Hola

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-¡Hola Mara!- me saludó Irene, de la mano de Clara.

-Hola- dijo Clara.

-Hola chicas- las saludé, cerrando sin ánimos mi casillero luego de haber sacado los libros que iba a necesitar en la próxima clase. Sip, otra vez lunes, y otra vez saltar por la ventana se veía como una buena opción.

-¿Qué hiciste el fin de semana?- me preguntó Irene, recostando su hombro en el de su amiga.

A ambas las conocía desde que había empezado el secundario, y aunque ya hubieran pasado casi 4 años desde que las conocía, todavía había cosas que no entendía de ellas, había ciertas, no sé, ¿Actitudes? Que no me gustaban.

Si, era verdad que siempre me buscaban, me abrazaban, me querían, me hacían regalos o dibujitos, me saludaban, me contaban cosas de ellas y yo de mi, hacíamos juntadas, pero...

Me prometieron que siempre iban a estar, pero cuando más las necesité tuve que recurrir a Miley, y no a ellas.

"Lealtad"

Me hicieron creer que no iban a criticar mis gustos, pero hicieron todo lo contrario. Las amigas se apoyan, no critican a la otra por pensar o ser diferente.

"Respeto"

Ellas siempre presumían sus logros, pero cuando yo les comentaba sobre algo bueno mío, me decían que estaba siendo egoísta, o que no era nada comparado con lo que ellas habían hecho.

"Humildad"

Y eso solo eran algunos. Eran, tal vez, pequeños detalles que nadie les daba importancia, ¿No? Pero a mi si me importaba.

"Tal vez por eso tienes tan pocos amigos Mara." me dije a mi misma.

-Bien, bastante tranquilo- respondí, empezando a caminar a nuestra aula. -¿Y ustedes?

-¿Nosotras? Solo salimos a comer juntas...- empezó Clara, pero Irene la codeó para que no terminara la frase.- Nada.

Siempre hacían eso, salían juntas a comer, lo publicaban en sus historias de instagram, y luego me lo refregaban en la cara. Me limité a asentir con la cabeza, mientras me iba a sentar en mi lugar al fondo de la clase, sola. La profesora de lengua, Laura, no tardó en entrar al aula, con su pelo negro atado en un ajustado rodete y sus ojos celestes atentos, siempre buscando alguna razón para regañarnos.

-Buenos días- dijo ella, despertando a todos con su potente voz.

-Buenos días- respondimos al unísono.

Lengua no era mi materia favorita, pero por el momento, me estaban gustando los proyectos y actividades que estábamos haciendo, además que la novela juvenil que estábamos leyendo me estaba resultando bastante interesante. Una vez que tomó asistencia, empezó la clase:

-Hoy vamos a empezar un proyecto que va a tomar gran parte de la nota final de la materia, así que escuchen y presten atención- dijo, fulminando a todos con la mirada. Enserio que esta profesora daba miedo.- Van a tener que hacer una presentación sobre algunos de los temas que les dé -levantó su cuaderno, donde se veía que tenía algunas anotaciones- que ahora en un momento voy a decir. Además, van a tener que escribir un texto expositivo que van a hacer en parejas...-se escucharon varios susurros-...Que yo voy a elegir, que van a ser las mismas con las que van hacer la presentación.

Hubo un murmullo de protesta general, pero nadie dijo nada en voz alta.

-Bien, a medida que vaya diciendo los grupos, quiero que vayan sentándose al lado de su compañero para el proyecto, ¿Si?- todos asentimos, y a continuación, ella empezó a decir las parejas para el trabajo.

Solté un suspiro mientras apoyaba mi espalda contra la silla. Dentro de todo no me podía ir tan mal, ¿No? Solo esperaba que no me tocara nadie muy inútil...

-...Mara Pearson, con Mathew Brooks.

Un poco sobresaltada por escuchar mi nombre, miré alrededor del aula, buscando a mi compañero de trabajo. Sabía muy bien quien era, hace unos años había estado bastante enamorada de él, y ahora, tan solo me parecía algo atractivo y ya, o al menos de eso trataba de convencerme. Cuando lo vi le hice señas para que viniera a sentarse a mi lado, cosa que él no tardó en hacer.

-Hola Mara- me saludó, sonriendo.

-Hola- respondí, tratando de no sonar muy cortante como siempre sonaba mi voz, aunque no pudimos hablar mucho más ya que la profesora empezó a pedir que hagamos silencio.

-Ahora que todos me están escuchando, les voy a ir diciendo los temas de los que pueden hablar en su exposición:- soltó un suspiro antes de empezar a dictar.- Causas del calentamiento global, la Revolución francesa, el funcionamiento del sistema nervioso...- paró un momento de hablar para mirarnos.- ¿Que hacen que ninguno está anotando los temas? - en seguida todos tomamos el primer lápiz o lapicera que encontramos, y empezamos a escribir. Cuando terminó de dictar, tenía alrededor de unos 11 temas escritos en mi hoja.

-Claramente los temas se van a repetir, pero lo importante, es que puedan exponer y redactar correctamente el texto -aclaró la profesora.- Ya vimos la estructura de este tipo de texto, pero cualquier duda avísenme. ¡A trabajar!

Enseguida se acabó el silencio del aula y se llenó de murmullos y algunas cuantas palabrotas protestando del proyecto, que no era de lo más divertido.

-Bueno... ¿Qué tema te gustaría hacer Mara?- me preguntó Mathew.

-¿Yo?- dije, atónita de que me preguntara qué era lo que yo quería.- Eh, no sé, tal vez sobre las especies en peligro de extinción, ¿No? Aunque si no quieres hablar de ese tema podemos hacer...

-No no, no hace falta cambiarlo, me gusta el tema. ¿Suena interesante, no?- dijo, mientras yo asentía con una sonrisa en la boca.

(...)

Pasamos el resto de la clase buscando información y empezando la redacción del texto, aunque también nos contamos un poco sobre nuestras vidas y me pude enterar de varias cosas de él: vive con sus padres en una casa medianamente modesta, tiene una hermana que es doctora tres años más grande que él, tiene un perro de mascota, es alérgico al maní, y le encanta jugar al basket, aunque esta última ya la sabía porque siempre lo veía como titular en el equipo de basket de la escuela.

Pasamos gran parte del día juntos. Él se quedó sentado a mi lado durante el transcurso del día, y también estuvo conmigo en los recesos, a pesar de que sus amigos lo miraran un poco feo.

Se me hizo imposible volver a casa sin sonreír. Había tenido un muy buen día en la escuela.

Cartas anónimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora