-Entonces, ¿Qué piensas hacer? -me preguntó Miley.
Ambas nos estábamos caminando, ya que había terminado la clase de ballet. Aunque había llegado bastante tarde, pude de todas formas a ensayar un poco, aunque si tuve que soportar el reto que me dio la profesora Lidia que obviamente merecía.
-¿De qué cosa?- dije, sin prestar mucha atención a la conversación. Mi cabeza estaba totalmente en otra parte...Más específicamente, pensando en Matt...
-De todo eso de tus amigas falsas.- me dijo, logrando traerme de vuelta a la realidad.- Yo si fuera tú, las enfrentaría, les diría que son una mierda de persona y ya.- afirmó convencida.
-A mí también me gustaría hacer eso, pero...
"Pero me dolería demasiado, porque en serio pensé que ellas eran mis amigas."
-...No quiero tener problemas.- mentí, sin atreverme a mirarla.
Miley no dijo nada más, aunque se que ella notó que le estaba mintiendo, pero no me sentía lista para explicarlo. Al notar mi incomodidad, dejamos de hablar del tema y ella me contó un poco de cómo le estaban yendo las cosas, y me dijo que su relación con su novio había mejorado. Aunque en el momento fingí que me alegraba por ella, en realidad deseaba que cortaran y que Miley ya pudiera soltarlo para que dejara de hacerle daño.
-¿Vas a ir a la escuela mañana?- preguntó, peinando su pelo luego de haber estado varias horas atado en un rodete.
-Me gustaría no ir, pero no creo que mis padres me dejen.- dije.
"No quiero verlas, no quiero verlas, no quiero verlas"
(...)
Ir al día siguiente a la escuela, a pesar de haber entrado temblando de miedo, fue mucho menos grave de lo que pensaba. Aunque no me gustaba para nada estar todo el tiempo escapando de Clara e Irene, pasé bastante tiempo con Matt, y también con Maia, que me invitaba bastante seguido a que pasara más tiempo con ella y su grupo de amigos. Pero cada vez que pasaba tiempo con ellos, Clara me miraba con desprecio, porque ambas sabíamos que era como si la estuviera traicionando. Aunque por el momento no pensaba volver con Clara e Irene, me alejaba un poco del grupo de Maia para sentirme menos culpable, pero enseguida me decía que no pasaba nada que estuviera con ellos y volvía, además que Maia me insistía todo el tiempo de que pasar tiempo con ellos: me ofrecía que me sentara a su lado, me compartía los snacks que llevaba a la escuela, o me preguntaba qué opinaba de la conversación. Yo no sabía si de verdad quería ser mi amiga o me hacía pequeños favores para luego usarme, pero prefería no pensar en eso. ¿Y que era eso que quería contarme por teléfono pero no lo dijo? Tampoco me atrevía a preguntarle.
-¿Entonces, vienes hoy al cine?- me preguntó Maia, mientras salíamos de la escuela, porque ya era miércoles.
-Si, claro.-dije, sonriendo.
-Bueno, ¡Adiós Mara!- me saludó Zuri, una de las mejores amigas de Maia.
-Adiós, nos vemos.-las saludé, sin poder evitar sonreír.
Cuando llegué a casa me cambié y me puse unos jeans anchos bastante cómodos y top suelto amarillo pastel, mis zapatillas convers negras y un buso gris abrigado y largo, y sin falta arregle un poco mi delineado. Me despedí de mis padres (a los que ya les había avisado de la salida), y empecé a caminar hacia al cine, y cuando llegué, la vi a Maia haciéndome señas junto a una chica que no conocía.
-¡Hola Mara, que bueno que ya llegaste!- me saludó, con un abrazo empalagoso.
-Hola Maia.- la saludé, devolviéndole el abrazo y sonriendo.
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Cartas anónimas
Novela JuvenilImagínate estar desayunando tranquilamente una mañana cualquiera, de un domingo cualquiera con tu familia, cuando alguien toca el timbre de tu casa. Te paras para ir a abrir la puerta, y te encuentras con un chico de aparentemente tu edad, que te da...