XIII.

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2023.

Isabella.

—Son bonitas, ¿no es así? —le pregunté a Joshua, dejando las flores recién cortadas de mi jardín junto a su lápida —. Hoy me parecieron preciosas y me recordó a ti —susurré melancólica, pasando una mano sobre el pasto verde y frondoso —, no había podido venir porque estaba enferma, amor. Ya estoy mejor, aunque si la pasé un poco mal. Ya no es lo mismo enfermarme a esta edad —carcajee divertida tomando asiento frente a él a pesar de que en algunos minutos, se me cortaría la circulación de las piernas.

—Todo ha estado bien. Igual que siempre. No ha cambiado mucho desde que te fuiste —continué diciendo mientras veía el cielo —, la casa se siente vacía sin ti, cariño. Sigo sin acostumbrarme a estar sola.

Esperé unos segundos a su respuesta, pero nada se escuchaba más que el viento soplar entre las hojas de los árboles.

—No he vuelto a saber nada de MiSuk, por lo menos no desde que publicó su libro —agregué jugando con el pasto, pasando la punta de mi dedo sobre las puntas —. Tiene demasiada imaginación, es como tú. Lo he leído tres veces y cada vez me sorprendo más al darme cuenta de lo buena que es escribiendo. Ha encontrado su talento. Solo espero que Thomas no la apague —torcí los labios al mencionar a mi no tan querido yerno —. Hazme un favor, Shua —pedí leyendo su nombre —, ayúdala a encontrar la solución. Es nuestra pequeña, sé que ella puede hacer lo que quiera, pero necesita un poco de ayuda. Guíala para que pueda encontrar la felicidad junto a Tommy.

Retuve las lágrimas. Había llorado lo suficiente desde que se fue, no podía seguir haciéndolo. Aprendí a no llorar cada vez que lo recordaba, aunque vez en cuando, lagrimeaba un poco con nostalgia al imaginarme su figura a mi lado.

—¿Te está yendo bien? —pregunté en voz baja —, te extraño demasiado.

De nuevo, esperé una respuesta que nunca llegó.

—Te amo —finalicé antes de acariciar una última vez la fría lápida para levantarme y despedirme de él con una reverencia —. Volveré pronto, lo prometo.

Hoy era uno de esos días donde lo extrañaba aún más. Donde me sentía sola y perdida, sin saber que hacer sin él.

Volví a casa con el corazón pesado y traté de enfocarme en otra cosa, para olvidar la tristeza que reinaba en mí. Había veces en las que quería dejar de seguir luchando, de aparentar que todo estaba bien y que no me afectaba su muerte. No quería seguir sintiéndome así.

Vivir una vida sin él, era lo peor. Estuve acostumbrada a vivir tanto tiempo sola, siendo ignorada por mi familia y sin ser amada. Cuando Joshua llegó, todo eso cambió y me hizo acostumbrarme a tenerlo a mi lado. Tener a alguien que me amaba cambió por completo mi vida y me sentía plena. Feliz.

Ahora, ese sentimiento de soledad regresó cuando él se fue. Ocupó su lugar y me atormentaba cada día.

Estaba sola.

JeongHan siguió adelante y se aisló de mí después de la muerte de Shua. No lo culpaba, yo hubiera hecho lo mismo. Perdió a su mejor amigo, a su alma gemela y a su primer amor. Siempre lo supe. Al principio lo sospechaba, pero después de observar como lo miraba, supe que había algo escondido dentro de sus sentimiento que nunca se atrevió a revelarlo. Ni si quiera a él mismo.

Chan venía de vez en cuando a verificar que estuviera bien. Solía tratarme pasteles de la cafetería a unas cuantas cuadras de donde él trabajaba. Era lo mismo que hacía Shua y eso me hacía sentir un poco feliz. Me mandaba un mensaje todos los días diciéndome buenos días y me preguntaba si necesitaba algo. Con cada mensaje que recibía de él, me hacía extrañar aún más a MiSuk.

Eighteen | Joshua HongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora