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Los rayos de luz atravesaban los altos ventanales del palacio dorado junto al canto de los pájaros en el exterior, indicando el inicio de un nuevo día en Everland

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Los rayos de luz atravesaban los altos ventanales del palacio dorado junto al canto de los pájaros en el exterior, indicando el inicio de un nuevo día en Everland.

Todo los empleados de palacio ya se dirigían a sus puestos para servir a la familia real como cada día. 

El silencio en los pasillos fue interrumpido por el eco que causaba cada paso de la reina, acompañado con la subida de cada escalón por las majestuosas y elegantes escaleras. Su destino no era nada más ni nada menos que el piso superior, donde se encontraba la habitación de su único hijo y heredero al trono. 

Una vez frente a la puerta, elevó su mano y dio suaves toques a la puerta. Sabía que no recibiría respuesta por parte del otro lado, pero de igual forma quiso esperar unos segundos, antes de abrir la puerta y adentrarse en el dormitorio del príncipe.

La habitación era envuelta por una exagerada oscuridad haciendo mas difícil la visión de su interior. La reina camino decidida hasta uno de los ventanales y descorrió las cortinas, permitiendo que la luz invadiese hasta el más remoto rincón de la habitación. 

El gran bulto sobre la cama se comenzó a remover seguido de unos quejidos, Aurora rió ligeramente por su perezoso hijo.

— Es hora de levantarse, cariño, un nuevo día comenzó —habló Aurora a la vez que dejaba leves caricias sobre el brazo de su hijo. El joven se tapo con la manta por completo en un intento de ignorar la molesta luz, y por consiguiente también la voz de su madre. La reina frunció su ceño y hablo con molestia. — No me ignores, Beomgyu.

El regaño de su madre provocó que Beomgyu abriese los ojos con pesadez, dándole un vistazo rápido a la mujer soltando un quejido molesto.

— Es muy pronto, madre —respondió adormilado el menor, a la vez que se sentaba en la mullida cama.

— Ya amaneció —soltó Aurora a la vez que se levantaba de la cama de su hijo y caminaba hasta el resto de ventanales, terminando de dejar entrar por completo la luz en el dormitorio. — A demás, no puedes quedarte durmiendo todo el día.

Con su última declaración, el menor arrugó su rostro sin despegar la vista de las acciones de su madre en la habitación.

— Pero tu lo hiciste durante años... —masculló en voz baja Beomgyu, recordando la juventud de su madre.

— ¿Qué dijiste? —preguntó la mayor lazando una mirada retadora, los bellos del joven se erizaron con la expresión molesta de su madre.

— Nada, madre, ya mismo me levanto —dijo Beomgyu forzando una sonrisa inocente. No deseaba hacer enfadar a su madre, menos a primera hora de la mañana.

— Eso quería oír, te estaremos esperando para el desayuno, no tardes —le dio un aviso al recordar como su hijo se demoraba siempre para cualquier cometido.

Happily Ever After (TXT x SKZ)Where stories live. Discover now