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—Oye, ¿qué haces aquí?—frunzo el ceño cuando las puertas de acero del laboratorio se cierran detrás de mi y veo a Bastian sentado en el piso en el pasillo.

—Vi a la hija de Christopher jugando con los niños, no me apetecía estar ahí—informa y respiro profundo—. No los odio, tía. Simplemente verlos me recuerda a él.

—Okey—me siento a su lado y estiro las piernas—. Al menos no los odias. Es algo.

—No, sé lo que es que te odien por quien es tu padre—resopla y asiento, mordiendo el interior de mi mejilla antes de suspirar.

—Tu madre te amaba más que a nadie en este mundo—tomo su mano entre las mías—. Recuerdo que, a pesar de la amargura de quien era tu padre, ella estuvo muy feliz al enterarse del embarazo. Tú eras su pequeño tesoro—levanto mi mano y acaricio su cabello.

»Ella, Christopher y yo fuimos buenos amigos, pasamos por muchas cosas juntos—aprieto los labios—. Tu madre estuvo muy mal cuando sus padres murieron. No veía un mundo sin ellos. Hasta que llegaste tu a iluminar su vida. No quiero que pienses que ella no te amaba. Ella lo hacía con toda su alma. Pero ella era muy buena y no podía evitar ayudar a gente inocente, sobretodo si estaban familiarizados con personas a quienes había jurado apoyar.

Christopher es un hombre muy difícil. Su carácter no es algo fácil de soportar. Uda y yo quisimos asesinarlo muchas veces a lo largo de los años.

Pero ambas pasamos por cosas difíciles. Y ambas fuimos apoyadas incondicionalmente por Christopher. Él dió la cara por ambas, nos protegió cuando lo necesitamos.

Uda nos conoció a ambos en el Mortal Cage. Ella era todo un rayo de sol, amable, soportaba las insípidas respuestas de Christopher y recuerdo cuanta gracia me causó verla enfrentarse a él como si nada.

No era exactamente amiga suya al principio, sino mía. Ambas estábamos interesadas en temas cercanos y hasta me llevó al hospital de sus padres en Gehena para que viera como eran las instalaciones medicas y convencerme de trabajar ahí una vez terminara mi carrera.

Era solo dos años mayor que nosotros pero tomó un buen lugar como amiga y guía. Era Reece en versión femenina y quizás menos bromista.

Ambas éramos leales a Christopher. Tanto que ella ni siquiera habló conmigo sobre los mellizos, seguro que para evitar arriesgarme también y no avivar mi dolor por la muerte de Reece poco antes de la supuesta muerte de Christopher.

—Ella siempre hablaba de ti y Christopher—me sonríe—. Tenía un álbum lleno de fotos con ustedes. En el Mortal Cage y en la universidad.

—Hasta hoy, tres años después, Christopher no puede ver a Aiden—le confieso y levanta las cejas—. Se culpa por la muerte de Reece. Y sé que también lo hace por la muerte de Uda. No es algo que él supere, es dolor con el que vivirá porque cree que son las consecuencias de sus actos.

—Mamá lloró la muerte del tío Reece—respira profundo—. Yo también estaba triste. Recuerdo que ella no tardó nada en empacar nuestras cosas y viajar a donde estabas.

—Y ella fue un gran apoyo—beso su frente—. Ella amaba a los Morgan incluso si Thomas fue una mala experiencia. Me amaba, amaba a Christopher. No quiero que la culpes por... ser buena.

—No lo hago—niega, mi pecho se aprieta cuando sus ojos se llenan de lágrimas—. ¿Cómo hago para vivir sin mi mamá? ¿Cómo puedo verlo a él, a sus hijos, sin ver el sacrificio de mi madre?

—Puedes verlo como algo positivo, eso hago yo—mis ojos también se llenan de lágrimas—. Reece estuvo en la mira de la mafia por ayudar a Rachel. Se sacrificó por una chica a la que él quería como a una hija, y cada vez que veo a Rachel y a esos niños, veo el sacrificio de mi esposo. Que aún sabiendo su destino, lo volvería a hacer. Porque así era él.

Take My Soul [Stefan Gelcem]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora