4. Las llaves

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—¿Ya entraron a un club? —preguntó Alex, apenas se sentaron con su respectiva bandeja del almuerzo en su mesa acostumbrada.

Nathan pellizcó sin apetito las orillas de su sándwich.

—No creo que entre a ninguno.

—¡Que aburrido! ¿Por qué no entras al de lucha?

—Ya tengo la academia de Jujutsu y las clases de Judo.

—Exacto. Les patearías el culo a todos.

—Yo me voy a apegar a baloncesto —dijo Cade—. Pronto tendremos el primer entrenamiento de la temporada. No quiero distraerme con otro club y perder prácticas.

Alex robó el sándwich de la bandeja de Nathan y le dio una mordida:

—Respeta la santidad de la comida. Yo me uniré a alguno de deporte este año.

Cade y Nathan intercambiaron un breve gesto consternado.

—He pensado en fútbol americano —añadió, después de otra mordida.

—Mastica con la boca cerrada —dijo Nathan.

—Estoy hablando.

—No hables con la boca llena.

—¿Por qué futbol americano? —preguntó Cade.

—Porque mientras ustedes dos echan cuerpo, yo me pongo fofo.

—Te harían pedazos ahí.

—Vete a la mierda, Nate.

—Lo que pasa es que no quiere que te lastimes —bromeó Cade, y Nathan puso los ojos en blanco; aunque no lo contradijo. Alex era el más delgado y con la menor estatura de los tres—. Además, creo que hay una estatura y peso requerido para poder entrar —recordó.

Alex bufó desanimado y se hundió en su silla:

—Mierda... No había pensado en eso.

—¿Y algo menos violento?

—Después solo están el equipo de animadores, baloncesto, lucha y natación. No voy a bailar en shorts de colores para echarte porras mientras las chicas te miran a ti.

—Tú estarás debajo de sus faldas —adujo Nathan.

Alex estuvo a punto de protestar, pero lo pensó mejor:

—Buen punto. Aun así, no soy bueno bailando. Tampoco nado bien. Y no tengo tu estatura o la de Cade para el baloncesto. Y en lucha sí que me van a destrozar.

—El año pasado en un juego de fútbol le rompieron un brazo en dos partes a un chico mucho más grande que tú —adujo Nathan.

—¡Bien! ¡Pues entonces que me jodan! —se acaloró Alex, perdiendo la paciencia— ¡A ver, ¿ustedes qué sugieren?!

—¿Por qué no te dedicas a lo que eres realmente bueno? —dijo Cade—. No puedo esperar a ver qué proyecto hará el club de robótica este año para la feria de ciencias. La araña del año pasado fue genial.

Alex alargó una tenue sonrisa, elevando las cejas. Y tras algunos instantes exhaló, vencido.

—Ustedes ganan... Robótica será. ¿Qué hora es? —preguntó con un bostezo—. Estoy exhausto. Que semana tan larga.

—Es martes —dijo Nathan.

—No fue eso lo que pregunté.

Cade alcanzó el móvil de su bolsillo para comprobar la hora, y sus dedos rozaron con algo frío y metálico. Lo sacó junto con el móvil y contempló en su mano el llavero de cabeza de tiburón con una sola llave.

Bajo los SaucesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora