III.

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1993.

Al día siguiente sentía leves punzadas en la mejilla y maldije cuando pasé mis dedos sobre el golpe, sintiendo un pequeño dolor.

Me apresuré a meterme al baño antes que Jenny y evitar verla. Bueno, evitar ver a cualquier miembro de la familia.

Cuando vi mi reflejo en el espejo quise llorar de nuevo. Apenas comenzaba a formarse una mancha púrpura en el pómulo y solamente rezaba para que no llamara tanto la atención. Con rapidez mi mente comenzó a buscar excusas para cuando la gente me preguntara que había ocurrido.

"Me caí y me golpeé con el escalón de la entrada de mi casa". No, muy explícito, si doy muchos detalles se verá sospechoso.

"Traté de levantar una maceta y me pegué". ¿Suena lógico?

"Me golpeé con la puerta". No lo creo, tendría un golpe en la frente.

"Estaba jugando con Jason y por accidente me golpeó". Suena creíble, tal vez me iría por eso.

Antes de encontrarme con alguien de la familia, decidí salir mucho antes de la casa sin si quiera pasarme por la cocina para tomar una manzana. Ni había revisado si llevaba dinero conmigo, pero no me importaba por querer salir cuánto antes de casa.

Caminé dos cuadras a la parada de autobuses y esperé pacientemente. El reloj apenas marcaba las seis diez de la mañana y ya quería que acabara el día.

A lo lejos divisé un convertible rojo y dudé en saber si era Joshua. Traté de enfocar para distinguir su rostro a lo lejos y me sorprendí cuando se detuvo frente a mí, mirándome con intriga.

—¿Qué haces tanto temprano ahí parada? —preguntó sin apagar el auto.

—¿Qué haces tú aquí tan temprano? —regresé la pregunta notando sus ojos nerviosos buscando una respuesta.

—Pasaba por aquí... —dijo arrastrando las palabras.

—¿A las seis once de la mañana? —pregunté incrédula mirando el reloj en mi muñeca.

Joshua miró hacia otro lado buscando una excusa y aferró sus manos al volante, tornándolas blancas por la presión que aplicaba.

—No puedo mentir, venía a buscarte para llevarte a la escuela —confesó dándose por vencido.

—¿Por qué? —me sorprendí realmente.

¿Por qué él se preocupaba por mí cuando ni si quiera mis padres lo hacían?

—No lo entiendo —murmuré confundida.

—No hay nada que entender, Thompson. Solo vine por ti para llevarte a la escuela y no llegaras tarde.

—¿Pero por qué llegas tan temprano?

—Ah eso... —miró hacia abajo avergonzado —, no estaba seguro a qué hora sales de tu casa normalmente. Así que llegaba temprano para esperarte aquí.

Su confesión provocó que sintiera una opresión en el abdomen.

—Hong...

—No lo pienses demasiado, Bella —pronunció uno de mis tantos apodos cuando observó mi rostro —. Es mi forma de agradecimiento. Sube —pidió acercándose a la puerta del copiloto para abrirla desde adentro.

Lo miré todavía sin creer en sus acciones y mi mente ansiosa comenzó a generar miles de escenarios.

—Vamos, se nos hará tarde —su voz me regresó a la realidad.

Decidí subirme e indagar más sobre su repentino interés de ayudarme en forma de agradecimiento. El primer día que nos conocimos parecía que ni si quiera estaba cómodo estar alrededor mío.

Eighteen | Joshua HongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora