Llamas

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Llamas


Aegon sonrió al ver el traje puesto en su cachorro, quien extendió sus brazos dando una vuelta para que apreciara completo el trabajo de las doncellas al vestirlo.

—¿Cómo me veo, mamá?

—Como un príncipe.

Se acercó para acomodar ese cuello como el collar con el blasón de las casas de los Siete Reinos que ya estaban esperando en el salón del trono para jurar lealtad a su nuevo Príncipe Heredero. Aegon miró el rostro emocionado de Aemond, acariciando sus mejillas sonrojadas, besando su frente con ternura.

—Mi bebé, hoy es tu día.

—Gracias a ti, mamá.

—Vamos, tu padre ya debe estar nervioso.

—Dijiste que así debía ser.

—Es cierto.

Tomó la mano de su hijo para guiarlo al salón, sin perder su sonrisa al aproximarse a las puertas, recordando esos tiernos momentos cuando lo mecía en su cuna para que durmiera luego de tomar su leche, cuando lo ayudaba a caminar, sujetándolo a tiempo antes de que cayera de costado. Las veces que cepilló sus cabellitos suaves, cantándole para distraerlo. Todas las ocasiones en que lo correteó por los pasillos para que se diera un baño porque el muy travieso se había ido a meter con los dragones, regresando todo lleno de hollín y lodo. Cuando suplicó por su vida a Viserys, ambos marchando hacia el Norte sin saber qué iba a hacer de ellos, él pensando en sacrificar toda su persona con tal de mantenerlo sano y salvo.

Ahora estaba por convertirse en Príncipe Heredero de todo Poniente, el futuro soberano de los Siete Reinos y si los dioses eran piadosos, con mucha probabilidad en la pareja del Señor de Marcaderiva. La Guardia Real abrió las puertas, dejándolos entrar. El rey Jacaerys se levantó de su trono, mirando orgulloso a su Rey Consorte escoltar a su cachorro hasta el pie del trono, admirando ese traje y asintiendo al tomar su espada cuya punta clavó en el suelo, mirando a su corte.

—Yo, Jacaerys I, el primero de mi nombre, Rey de los Ándalos, los Rhoynar y los Primeros Hombres, Señor de los Siete Reinos y Protector del Reino, presento ante ustedes a mi hijo, Aemond Targaryen, cachorro de mi Rey Consorte Aegon Targaryen, quien en acuerdo conmigo elegimos este día propicio para ungirlo ante ustedes como Príncipe Heredero bajo las leyes de Poniente con la bendición de los dioses antiguos y nuevos. Señores de las casas de Poniente, presenten su juramento que habrán de cumplir cuando llegue el momento, igual que sus casas y descendientes.

Con un asentimiento a Aemond, el rey miró a Tyland Lannister quien como Mano del Rey le entregó a su pequeño su nuevo medallón de Príncipe Heredero mientras el monarca descendía para tomar la fina corona de las manos de Aegon quien le guiñó un ojo, entregándosela y colocarla sobre la cabeza de su hijo, besando su frente, palmeando apenas su espalda para recibir el primero de los juramentos que no pudo ser sino de su hermano Rickon Stark. El joven sonrió, hincando una rodilla e inclinando su cabeza con su espada de acero Valyrio clavada en el suelo.

Sweet child o'mineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora