto me prende cuando te pongas así ──la lengua de satoru recorrió el laberinto de Hinata, sonrió al sentí el cuerpo de su chica temblar bajo de él, lo hacía sentí tan poderoso y deseado.
Hinata estaba tan roja como un tomate, sus manos bajaron al pecho de Satoru y se instalaron allí, sus piernas se volvieron gelatina por la atención que recibía.
Satoru dio sus última lamidas para separarse de Hinata y sonreírle calurosamente. Una de sus manos sostuvo la mandíbula de la chica para evitar que se rompiera el contacto visual, mientras que su dedo pulgar presionaba suavemente el labio inferior de la Hyuga.
──En vez de darme tu talla, mejor ven conmigo. Vamos por ese regalo para ambos, ya deseo verte en ese vestido ──Su voz era grave, sexy y autoritaria, Hinata no se resistió y asintió, le encantaba cuando Satoru actuaba de esa forma.
El albino sonrió y se separó un poco de Hinata, tomo su mano, salieron de casa y caminaron con tranquiladad a la tienda, como si nada hubiera pasado.
Por su parte Hinata aún seguía sonrojada y emocionada por lo ocurrido. Era toda una montaña rusa de emociones en ese momento y luchaba para calmarse a si misma.
De verdad que ese hombre sabía hacer de las suyas con ella.
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