El olvido de la señora de la muerte

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     —No sería bueno irnos sin comer algo —Vishanya negó—. Sin mi café de la mañana, no prometo ser capaz de rendir como es debido.

     —Veré si el desayuno se encuentra hecho —Adrianne asintió—. Joven acechador, acompáñeme.

     —Claro, gracias —Asintió un poco.

Al ir con Adrianne, miró de reojo al vampiro, quien ya no tenía esa sonrisa deslumbrante en su rostro, el acechador tuvo que ignorar el hecho, pero los escalofríos no se fueron pronto, Vishanya no lo miraba a él, sin embargo, el odio era palpable en esa expresión de desprecio, a quien sea que fuera dirigida la mirada del noble, no era para nada bien recordado.

     —¿Suele ser así? Digo...

     —¿El joven maestro? —Adrianne avanzaba, revisando que no hubiera polvo en el pasillo—. Así como lo ves, es siempre, a menos que esté de malas, esto último no sucede mucho y lo ideal es que permanezca de buenas... Limpiar sus desastres causados por una rabieta no es algo de lo cual estar orgulloso, tampoco es agradable tener que recoger pedazos de... Bueno, tú me entiendes.

     —E-eso creo.

Cuatrocientos seguía en la línea de ser muy respetuoso, después de tan mal comportamiento mostrado, su percepción de él no era muy buena entre los sirvientes de Vishanya, aunque a Adrianne parecía darle igual.

     —No te pongas nervioso —Adrianne acomodó sus guantes antes de abrir la puerta del comedor—. Toma asiento, el que gustes, el joven maestro no tardará en acompañarte.

La música clásica que tenían de ambiente puso en peor situación al acechador, algo dentro de la mansión del noble llamado Vishanya lo estaba haciendo reaccionar para salir corriendo, sentir que estaba siendo observado desde cualquier ángulo no era agradable, así también como era impresionante que los que vivían ahí estuvieran tan acostumbrados a esa constante vigilancia.

     —¿Te sientes mal? —Monika entró junto a Adrianne—. ¿Debería darte otro trato especial?

     —Muy amable, pero declinaré la propuesta.

     —No lo asustes.

Monika, de entre la cuadrilla de leales seguidores de Vishanya, es la más enérgica e incluso a la que llaman perro guardián, en verdad le encanta hacer el trabajo sucio cuando Adrianne no se encuentra.

     —¡Está bien!

Los platos estaban servidos y el olor de la comida se esparcía por el comedor, el acechador tragó saliva, quería negarse al inicio, pero ahora con tal tentación...

     —Adelante, no te contengas, nadie estará más feliz que Ben por ver que alguien más que no seamos nosotros, coma de lo que prepara —Vishanya entró, de nuevo, con esa sonrisa tan brillante.

     —Gracias...

Vishanya tomó asiento y con un ligero ademán de mano, invitó al acechador a comer, este obedeció como si fuera algún tipo de orden importante, la cual no debía ser ignorada, Cuatrocientos se sorprendió por esto, no esperaba que tal presencia influyera tan rápido en él.


Después de una hora, todo estaba listo para partir, el auto negro se encontraba afuera esperando, salieron tres personas de la mansión, Vishanya vestía informal, mientras que Adrianne y el acechador llevaban uniformes de sirvientes, por más que el vampiro fuera relajado con las normas, Adrianne no.

     —Trae a Vincent —Vishanya entró al auto seguido por el acechador.

     —¿Quién es? —El joven esperaba que apareciera otra persona para acompañarlos.

El contrato de la flor escarlata sin nombre (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora