02.

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Día anónimo.

Arrastrada por el campus como si no se tratara de nada, su uniforme rasgandose en la oscuridad de la noche.

Sus gritos no podían escucharse, estaba demasiado lejos de los dormitorios como para que alguien pudiera ver lo que estaba pasando realmente.

Ambos conversaban como si ella no fuera un peso mientras era arrastrada brutalmente hasta llegar a la habitación prohibida número 52, tan callada.

Su cuerpo fue arrojado al mármol, la puerta cerrandose únicamente para ver la oscuridad sumergirla.

Una luz se encendió, la de cabello castaño largo observaba desde una silla, sus piernas cruzadas completamente vestida de negro mientras tomaba una copa de vino.

Teniendo a sus protegidas de cada uno de sus lados, quienes sonreian.

La pelinegra parada con un cigarrillo encendido entre sus dedos, mientras que la rubia estaba sentada en la orilla del sofá individual donde estaba su superior, jugando con unas navajas a juego, moviéndola entre sus dedos y tirándola para después atraparla.

Habían algunos más rodeando todas las paredes del cuarto, pero ellos tenían máscaras negras que cubrían todo su rostro y estaban parados con sus manos detrás, no podía verse quien era cada quien, y no es como si le sirviera de algo saber quien era.

Las lágrimas bajan por sus mejillas pero es tan inútil intentar pelear.

—¿Has escuchado el rumor? —Escucho en un murmuró, uno muy suave pero también delicado al mismo tiempo.

Su cuerpo tembló, todos sabían que significaba eso. Observó a la rubia acercarse al oído de la castaña, murmurando algo antes de que sus carcajadas se escucharán por todo el cuarto de manera maniática.

La mirada de la rubia se encontró con la de ella, pero no la reconfortaba.

—Incumpliste la regla, dañaste el juego al abrir tu sucia boca. —Escupió como si fuera veneno, sus facciones con asco.

—M-me equivoque, por favor líder, no volverá a suceder. —Su voz asustada hizo eco por todo el cuarto, pero nadie parecía que tendría piedad.

—L. —Dijo la castaña desde su asiento, la pelinegra acercándose para tomar el rostro ajeno, aprisionando su mandíbula en su mano, exhalando el humo del cigarro en su rostro.

Estaba aterrada con la cercanía, intentaba moverse para soltarse pero era inútil con las sogas cuidadosamente atadas que la aprisionaban.

—Tu nos obligaste a hacer esto, pensamos que eras buena pequeña J, nos equivocamos. —La pelinegra dijo con una sonrisa, acariciando su mejilla.

El como únicamente hablaban con sus iniciales comenzaba a ponerle los nervios de punta.

—P-por favor no me maten, puedo decirles algo de utilidad. —Intento negociar pero ninguno parecía estar dispuesto a hablar civilizadamente.

Sintió la punta del cigarro en su mejilla, soltando un grito desgarrador ante la quemadura qué palpitaba en su piel.

—Los rumores duelen cuando llegan a oídos equivocados. —Una vez más la voz suave y delicada llego a sus oídos.

Escuchaba el andar de unos tacones dirigirse hacia ella, la líder tenía sus manos detrás de su espalda con una sonrisa, sus facciones felinas resaltando entre la escasa luz del sol.

—La dañaste, provocaste dolor, ahora es tu turno de sentirlo igual. —Una fuerte patada en su estómago la hizo retorcerse con dolor, había lágrimas en todo su rostro.

—¡Por favor no! —Grito con la última esperanza de ser liberada.

—Pequeña Jiwon, no nos hagas ser más rudos de lo que deberíamos. Los gritos atraen, mientras más atraen habrán más secretos y mientras más secretos hay más dolor. —Tomo su cabello y lo tiro con fuerza, provocando un dolor punzante en su cuero cabelludo—. Así que no crees más dolor, Jiwon.

La líder la solto, dejándola tirada en el suelo para ser seguida por la pelinegra.

La rubia comenzaba a reír maniáticamente mientras era su mano era tomada por aquella pelinegra, pasando justo a su lado para salir del cuarto, siendo la líder la última en pasar por la puerta, volteando a ver por encima de su hombro con una sonrisa.

Hubo un gran silencio, no podía escucharse nada, solo por unos segundos.

—¿Escuchaste el rumor? —Fue el último sonido en seco que escucho, todos lo que rodeaban la habitación dieron un paso al frente, en su mente sonaba como una especie de orquesta de música de terror.

La habitación se inundó de sus gritos y súplicas mientras la puerta era cerrada, el protocolo finalmente siendo ejecutado de la manera correspondiente, librando a la basura.

La castaña camino hacia la habitación que compartía la pequeña Jiwon, entrando para ver a Soyaa profundamente dormida en el lado izquierdo de la habitación, la suave luz de la noche colandose por la puerta.

Dejo una nota encima de la almohada de Jiwon junto a una rosa roja como muestra de luto, mirando por última vez el cuarto su cuerpo se movió por su solo hasta Soyaa.

Su dedo lleno de la sangre de quien antes solía ser la compañera de la actriz, dejo una marca debajo de su ojo, una línea recta con aquella sangre.

Una advertencia para los demás alumnos, mientras dejaba un suave beso en la comisura de los labios de la nueva integrante del consejo.

Salió del cuarto mientras un mensaje era enviado a todos en la escuela.

"Repite los pasos, repite la advertencia, solo procura que no salga de la puerta."

love talk ✧ jensooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora