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—Shhh, tranquila—acaricio la espalda de Evie mientras entro a la cocina en la madrugada, bostezando antes de encender las luces de poca intensidad y apresurarme a prepararle el biberón a mi hija

Aurora estuvo jugando todo el día con los niños, y esto al final no hace parte de su trabajo mientras yo esté aquí. Ella es su nana y hace todo mientras yo no estoy; pero a mi me gusta encargarme de mis hijos, así que lo hago y ya está.

Stefan

El tarareo de una melodiosa canción mientras bajo las escaleras llama por completo mi atención.

Es una voz dulce, melodiosa y hermosa, pero es un idioma que no conozco, así que no logro descifrar que es lo que dice.

Me encamino a la cocina en busca de hacerme un té para poder conciliar el sueño, igual que debo hacerlo todas las noches desde que perdí a mi familia y la tranquilidad de poder dormir en paz se fue con ellos.

Siempre hay algo. Insomnio, recuerdos, mis pensamientos o pesadillas demasiado vividas de ellos que no me gustaría recordar en este momento.

El descanso se volvió insignificante para mi hace tres años.

Lo que pasó con mi familia es lo que más me pesa y siempre me va a pesar. Siempre me pesará el que ellos hayan sido perjudicados por una guerra de la que ellos ni siquiera sabían.

Fueron asesinados de forma tan horrible por algo en lo que ni siquiera pude decidir si estar o no, simplemente estuve dentro en el momento en el que me acerqué a Rachel.

No la culpo, ni siquiera un poco, pero sin duda a veces me pregunto qué habría pasado si solo no me hubiera cegado por su belleza y no me hubiese acercado a ella en la central Francesa.

Mi vida no se habría vuelto una masacre, supongo.

Me sorprendo cuando entro a la cocina, encontrando a la general tarareando una canción de cuna para Evie, la menor de sus hijas, que yace entre sus brazos con los ojos cerrados mientras su madre sostiene un biberón en la boca de la pequeña mientras se balancea de un lado a otro luciendo como el ser más divino que he visto en toda mi vida.

No ha amanecido, así que solo las luces de fuera de la casa y las suaves luces encendidas en puntos estratégicos de la cocina logran iluminar un poco a la rubia, pero es imposible de creer que una luz tan poco favorecedora para cualquiera a ella la haga ver como un magnífico ser de otro mundo.

Tiene un albornoz blanco abierto cayendo por sus costados, el cabello rubio también cae sobre su espalda de forma despreocupadamente hermosa y la luz de fuera contra la oscuridad de dentro hace que sus curvas se reflejen en la tela blanca de la prenda para dormir.

—Hola—saludo en voz baja y su cabeza de inmediato voltea en mi dirección

—Stefan, hola—saluda, rozando la frente de Evie con sus labios

No debería estármelo preguntando. No después de haber visto tantas madres amorosas en la FEMF, pero ella verdaderamente trata a sus hijos con una adoración que me sorprende para el historial que tiene.

El que solo la conoce por sus méritos jamás creería lo que ve: creería que la general es la mujer más fría y sin escrúpulos del mundo. Y sin embargo, me ofrece una sonrisa amable mientras le tararea lo que supongo es una canción de cuna a su hija.

—General—le ofrezco una sonrisa—. Lamento si interrumpo.

—Tranquilo, ella ya está dormida—se da la vuelta y aparto los ojos al notar que lleva un simple camisón de seda—. ¿No puedes dormir?

Niego, acercándome a uno de los gabinetes para sacar la pequeña olla que lleno con agua para el té.

—¿Cómo va la capitana Johnson?—pregunto, recordando que a la hora de dormir ella solo bajó a besar a sus hijos, acostarlos, y de nuevo subió al tercer piso

—Es grave—admite y me tenso. «Imagino lo horrible que es, y ni ella ni el capitán Patrick merecen pasar por esto»—. Tomará más que un par de semanas averiguar cuál es la cura y... dios sabe cuánto tiempo le llevará recuperarse. El caso es aún peor que el de Owen.

—Supongo que el tratamiento de Owen ayuda a ello, ¿no?

—Algo así—suspira y la miro a los ojos para darle mi completa atención, pero quedo atrapado en ese glorioso gris claro—. Con Owen... el veneno ha fortalecido su resistencia mientras debilita su sistema, es la consecuencia de haberlo tenido dentro durante su desarrollo. Pero a Alexa la atacó directamente a todos los órganos, y...—niega— olvídalo, mejor no dar detalles.

—Créame, ya no hay nada que pueda oír o ver que me perturbe—. «A excepción de lo que proyecta mi cabeza cada noche»

—Siempre hay algo—murmura, parpadeando un par de veces antes de respirar profundo—. ¿Me seguirás tratando de usted? Porque no trabajas para mi, así que puedes tutearme.

—La costumbre con los superiores—le ofrezco una sonrisa de disculpas—. El coronel odia que todos lo tuteen, Gauna también y el ministro... es el ministro.

—Era—corrige y asiento—. Gauna es un idiota de vez en cuando y Christopher solo es un imbécil clasista que solo busca el mínimo defecto para hacerte sentir inferior.

Levanto las cejas.

—¿Lo hizo con usted?—pregunto y sonríe con burla—. Contigo. Lo siento.

Asiente.

—Eso está mejor—respira profundo—. Conmigo lo hacía. Él sabía que mi madre no era la mejor, en una discusión simplemente intentó usarlo para herirme y terminé gritándole un montón de cosas que lo hicieron odiarme por un mes entero—se encoge de hombros—. Los hombres como Christopher hacen lo que quieren contigo hasta que les pones un freno.

—¿Y por qué es su amigo?—la pregunta se me escapa y ella ríe divertida, lo que ilumina brevemente sus ojos y le saca unos hoyuelos en las mejillas. «Es hermosa»

—Porque a pesar de que es un mierdilla—rueda los ojos y exhala—. También es un amigo leal, fiel. Me ha visto en las peores y se ha quedado. Me ha salvado la vida más de una vez y... al final de todo es él quien siempre se queda. Siempre está.

Bueno, cualquiera dudaría de ello después de haber visto como el coronel trata a sus amigos. Pero algo en la forma en que lo dice me hace creerle.

»Igual que tú con Rachel, supongo—dice y levanto las cejas—. Conozco la historia, los chismes corren como pólvora.

Aprieto los labios disgustado por el hecho de que todos conozcan la historia. Que todos se crean con el derecho de conocerla.

—Supongo que de cierta forma si. Como yo con Rachel.

Deja el biberón de Evie en el lavaplatos y la acomoda para comenzar a sacarle los gases de una forma tan distraída y natural que es hermoso de ver.

Ella luce como si no le costara trabajo. Y yo he visto de primera mano que es un trabajo duro ser padre. Sin embargo, para ella parece lo más fácil y natural.

—¿Tía?—Mara entra a la cocina restregándose los ojos y de inmediato nuestra atención va hacia la pequeña que tiene un puchero en sus labios

—Hola, bonita, ¿pasa algo?—Ayleen se acerca y se agacha frente a ella quitándole el flequillo de la frente para que no le estorbe en los ojos

—¿Puedo dormir contigo?—le pregunta y Ayleen respira profundo antes de asentir, ofreciéndole una sonrisa tan dulce que me calienta el corazón—. Gracias.

—No hay de que, bonita—le besa la frente antes de levantarse y ofrecerle la mano, dejando que la pequeña la tome—. Subamos. Buenas noches, Stefan.

—Buenas noches, Ayleen—me sabe extraño decir el nombre

—Buenas noches, Stefan—Mara sacude su mano en mi dirección y sonrío imitando su gesto mientras las veo salir de la cocina

Si hay algo que he notado es la educación tan dedicada y buena que le han dado a esos niños. Todos son extraordinarios, incluso Aiden siendo el más cerrado y alejado de todo y todos.

Los educaron con amor, eso es obvio.

Take My Soul [Stefan Gelcem]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora