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Hinata se mantuvo callada, estaba meditando un poco sobre lo que le han ofrecido. Levantó la cabeza y vio directamente a los ojos de aquél ángel salido del infierno.
La situación económica de la chica era mala, no logro conseguir un trabajo estable y su única forma de ganar dinero era prostituyendose, fue gracias a su trabajo que logro conocer a ese imponente y agraciado hombre que estaba frente a ella.
Sabía pocas cosas de él debido a las pequeñas charlas que mantuvieron después de tener sexo, pero las suficientes para saber que era un tipo peligroso. Con solo notar los tatuajes en su cuerpo intuyo casi de inmediato que era un Yakuza, eso provocó que Hyuga intentara alejarse y cortar sus servicios a ese tipo ya que no quería verse involucrada en un lío a causa de las mafias, aunque nada sirvió ya que estaba metida en uno justo ahora.
Hinata aún dudaba de la propuesta de Satoru, pero no negaría lo tentadora que era. Ya no quería vivir en la pobreza, no quería vivir con el miedo constante de ser brutalmente golpeada por no pagar a tiempo las deudas que su padre le dejo antes de morir, ya no quería seguir soportando está horrible vida que le tocó.
¿Pero realmente abandonar esa vida y meterse en otra igual o más peligrosa era la solución?
Un suspiro desanimado salió de sus labios, se encontraba en una encrucijada sin saber que desición tomar. Su vista volvió enfocar a Satoru y notó la sonrisa llena de superioridad y arrogancia pintada en sus labios.
El sabía que ella no iba a rechazar, y efectivamente tiene razón. Hinata por más dudas que tuviera, no se echaría para atrás.
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