Episodios

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—¿Dónde estabas? —fue lo primero que escuchó Ana cuando entró al departamento. 

Julián estaba sentado en el sillón, donde había estado horas esperando su llegada. 

Ana dejó su cartera en la mesa, con cansancio. Habían peleado bastante fuerte, últimamente hasta la más mínima cosa se convertía en motivo de discusión. Ya no tenían un momento de paz. Ella había decidido irse para poder respirar tranquila, se fue a caminar por las frías calles de Manchester y Julián se quedó ahí, esperando que vuelva. Si no se iba, se iba a terminar de pudrir todo.

—¿A dónde te fuiste tantas horas? 

—No tengo ganas de discutir, Julián. ¿No fue suficiente hace un rato?

Quiso ir hasta su habitación pero él no la dejó. La agarró del brazo antes de que pueda escapar.

—¿Te fuiste otra vez con él, no?

Se soltó rápido y lo miró con bronca. Parecía que esas horas no le habían servido para pensar ni un poco.

Pensó en decirle la verdad, explicarle para que entienda, pero no tenía sentido. Estaba cansada y él no quería escucharla.

No confiaba en ella.

—Pensá lo que quieras, Julián. Ya está.

Julián era inseguro.

No sabía en qué momento había empezado a sentirse de esa manera. Desde la secundaria que estaban juntos. Ella lo había acompañado en cada momento importante de su vida, y él a ella. Eran la relación que cualquiera podía envidiar. 

Pero, desde que estaban en Inglaterra, todo había cambiado.

Ana quería tener un propósito, no quería ser una persona que viva de su novio, se iba a morir de depresión de esa manera. Por eso con todos sus ahorros se armó su proyecto. Abrió un restaurante que de a poquito fue creciendo y transformándose en uno de los más concurridos de la noche en Manchester. Por sus ricos platos, la mayoría típicos argentinos, y por la onda que tenía el lugar. Tenía un pequeño escenario donde todas las noches tocaba una banda distinta. Ana estaba orgullosa de lo que había armado. Estaba enamorada de su resturante y le ponía todo su esfuerzo. Lo que, claramente, le llevaba tiempo.

Era mucho el tiempo que ella estaba fuera de su casa, tiempo que ya no le dedicaba a su novio.

Ana ya no iba a todos sus partidos. En la semana trabajaba, así que podía verlo solo los findes. Pero si era un sabado muy tarde tampoco podía porque ya estaba abriendo su restaurante. 

Él entrenaba todas las mañanas y ella trabajaba todas las noches.

Julián estaba acostumbrado a tenerla ahí para él. Le costó mucho aceptar que las cosas estaban cambiando, en realidad no lo había hecho.

Y cuando la fue a visitar a su entorno, ahí empezó la inseguridad. Era otro mundo, uno en el que él no tenía nada que ver.

Ana se había vuelto muy amiga de un músico que tocaba ahí todos los viernes, era el único argentino que había conocido ahí. Se había hecho amiga de muchas personas en ese lugar, pero ese guitarrista era el que le daba dolores de cabeza a Julián. Cuando los vio charlando tan animadamente en esa barra fue cuando empezó a dudar. 

Al principio la escena de celos había sido graciosa, hasta tierna. Pero con el tiempo se puso peor. Su amistad con el músico había crecido y se veían seguido, pero era solo eso, amistad. Y eso Julián no quería creerle. Cada vez que lo veía le tenía que mentir a su novio, para que no se enoje, como si estuviera haciendo algo malo. Eso había sucedido el día anterior. 

One Shots | Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora