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Stefan

—¿Ocupada?—toco suavemente la puerta abierta de la habitación de Ayleen y ella levanta la vista de su laptop

—Revisaba algunos expedientes—me ofrece una pequeña sonrisa—. Cierra detrás de ti, por favor.

Asiento, entrando a la habitación antes de cerrar con seguro detrás de mi y apoyarme contra la puerta, viéndola dejar su laptop cerrada a un lado antes de cruzarse de piernas.

Su bata de seda se abre y el aliento se me atasca en la garganta cuando veo la lencería blanca que la hace ver como una diosa encarnada.

Su cuerpo es exquisito, hermoso. Sus suaves y marcadas curvas, sus pechos, y como se le ajusta la lencería. «Joder»

La polla se me tensa en los pantalones, más dura de lo que nunca ha estado mientras veo a la mujer que me cautivó desde el momento en que la vi por primera vez.

—¿Vienes?—se levanta y camino hacia ella, repasando su cuerpo con cada oportunidad disponible porque es imposible no deleitarse con ella

Su cabello dorado cae sobre su espalda, luce preciosa de todas las malditas formas en la que la he visto pero esta... es mi favorita hasta ahora. La sonrisa suave pero coqueta en sus labios y la mirada de deseo en sus ojos.

—Eres preciosa, Ayleen—llevo mis manos a su cintura y ella sonríe con una arrogancia que no me molesta, más bien me resulta tierna y divertida—. Te ves... como un ser de otro maldito universo, no pareces real.

Ríe, rodeando mi cuello con sus brazos mientras la pego a mi pecho, con el encaje de su sujetador rozando mi camiseta mientras el pantalón se me hace cada vez más pequeño, logrando que la erección sea tan dolorosa que es poco creíble.

Me inclino y tomo sus labios en un beso, sintiendo que la piel se me calienta cuando acaricio su lengua, sintiendo su sabor dulce llenarme la boca.

La presiono contra mi cuerpo, sintiendo que la necesidad de tomar más, de fundirla contra mi piel, se siembra en mi pecho clavando sus garras justo ahí.

Mis manos recorren su cuerpo, bajando hasta sus caderas y su trasero, haciéndola gemir cuando lo magreo, disfrutando de la forma en la que mis manos no lo abarcan.

Luego una de mis manos acaricia el borde de sus bragas y ella se empuja contra mi pidiéndome que la toque ahí, así que hago sus bragas a un lado y abro sus pliegues para acariciar su clítoris.

Ella se estremece y gime, haciéndome gruñir porque son el sonido más exquisito que he escuchado en mi vida.

Está empapada, mojando mi palma con sus fluidos mientras yo la acaricio con suavidad, sintiendo como se estremece y escuchando como gime contra mis labios.

—Stefan...—gimotea—, necesito que me folles. Por favor.

Joder, esas palabras me llenan de una necesidad animal que me hace llevarla a la cama, viéndola sonreír mientras se deshace de la bata quedando solo en lencería.

Me deshago de la camiseta y de los pantalones, sintiéndome mejor que nunca cuando sus ojos se llenan de deseo al recorrer mi cuerpo.

No soy el hombre más ejercitado del mundo, pero hago mi trabajo y me mantengo en forma con músculos marcados.

Me subo a la cama con ella, que abre sus piernas para dejarme posicionar entre ellas inclinándome para besar la piel sensible sobre sus pechos, escuchándola comenzar a respirar acelerada cuando mi erección roza su entrepierna.

Sus manos aterrizan en mis pectorales y lame sus labios mientras baja por mi pecho, llegando a mi vientre antes de deslizar su mano dentro de mis bóxers.

Gimo cuando su pulgar acaricia mi glande, tomando mi polla con firmeza mientras besa mi mandíbula, acariciando arriba y abajo dejándome disfrutar de sus labios sobre mi piel.

Me empujo contra su mano y ella ríe divertida, masturbandome con su pequeña y delicada mano de una forma que me hace tensar.

—Eres grande—muerde mi labio inferior—. Y estás tan duro... ¿es por mi?—el deseo brilla en sus ojos por la pregunta

«Oh, maldita sea. Esta mujer es una jodida fantasía»

—Si, Ayleen—dejo un camino de besos por su cuello—. Estoy jodidamente duro por ti, y quiero follarte—la miro a los ojos, ahogándome en ese mar plata—. ¿Puedo follarte?

—Por favor—gime asintiendo, y me deshago de mis bóxers—. ¿Estás limpio?

No he follado en tres años, joder, estoy más limpio de lo que me gustaría. O no, porque cualquier espera vale esto.

—Si, ¿y tú?

Asiente, y no le doy más largas al asunto, haciendo sus bragas a un lado para deslizarme dentro de ella con una facilidad que me hace gemir.

Ella jadea, clava sus uñas en mi piel y rodea mis caderas con sus piernas recibiéndome gustosa.

Sus paredes se aprietan alrededor de mi polla de una forma que me vuelve jodidamente loco, y me hace retroceder para esta ves llenarla de una estocada dura que le arranca un sonoro gemido.

Una de sus manos sube por mi nuca y entierra sus dedos en mis hebras arqueándose contra mi mientras la embisto, sintiendo mi polla llena con su humedad deslizarse con tal facilidad que agranda una necesidad animal de tomarla.

Deslizo mi mano por la curva de su cintura, bajando por su cadera hasta tomar su pierna, levantándola un poco más para llegar a un ángulo más profundo que la hace jadear y cerrar los ojos mientras yo me deleito con sus expresiones de placer.

—Te sientes tan bien—gimotea—. Más.

—¿Más?—comienzo a embestirla más rápido y ella asiente, tirando de mi para unir nuestros labios de nuevo

La dejo llevar el control del beso, me mantengo en su ritmo acariciando nuestras lenguas mientras la sigo follando, aumentando la fuerza.

—Eso... joder—muerde mi labio—. Stefan...

—Si, Ayleen, ¿te gusta?—joder, mi nombre en su boca sonaba como la más hermosa melodía—. Déjame escucharte.

Gime, moviendo sus caderas para encontrarse con mis embestidas, siguiendo mis movimientos con una facilidad tan hipnotizante que parece que estuviera alucinando.

Me toma jodidamente bien, sus paredes me aprietan con fuerza y ella abre sus ojos, fijándolos en los míos para dejarme ver el más crudo placer que he visto en mi vida.

Bajo los tirantes de su sujetador y gruño cuando por fin veo sus pechos, firmes, con sus pezones de un rosa ligeramente oscuro. Me inclino y tomo uno de ellos en mi boca, escuchándola casi gritar cuando mi lengua se arrastra a través de este, rozando con mis dientes antes de succionar suavemente.

El placer me recorre la columna cuando sus paredes me aprietan más y ella respira agitada, gimoteando y jadeando mientras se arquea contra mi, ofreciéndome sus pechos con desespero, y yo no puedo jodidamente contenerme.

Chupo, lamo y muerdo suavemente guiándome con sus gemidos para saber lo que le gusta mientras la follo, escuchando la cabecera de la cama chocar contra la pared.

—Dios, si. Stefan...—Ayleen se aprieta a mi alrededor con espasmos que me vuelven jodidamente loco, haciéndome embestir con desespero mientras siento la presión llenar mi polla

Me vacío dentro de ella con un gruñido y ella jadea mordiendo suavemente mi labio, jadeando tanto como yo mientras ambos intentamos recuperarnos.

Sus labios acarician mi mandíbula y no puedo evitar suspirar ruidosamente cuando sus uñas se arrastran sobre mi nuca de forma suave, causándome unos escalofríos que me hacen querer quedarme en esta jodida cama toda la noche con ella a mi lado.

«¿Qué mierda es eso? ¿A qué acabo de sentenciarme?»

Take My Soul [Stefan Gelcem]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora