Duelo

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Duelo


Aegon encontró al rey mirando en silencio al arciano, con las manos cruzadas frente a él, muy serio en su armadura ya listo para partir hacia Harrenhal, el último bastión de Daemon. Todavía llevaba el cuello, costado y mano derecha vendadas como su muslo izquierdo, pero ya no quiso esperar más, el reino no soportaría por más tiempo esa guerra ni él tampoco. Miró a Jacaerys, en verdad tenía una fuerza proverbial con semejantes heridas encima y levantándose antes de tiempo para continuar. Semejante esfuerzo debía ser recompensado con una voluntad similar en él, no tenía tanto tiempo para lamentarse o de lo contrario el Príncipe Usurpador contraatacaría.

—¿Jacaerys?

Este pareció salir de sus pensamientos, sonriéndole apenas al girarse hacia él.

—Lo siento, ¿ha sucedido algo importante?

—Quería saber cómo te fue con Lucerys.

—Bien, en realidad a él no le hace diferencia ser o no mi sucesor.

—¿Le dijiste sobre Aemond?

—Todavía no.

—¿Por qué?

—Aegon... él quiere continuar con el compromiso.

—¿Disculpa? —Aegon parpadeó atónito— ¿Mi hijo le quitó un ojo y aún así desea casarse con él?

—Lucerys dice que fue un accidente que él mismo provocó.

—Está loco.

—Te dije que ha cambiado, hablaba en serio —el Alfa negó apenas— ¿Cómo estás?

Aegon se encogió de hombros, desviando su mirada al arciano. —Un poco mejor, me supongo. Ayuda mucho que todo esto es un caos terrible y me mantiene ocupado.

—Quisiera pedirte...

—No —el Omega gruñó, adivinando qué iba a pedirle— No me voy a quedar atrás mientras tú sigues malherido liderando las batallas.

—Escucha, Aegon, hay un jinete que no ha peleado pero es tan diestro como si hubiera sido criado aquí, es la amante de Daemon.

—¿Amante? Además de traidor, infiel.

—Temo que la veremos en Harrenhal, junto con Caraxes sería demasiado para ti.

—Dijiste que vendrían los otros.

—Y esos son más que suficientes.

—Contigo sin volar, peleando en tierra la respuesta es no, Jacaerys. En tanto tengas la corona en la cabeza no puedo permitir que te suceda algo, ya te lo dije, también lo hago por mi cachorro.

—Tyland dice que es muy probable que Daemon sepa ya de Aemond y nosotros.

—No lo dudo, maldita serpiente. Con mayor razón no me quedaré atrás, recuerda tu promesa.

Sweet child o'mineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora