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Aquella joven estudiante pelirroja, estiraba sus piernas sobre el pasto, inclinando su torso hacía el frente para alcanzar sus tobillos.

Se encontraba realizando ejercicios de estiramiento para terminar su entrenamiento. Aquel día después de clases, aprovechando que no tenía alguna misión, se dedicó a practicar sus invocaciones de shikigami, el manejo de su jambo así como otros ejercicios de entrenamiento físico. 

Abrió sus piernas para realizar un split lateral, recargando sus codos en medio de estas, intentando quedarse unos minutos en esa posición.

— ¡Sayuri!

La nombrada levantó su torso, encontrándose con su amiga castaña, venía acompañada de sus inseparables amigos varones.

Cuando llegaron hasta ella, saludo. — Hola Shoko, ¿qué tal chicos? ¿Cómo les fue?

— No hablemos de eso por favor, ya tuve más que suficiente el día de hoy. — Dijo Satoru con fastidio mientras sobaba su cabeza.

— No le hagas caso, está enojado porque recibió un regañó y un buen golpe del profesor.

— ¡Cállate, Suguru!

— ¿Qué hiciste, Satoru? — Preguntó entre risas la pelirroja, cerrando sus piernas para finalmente levantarse del suelo.

— La estúpida escobetilla no coloco el velo.

— ¿Qué? ¿Hablas enserió? — Sayuri le miró entre incrédula y burlona. — Por todos los cielos, Satoru, definitivamente metiste la pata.

— ¡Ya lo sé! No me tienes que recordar que suficientes regaños ya tuve hoy, jitomatillo. — Le miró receloso, cruzándose de brazos mientras comenzaba a caminar.

Shoko se enganchó al brazo de su amiga como siempre, llevándola con ellos. La de ojos verdes rápidamente tomó su jambo antes de ir.

— Pero entonces, ¿encontraron a Utahime y Mei Mei?

— Ah si, luego de un par de días desaparecidas lograron escapar, tal parece que la maldición alteraba el tiempo, por lo que para ellas sólo pasaron unas horas. — Explicó el joven azabache.

— Eso lo explica todo, pero qué bueno que fueron a ayudarles.

— Utahime preguntó por ti, insiste en que no soporta a estos dos pero que a ti y a mi nos quiere mucho. — Ambas féminas rieron; una al recordar el drama de Utahime y la otra al imaginar su dramatismo.

— Pues ojalá perdonara mi ausencia, tenía que aprovechar que no fui asignada a ir con ustedes para entrenar.

El grupo de amigos llegó a las canchas de basketball, tal parece que el par de muchachos aún tenían la energía suficiente para jugar un poco, por otro lado, Sayuri y Shoko se negaron a jugar, sentándose cerca para solo verlos un rato.

— ¿Cómo vas con la invocación a aquel espíritu maldito del que me hablaste? La última vez que lo intentaste te desmayaste y dormiste toda la tarde. — Preguntó Shoko mientras jugaba con los lentes oscuros del albino.

La pelirroja suspiro. — Terrible, me causa mucho agotamiento físico y de energía maldita, no logro regularla para administrarla mejor cuando se trata de Shinsey, y siempre termino con dolor de cabeza, al menos así fue hoy, así que creo que comienzo a superar los desmayos.

— Es un asco ese shikigami caramelito, deberías dejarlo de lado, aquel minino que tienes te podría ayudar más.

— Se llama Panteria. — Corrigió ella al albino. — Y sí es de mucha ayuda, más ahora que comienzo a manejar el hecho de que me comparta su visión mientras está lejos, pero también tener a Shinsey sería de gran ventaja, es un espíritu maldito muy fuerte que ha estado por años en mi familia al igual que Panteria, solo que Shinsey, es mucho más difícil de invocar y solo unos cuantos lo han logrado, es difícil de controlar.

𝐒𝐚𝐭𝐮𝐫𝐧𝐨 || 𝗚𝗼𝗷𝗼 𝗦𝗮𝘁𝗼𝗿𝘂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora