XIV

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2022

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2022.

Joshua.

—¿Necesitas algo más? —preguntó Isabella mirándome con preocupación mientras dejaba una taza de té en la mesa junto a mi.

—No, corazón. Todo está bien —le sonreí a pesar del malestar que sentía en el pecho.

—Terminaré de preparar la cena, ¿está bien? —asentí para mantenerla tranquila, pero aún así me miraba con un poco de desconfianza. Apretó los labios y volvió dentro para continuar la rutina que habíamos creado desde que enfermé.

Suspiré al ver que le quitaba tiempo valioso de su vida para enfocarse solamente en mí. Odiaba eso. Prometí hacerla feliz y desde los últimos meses solo la he visto retener sus lágrimas y tratar de evitar el eminente futuro que llegaría próximamente a mí.

Lo sabía perfectamente. El fin llegaría y mi historia se terminaría a pesar de querer seguir viviendo junto a ella. Tendría que dejarla sola y eso provocaba que mi corazón doliera aún más. Apenas podría imaginar el dolor que sentiría ella al verme partir.

Miré entonces las hojas que tenía frente a mí, sobre la mesa mientras la esquina revoloteaba cuando el aire se agitaba a mi alrededor. Tal vez me estaba apresurando mucho, pero sentía que el tiempo se me terminaría en cualquier momento y quisiera partir dejando todo en claro. Hacerles saber mis sentimientos y ayudarlos a superar mi muerte.

Tomé la pluma que alguna vez Isabella me regaló por mi cumpleaños, una pluma fuente de unos cuantos miles de dólares que ella compró especialmente para cuando firmara contratos en la empresa donde trabajaba. Era mi favorita.

Unas lágrimas se acumularon en mis ojos al ver lo que estaba haciendo. Les escribiría una carta a cada uno, despidiéndome de ellos y dejándoles unas cuantas palabras que podrían leer después de mi partida. Unas donde encuentren calidez cuando se sientan tristes y me extrañen un poco más, las veces que quieran.

Sé que no será lo mismo, no tenerme a su lado dolerá aún más, pero quisiera que tuvieran algo mío que atesoren el resto de sus vidas, algo de mi puño y letra que pudieran admirar de vez en cuando.

Miré el papel frente a mí y fue difícil retener el sentimiento de tristeza dentro de mí, pero debía hacerlo antes de que mi situación empeorara. Tuve que parar unos minutos cuando las lágrimas no me permitían ver lo que escribía en la hoja con el nombre de Chan y supe que esto sería lo más complejo que haría en lo poco que me quedaba de vida.

Continuar con el nombre de JeongHan me pesó aún más, despedirme del que fue mi mejor amigo desde que éramos unos adolescentes terminó de romper mi corazón. No quería dejarlo, quería ser su amigo por muchos años más, pero el destino no lo quería así. Tendría que dejarlo y él tendría que aprender a vivir sin su mejor amigo, o el que alguna vez fue el amor de su vida. Lo sabía, claro que lo sabía. Es por eso que me duele aún más el sentimiento de tristeza que le dejaré cuando me vaya.

Eighteen | Joshua HongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora