Ir a la escuela fue un puto infierno. No quería estar con Clara e Irene, y ya no me sentía bien pasando tiempo con Maia. Estaba sola. o bueno, casi. Empecé a pasar mucho más tiempo con Matt y él me presentó a sus amigos, Hamilton y Diego, ambos bastante simpáticos y graciosos. Aunque no eran un muy buen ejemplo a seguir y eran bastante desastrosos, se querían, y ya eso era más que suficiente para ellos. Aunque los tres trataban de incluirme, cuando estaba con ellos sentía que no pertenecía ahí, hasta que Matt me tomaba por la cintura o trataba de coquetearme y hacía que olvidara todos mis problemas, logrando hacerme sentir tranquila por unos minutos, pero luego volvía a sobre pensar.
A pesar de haber podido pasar más tiempo con Matt (y ya ahora estaba más que segura que él también gustaba de mi), era un constante sufrimiento tener que estar escapando de mis ex amigas, y sobre todo, de Maia y sus amigos. Los últimos eran demasiado insistentes. Me perseguían todo el tiempo, trataban de preguntarme porque ya no estaba con ellos pero se me hacía un nudo en la garganta cada vez que trataba de responder.
"...Mara, ¿Podemos hablar? Solo un ratito..."
"...No solo es tonta. ¿No viste lo fea que es...?"
Tonta, tonta, TONTA
Me empecé a odiar a mi misma, creyendo todo lo que me dijeron Clara e Irene, porque con cada acción que hacía sentía que confirmaba todo lo que me habían dicho que era. Me insultaba tanto a mi misma con adjetivos ofensivos e hirientes que las palabras empezaban a dejar de tener sentido de tanto repetirlas, pero aún así me pesaba, y mucho.
Pero no tenía a nadie a quién pedirle ayuda.
Cuando llegó el fin de semana, fue como un gran respiro, como cuando un globo lleva reteniendo aire por mucho tiempo y lo suelta de golpe, nada más que en vez de aire, yo estaba conteniendo las ganas de llorar hace bastante. Estaba acostada en mi cama la mañana del domingo sin ganas de bajar a desayunar luego de haber pasado la noche llorando a mares, cuando escuché como alguien tocaba la puerta de mi habitación.
-Ma, no tengo ganas de bajar a desayunar...-empecé, pero una voz que no era ni de mi padre ni mi madre me interrumpió.
-Buenos días Mara.- me saludó, y cuando miré hacia la puerta, lo vi a Sam, sonriendo como siempre. Llevaba puesta una gorra roja y ropa ancha y de colores opacos que usaba con frecuencia, o bueno, lo que siempre usaba cuando venía a entregarme las cartas.
-¿Pero, qué...?.-dije, todavía algo dormida pero completamente atónita. ¿Sam, metido en mi habitación?-¿Pero qué mierda...?-quise decir, pero él me volvió a interrumpir.
-Yo solo vine a entregar la carta.-dijo- Me abrió la puerta muy amablemente tu madre, y después de decirle que te estaba buscando para darte algo, me dejo pasar.- me explicó, recorriendo con los ojos mi cuarto que estaba hecho un desastre, y cuando recordé que estaba aún en pijama, traté de taparme con las sábanas de cama, avergonzada. Quería gritarle que se largara, pero no quería ser grosera, además quería la carta del anónimo.
-No la hechizaste o algo a mi madre ¿No?-pregunté, tratando de disimular mi incomodidad.-Su reacción normal hubiera sido cerrarte la puerta en la cara.- dije.
-Tal vez la hechizé con mis encantos.- dijo él, y yo le lancé mi almohada que él esquivó hábilmente.-¡Ey! No hace falta que nos pongamos violentos, estábamos teniendo una conversación tranquila.- protestó él.
-Que exagerado.-dije, rodando los ojos.- Bien, sin violencia, pero vayamos al grano.-acepté. Extendí mi mano abriendo y cerrando mi pala, dándole a entender que quería la carta. -La carta.- exigí.
-¿Las palabras mágicas?- me molestó.
-¿En serio?- dije, mientras él trataba de poner la cara más seria que podía, cosa que no estaba logrando.-Bien...Por favor.- le pedí.
El sacó la carta de su bolsillo. Me paré de la cama y cuando se la estaba por quitar de la mano, no dejo que la tomara.
-Eso no fue un "por favor" sincero.-protestó, agitado la carta en mi cara, como si me estuviera retando a que se la sacara de las manos. Bien si quiere jugar, juguemos. Me abalancé sobre él y traté de sacarle la carta, mientras él trataba de zafarse de mi agarre.
-Tienes bastante fuerza para ser una chica que lo único que hace es bailar. Por cierto, lindo pijama.- me molestó, pero mientras hablaba se distrajo un segundo y yo pude tomar la carta.
-Ja.- me burlé en su cara, ahora yo agitando la carta en su cara, victoriosa, y él tan solo me miró con el ceño fruncido.
-Bien, tu ganaste, tu ganaste.-dijo él, pero cuando se dio la vuelta para irse de mi habitación, yo lo tomé por el brazo. Sam se volteó para mirarme, y yo guardé la carta que le había escrito al anónimo en su bolsillo. En realidad, no había escrito nada. Había puesto una hoja en blanco, con solo una consigna escrita: "cuéntame algo de ti.", pero me pareció más que suficiente. Sam me dedicó una sonrisa torcida, diciéndome gracias con la mirada, para luego saludarme con la mano e irse. Yo lo acompañé hasta la puerta y me despedí de él, y cuando estaba por subir las escaleras hacia mi cuarto, escuché a mi madre hablarme:
-¿Él es Matt, no?- me preguntó mamá.
Enseguida pensé en decirle que "no", pero dudé un segundo. Probablemente ella había dejado entrar a Sam creyendo que era Matt, por lo que si le decía que Sam no era Mtat me pediría demasiadas explicaciones y yo tendría que explicarle sobre el anónimo. Decirle que si, se veía mucho más fácil.
-Si, el es Matt.- mentí.
-Que simpático y educado que es ¿No?- dijo mi mamá, levantando los platos del desayuno, y yo me acerqué para ayudarla.
-Si, claro...-dije con sarcasmo, dejando los últimos platos en el lavadero.
Subí las escaleras a mi cuarto, y me encerré ahí para poder leer la carta, no sin antes mirar la hora: 10:34. Si, tenía tiempo antes de mi clase de danza contemporánea. Tal vez, por primera vez en mi vida no llegara taan tarde. Abrí el sobre y empecé a leer lo que me había escrito el anónimo:
Mara:
¡Hola!
Primero que nada, gracias por responder mi carta, no pensé que lo harías, y segundo, ¿En serio nadie nunca quiso, no se, algo contigo? Porque tu eres tan...Tan linda, tan mágica, tan todo, y no hay noche o día que no sueñe contigo. Lo siento si es que hice sentirte presionada a decirme algo lindo por haberme apresurado demasiado con mi declaración y todo, pero es que no puede evitarlo Mara, por que en serio me gustas.
Y claro que me encantaría conocerte, solo que, tengo miedo. Y mucho. No creo ser suficiente. De verdad lo siento, pero te prometo que algún día, me voy a atrever a verte y mostrarte como soy.
Ahora, sobre el tema "tu amigo invisible", lamento decirte que la verdadera opción era la última. Si te soy sincero, nunca fui muy bueno en los deportes, lo siento si arruiné tus expectativas de chico atleta jaja.
Aquí te dejo otras opciones para que sigamos jugando a "tu amigo invisible":
-Tengo tres gatos de mascota.
-Tengo un hermano menor.
-Tengo dos hermanas mayores.
Con mucho amor,
"Tu Anónimo favorito."
"Con que no era un chico atleta, ¿Eh?" Pensé.
Realmente había elegido esa opción porque tenía una pequeña esperanza de que el anónimo fuera Matt, pero realmente no me imaginaba a él escribiendo cosas cursis en una carta.
Terminé de leer la última oración con una sonrisa, y cunado estaba por guardar la carta en el sobre, me dí cuenta que en el sobre había otro papel pero más pequeño. Lo tomé y vi que solo decía:
Escríbeme cuando quieras ;)
Debajo de la nota, había escrito un número de teléfono.
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Cartas anónimas
Novela JuvenilImagínate estar desayunando tranquilamente una mañana cualquiera, de un domingo cualquiera con tu familia, cuando alguien toca el timbre de tu casa. Te paras para ir a abrir la puerta, y te encuentras con un chico de aparentemente tu edad, que te da...