Oblivion

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Adrianne había llegado hasta el punto de reunión con Vishanya, pero no se encontró con su amado, en cambio, Ketrya ya estaba ahí, esperando, con una cara de enfado, pero también de alivio al ver a Adrianne, ahí frente a él, estaba el dueño de sus noches, apareciendo una y otra vez, burlándose antes de ser asesinado.

     —Te he visto, en mis sueños, no, en mis pesadillas, sonriendo antes de que mi vida se apague por tu culpa. Lo recuerdo, estaba por ganar y tú...

     —Me mataste, no fue agradable, pero así se dieron las cosas.

Entre toda la gente que corría, fueron los únicos que se quedaron cara a cara, sin apresurarse por los resultados, ambos tenían la certeza de lo que sucedería después, pero en su versión, había finales diferentes.

     —¿Dónde está Vishanya?

     —El joven maestro se encuentra lejos, apoderarse de una región, conlleva muchos sacrificios... ¿No estás de acuerdo? —Adrianne jugaba con la daga en sus manos, gracias a eso, Ketrya miró las marcas—. ¿Es extraño?

El jefe de sirvientes le mostró el brazo, lleno de aquellas figuras que jamás se irían de su piel.

     —Dolía, en verdad que dolió, creía que la peor sensación era la de los colmillos atravesando mi cuello, pero no fue así...

     —...

     —Si debo morir ahora, no... No puedo decir eso, Danna se enojará conmigo.

     —Lo haré, claro que lo haré. ¿Cómo podrías morir? —Vishanya lo abrazó por la espalda, acarició sus manos y negó—. Mira cómo quedaron, mi lindo Adrianne era inocente, pero sufrió por mi culpa.

     —Vishanya...

     —Ketrya, perdona por arruinar tu querido consejo, pero estaba aburrido y la señora de la muerte dijo que si no hago lo que debí hacer en un principio, iba a matarme, espero que puedas entender eso, son cosas del trabajo...

     —El dios del destino es bastante injusto, favoreciendo a un humano y a mí dejándome a un lado, fui un escalón para que ustedes pudieran avanzar y lo sabían. No les costó nada llegar hasta aquí, estaban seguros de que nada malo les sucedería porque así lo decidió la muerte y el destino... ¿Qué hay de mí? Maldita sea...

     —Ketrya, las cosas son así —Vishanya se encogió de hombros—. Si quieres ser fuerte y vivir, cambia los hilos, pero no debería decirte eso, al final, yo mismo estoy sufriendo las consecuencias de hacerlo.

     —... Los moveré, a mi manera...

De inmediato, Vishanya alejó a Adrianne, el jefe de sirvientes se dio cuenta de lo que había sucedido cuando las gotas de sangre se convirtieron en un gran charco rojizo debajo de su pareja.

Varios agujeros fueron hechos en el cuerpo del noble, Vishanya comenzó a reír.

     —Apestas a magia corrupta... Oh, ya entendí... ¡No puedo creer que te volvieras un caído! Tremendo imbécil.

Ketrya gritó de dolor, su piel se pudrió, sus dientes se afilaron, aquellos ojos se volvieron negros.

     —Adrianne, lo que ves ahora es un caído, parecidos a dioses, pero se corrompen. ¡Ketrya le vendió su alma a un principal con tal de ganarle al destino! El idiota creyó que un principal estaría de su lado.

El vampiro seguía riendo, Adrianne miraba sorprendido al otro que comenzaba a tomar la forma de una bestia, era gigante, aterradora y repulsiva, todo lo contrario a lo que un vampiro suele ser. El verlo daba asco, la sangre seguía cayendo de su cuerpo, se veían los músculos y algunos huesos.

El contrato de la flor escarlata sin nombre (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora