Capítulo T R E S

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«Al que le soporto tantas locuras.

Al que le confío todos mis miedos,

Sabiendo que siempre me protegerá de ellos.

La persona a la que...»

Frunzo mis labios mientras reprimo una sonrisa boba.

Que cursi eres.

Suspiro, chocando repetidas veces el extremo de mi lápiz contra la hoja de mi cuaderno personal. Una vez más, me encuentro soltando frases y expresándome de esta manera tan privada para mí. No puedo mentir diciendo que no me gusta esto, a pesar de que suele avergonzarme, lo que escribo es liberador y me fascina hacerlo de la forma en que lo hago.

A veces, solo son un derrame de lo que siento, porque de alguna forma tengo que liberarme de esas cosas que suelo callarme y que no me atrevo a decir o a expresarlo como quisiera. Pero es diferente, cuando esas palabras y oraciones los acompaña una melodía. Simplemente todo... fluye.

—Toc, toc —. Salgo de mis pensamientos, llevando mi atención a la entrada de mi habitación, viendo a mi hermana recostada en el marco de la puerta.

— ¡Hill! —exclamo, levantándome de la silla frente al escritorio para correr hacia ella y abrazarla.

Hillary es mi hermana mayor, es una de las personas a la que más amo en este mundo, es todo lo que necesito, mi confidente, consejera, psicóloga, cuidadora, guarda espaldas y entre otras cosas. Siempre hemos sido unidas a pesar de tener siete años de diferencia y que hace unos años tuviera que mudarse a un lugar más cerca de su universidad. Siempre nos reguardamos y nos apoyamos una a la otra.

— ¿Cómo esta mi atolondrada hermanita? —pregunta, devolviéndome el abrazo. Alzo mi rostro para encontrarme con esos ojos achocolatados que heredó de papá. Como el cabello castaño claro.

Yo, en cambio, soy una mini copia de mi madre, con los mismos ojos color miel y el cabello cobrizo. Las únicas similitudes que comparto con Hill, son las ligeras pecas y lunares en nuestra piel blanquecina.

—Estoy bien, ¿Cómo esta mi desastrosa hermanota?

—Si te contara el último desastre que hizo —dice, Camila, la mejor amiga de mi hermana, llegando.

— ¿Y que habrá hecho ahora peligro andante? —pregunto, divertida, viendo a Cami sonreír antes de abrir su boca.

—Eso no importa ahora —le corta mi hermana—. ¿Ya estas lista para llevarte a la fiesta? ¿A qué hora viene tú amiga?

—Debe estar por llegar, aunque aún queda tiempo —respondo, yendo de nuevo hacia mi cama para cerrar mi cuaderno personal— ¿Y... algún plan con Noah? —le pregunto a Hillary, refiriéndome a su novio, el hijo mayor de los Jones.

Ella entra a la habitación, seguida de Camila, se sienta al borde de la cama y hace una mueca con sus labios.

—No. Noah está muy ocupado. —Se encoge de hombros— Tiene mucho trabajo en la empresa.

Puedo ver que hay algo de aflicción en sus palabras. Últimamente las cosas no están muy bien entre ella y Noah; ha habido muchos mal entendidos entre ellos.

—Y tu pequeña Blake, iras a la fiesta con Nathan ¿no? —. Casi se me cae el cuaderno cuando iba a ponerlo en mi cómoda ante la pregunta de Camila.

—Bueno... eh...—Aclaro mi garganta, volviendo a la comodidad de mi cama donde ambas mujeres me observan.

— No pudiste ¿Verdad?

—Por supuesto que no pudo. Estoy segura de que si lo hubiera hecho Nate habría aceptado.

— ¡Tú no sabes eso, Hill! Además... —Miro hacia mis pies—. Él ya tenía con quien ir.

El Sentimiento de una CanciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora