Toma la ruta ᴾᵃʳᵗᵉ ᵈᵒˢ

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El 25 de diciembre le dijo a Enzo que tenía resaca, que no podía levantarse de la cama.

No quería verlo. Ni verla.

Apenas estaba pudiendo pilotearla con su novio. No iba a poder hacerlo con los dos en el mismo lugar.

Enzo era un colgado. Nunca se daba cuenta de las cosas. Y aunque siempre le haya molestado esa característica de él, hoy la agradecía.

Su mente repetía los sucesos de la noche anterior una y otra vez. Era un loop que no salía de su cerebro. Todavía le costaba creer lo que estuvo a punto de pasar.

Intentó culpar a la marihuana por lo sucedido. Intentó culpar al alcohol que tomó Julián. Intentó culpar cualquier cosa que se le pueda ocurrir.

Pero la realidad, era que lo había deseado tanto que lo hizo realidad. Y los únicos culpables eran ellos. Julián y Celeste.

Y no podían parar de pensar en ello. Más allá de la culpa, más allá del dolor. No podían parar de pensar en lo que podría haber continuado.

¿Qué seguía? ¿Cómo se iba a sentir?

La incertidumbre los tenía locos. A los dos.

Y para Celeste, lo mejor, iba a ser no verlo más.

Tenía ganas de decirle a Enzo que guarden todas sus cosas y se vuelvan para Argentina. Que pasen el año nuevo con la familia en Buenos Aires y listo. Pero iba a ser muy raro. No había manera de que no suene raro. Ya habían planeado las vacaciones ahí. Con sus amigos.

Le insistió a Enzo que salga, que vaya a la playa con los chicos. Si podía estar sola, mejor. O al menos eso pensaba. La realidad es que quedarse sola con su cabeza no había sido la mejor idea. Se estaba volviendo loca.

Pero Enzo terminó haciendo caso, y pasó el día con sus amigos, con su mejor amigo, que no lo podía ver a los ojos. Ahora Julián era el que agradecía lo colgado que era Enzo. No notó lo raro que se comportaba su amigo. Estaba acostumbrado a Juli y a su personalidad, así que no le parecía extraño que no hable tanto. Se distrajo jugando junto a Cristian y a Lisandro a la pelota. Tratando de no pensar en su novia y en la pequeña discusión que tuvieron en nochebuena. Aunque siempre pensaba en eso. Siempre pensaba en ese tema.

No entendía por qué ella no quería tener hijos. Por qué no quería tener sus hijos. Prácticamente todos sus amigos ya eran padres, y sus novias no habían hecho tanto problema al respecto. Todos los futbolistas eran padres. Y él amaba a los niños. Quería tener los suyos. Pero ella no aflojaba.
Y él no sabía si iba a poder ser muy paciente. No se percataba de que en realidad no lo estaba siendo para nada.

La que no era colgada era Malena. Que había notado lo incómodo que estaba Julián ese día en la playa.

-¿Qué te pasa a vos? -le preguntó.

Julián la miró desde su reposera. Estaba hace media hora rascándose la oreja mientras miraba el mar.

-¿A mí? -dijo, desentendido-. Nada, ¿por qué?

-No sé, es raro que no estés pateando la pelota con los otros tres y estés acá tieso desde que llegaste.

Julián se rio. Era una risa nerviosa, pero trató de que parezca casual.

-Estoy cansado, Ma. Quedé mal de ayer. -dijo evitando su mirada.

Cómo le costaba mentir...

Jamás lo había hecho, y se notaba.

Había empezado a hacerlo ayer, o bueno, ese día a la madrugada. Cuando finalmente apareció, casi quince minutos después de que haya empezado la navidad.

One Shots | Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora