Los personajes más famosos de los cuentos de hadas, desean que sus herederos tengan los mismos finales felices que ellos. ¿Qué pasará cuando decidan tomar un rumbo diferente?
•Capítulos largos
•Historia 100% mía
•No se permiten adaptaciones🚫
•Insta...
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El sol se comenzaba a esconder entre las montañas dando paso la luna, la blanca nieve resplandecía bajo los tonos naranjas del bello atardecer. Un pequeño zorro albino se encontraba soltando sonoros gritos de auxilio con sus orejas agachada, su pata quedó atrapada entre dos ramas y no podía moverla.
Una mano bondadosa no dudó en ayudar al pequeño animal, dejando su pata libre con cuidado. El zorro instantáneamente intentó correr para regresar con sus amiguitos, pero al posar su pata soltó un doloroso quejido cayendo de nuevo en la nieve.
— ¿Te duele? —preguntó Chan tomando con cuidado al zorro en sus brazos, para examinar la pata dañada — Seguramente te la torciste.
El joven de cabello blanco llevó su vista al cielo, percatándose de que el sol ya casi no era visible y se haría de noche en poco tiempo. Sin ver otra alternativa, tomó la decisión de llevar al zorro consigo a su hogar donde estaría calentito y podría tratar su pata dañada.
Al entrar por las altas puertas heladas, el monstruo de nieve fue quien le recibió soltando un pequeño sonido extrañado por el invitado especial. El joven le saludó junto a una ligera risa, aunque para muchos puede resultar aterrador, el veía tierno a aquel gran trozo de nieve viviente.
No fue hasta que estuve en la comodidad de su dormitorio, que dejó al zorro sobre su cama. El zorro estaba tiritando por lo que decidió envolverlo una manta, donde el animal se acurrucó.
— No te quiero molestar, pero debo examinar tu pata —se disculpó Chan por interrumpir la comodidad del pequeño zorro. Intentó ser lo más cuidadoso que podía, al tomar la pata del animal. Temió que se encogiese por el contacto de sus manos frías, pero una sonrisa se dibujó al ver que el zorro no se inmutó y seguía plácidamente recostado —Tienes un pequeño esguince.
Tras su diagnostico, él cual el zorro no tomó en cuanto, se levantó y tomo unas vendas junto a un corto palo. Se acercó nuevamente, envolviendo la pata en las vendas y usando el palo a modo de sujeción para evitar movimientos bruscos.
Dejó que el pequeño zorro descansase sobre su cama y salió hacía la sala principal, donde se hallaba su madre recargada en el balcón con la vista puesta en el cielo anocheciendo. El joven pudo percatarse de la expresión pensativa de la mujer, parecía estar teniendo un debate interior.
— ¿Qué te preocupa? —preguntó Chan de forma directa colocándose al lado de la mujer.
— Que mi ayuda pueda empeorar la situación —expuso Elsa sin pensar. Ambos eran tan cercanos que no dudaban en confiar sus preocupaciones.
— ¿Por qué dices eso? —soltó con el ceño fruncido en desacuerdo — Pienso que eres la persona en la que más se puede confiar.
— Te lo agradezco hijo, pero esto es algo más grande —contestó Elsa — Hay personas en Everland que tampoco nos aceptan a nosotros y puede que perjudique a nuestros familiares.
