Vayanse a la mierda

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Papá estacionó el auto, y luego de que me deseara un lindo día, caminé hasta la puerta de mi escuela. Entré y subí rápidamente las escaleras, ya que estaba llegando tarde. Llegué hasta donde estaba mi casillero, cuando las ví pasar a Clara e Irene. Estaba por ir a saludarlas, pero...

-¿Va venir Mara hoy?- le preguntó Irene a Clara, mientras ella se encogía de hombros. Todavía no me habían visto.

-No se, ni tampoco me importa.- fue su respuesta, mientras seguían caminando, acercándose cada vez más a donde estaba yo. La respuesta de Clara me había sorprendido bastante. Tal vez estaba teniendo un mal día, o eso es lo que quería creer. Para que no me vieran, me escondí detrás de los casilleros, haciendo un gran esfuerzo para poder seguir escuchándolas ya que todo el mundo hablaba por los pasillos.

-¿No...?- dije Irene.

-No. ¿Desde cuándo nos importa?- le dijo Clara, ya perdiendo la paciencia.- Cuando llegó al secundario se le dio por querer hablarnos, y ahora se cree que somos sus amigas, pero en realidad no es más que una estúpida que no nos deja en paz.

-Ah...-murmuró Irene.

-Y no solo es tonta. ¿No viste lo fea que es?-se burló Clara.-Su pelo siempre es un asco, y parece una tabla de lo plana que es...

Dejé de escucharlas ya que corrí al baño de mujeres y me encerré ahí, sentada en uno de los inodoros y abrazando mi mochila, tratando de no llorar.

"¿Desde cuándo nos importa...?"

"No es más que una estúpida que no nos deja en paz."

"Su pelo siempre es un asco, y parece una tabla de lo plana que es..."

Las palabras de Clara no paraban de sonar una y otra vez en mi cabeza, y las lágrimas empezaron a escapar de mi ojos. El timbre sonó, pero yo ni quería levantarme e ir a clase, no quería ver a Clara e Irene.

"Yo sabía que no me querían..." me dije a mi misma. Nunca me habían tratado demasiado bien, pero como no tenía amigos, no sabía que era que me trataran " bien o mal", y yo dejé que me trataran como si fuera mierda. Tal vez, después de todo, Clara tenía razón: era una tonta.

(...)

-Hola florcita, ¿Cómo te fue en la escuela?- me preguntó mamá mientras yo entraba a casa.

-Bien.-respondí, obviamente mintiendo.

Subí las escaleras sin energía hasta mi cuarto y me tiré en mi cama, cansada. Había sido un lunes de mierda. Aparte de haber escuchado a Clara y Irene hablar mal de mi, tampoco había podido estar mucho con Matt, todavía no habíamos terminado el proyecto de Lengua que había que entregarlo en tres días, y tenía demasiada tarea que no tenía ganas de hacer. Lo único que quería hacer en ese momento era llorar todo lo que no había podido en la escuela. Tomé mi almohada y enterré mi cara en ella para soltar un grito agudo, desahogándome.

-¿Por qué me tratan tan mal?¿Qué...Qué hice?¿Qué no hice bien?-sollocé, cuando escuché que alguien tocaba la puerta de mi habitación. Enseguida traté de recuperar mi postura, mirando hacia otro lado para que mamá que acababa de entrar a mi habitación no viera mis lágrimas.

-Hija...¿Estás bien?-me preguntó, sentándose al lado mío en mi cama.

Quise mentir y decir que "si", pero solo negué con la cabeza. Mamá se acercó para darme un abrazo, y yo empecé a sollozar en su hombro.

-Ay linda...¿Qué pasó?-me preguntó y yo le expliqué y le conté lo que les había escuchado decir a Clara e Irene. Cuando terminé, sentí como si me hubiera sacado de encima una carga muy pesada. Siempre me ayudaba a sentirme mejor poder hablar las cosas con mi mamá, y valoraba muchísimo que ella se preocupara por mí. 

Luego de una conversación de madre e hija, ya me sentía mejor. Mamá se fue de mi habitación cuando vió que ya había dejado de llorar, y yo no tuve más remedio que empezar a hacer mis tareas. Me paré de mi cama y me senté en mi escritorio, pero cuando estaba abriendo mi carpeta de Geografía para completar los mapas que nos había pedido el profesor, sentí mi celular vibrar. Lo desbloqueé y ví que tenía una llamada entrante de...¿Maia?

Ella era una de mis pocas compañeras de la escuela que me caía bien, pero casi nunca estábamos juntas, ya que ella y Clara estaban bastante alejadas una con la otra, además que ellas siempre me contaban que Maia y el resto de sus amigos eran malas personas y que no debía estar con ellas. Vacilé un momento si responder o no. Si no hubiera escuchado lo que dijeron Clara e Irene hoy sobre mí, probablemente habría rechazado la llamada, pero por curiosidad y querer saber que quería, terminé aceptando el tono.

-¿Hola?-dije, mientras atendía.

-¡Hola Mara!- saludó ella, y tuve que bajarle el volúmen a mi celular. Me había olvidado que ella solía gritar cuando hablaba.-¿Cómo estás?

-Eh...Bien, gracias.- dije.-¿Por qué me llamaste?

-Bueno, es que no respondías mis mensajes....

Revisé el chat que tenía con ella. Estaba totalmente vacío excepto de la vez que nos habíamos escrito para un trabajo de la escuela, y el chat de hoy, en que me había escrito:

Hola Maraaaa

Te quería preguntar si el miércoles por la tarde estabas libre, por si te gustaría ir conmigo y unos amigos más al cine.

Love uu!

(Llamada perdida de Maia)

-Ah...Lo siento-dije, mientras recordaba que una vez había silenciado su chat porque Clara me lo había pedido.-Pero...¿Por qué me invitas? Yo...No digo que no seamos amigas, pero...-traté de explicarme. No quería parecer mal agradecida con la invitación que me estaba ofreciendo, pero también era algo bastante raro, ya que nunca me había invitado a ninguna juntada, ni yo a ella.

-Ah, bueno, es que...-ella tutibio.-¿Te lo puedo decir mañana en la escuela algún otro momento?Prefiero explicártelo cara a cara y no por una llamada. Me sorprendió bastante su respuesta. ¿Qué era lo que me quería decir tan importante?¿Y por qué ahora sí le importaba y antes nunca lo había hecho?

-Eh, si, está bien.-respondí.

-Perdón por haberte llamado así de la nada.- se disculpó- Parece que no tiene sentido pero...Bueno, si, te explico cuando nos veamos.

-Ok.

-¿Entonces?¿Vienes al cien el miércoles?Así compro otra entrada para ti.

-Si, claro.

-¡Genial! Nos vemos mañana Mara.

-Si, adiós.

Después de saludarla, corté la llamada, con demasiadas preguntas dándome vuelta por la cabeza. Se me estaba haciendo imposible concentrarme. Por si fuera poco, volví a sentir vibrar mi celular. Pensé que tal vez era otro mensaje de Maia, pero cuando desbloqueé el celular y vi de quién era el mensaje pensé que estaba soñando.

Cartas anónimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora