Capítulo 1

3.1K 78 4
                                    

Los nervios invadían su cuerpo. ¿Dónde se habría metido? Ese maldito niño le sacaba de quicio con sus salidas nocturnas. ¿Es que a caso no fue lo suficiente clara explicándole sobre los peligros de la calle? ¿O no fue lo suficiente dura con los castigos? No paraba de escaparse.

En realidad, estaba preocupada por él, por lo que le podría pasar. Él es todo para ella. Si le llegara a pasar algo... Mejor no pensarlo. Todavía recuerda cuando le pidió a Rumplestiltskin que quería un hijo. Él creyó que era con él. Qué irónico. Necesitaba una alegría en su vida. Una nueva sonrisa. Una nueva vida que le trajera de vuelta las ganas de vivir. Y es que su vida no había sido coser y cantar. Cuando salvó la vida de Blancanieves todo se echó a perder. Todavía se pregunta qué hubiera pasado si no hubiera salvado su vida. ¿Ella habría sido feliz? Por lo menos su madre no se habría enterado de su romance con Daniel y él seguiría vivo. Además, ella no se hubiera tenido que casar con aquel viejo insoportable y asqueroso que lo único que quería era tener un varón heredero de la corona.

Miró el reloj. ¿Dónde se habría metido? Es muy tarde para estar por ahí fuera. Se levantó del sillón donde estaba sentada y paseó por la casa. Exasperada se miró en el espejo. Al momento apareció la silueta de un hombre.

-Espejito, espejito. Muéstrame dónde está mi hijo.

-Sí, su Majestad -hizo una leve reverencia con la cabeza y su imagen desapareció del espejo.

En su lugar, la imagen de su hijo agarrado de la mano de una rubia. Y menuda rubia. Chaqueta de cuero roja, vaqueros negros ajustados. Parecía una adolescente enamorada del rock.
Vio cómo se montaron en un escarabajo amarillo y cómo la rubia condujo hasta su puerta.

En cuanto se bajaron, ella abrió la puerta de su casa.

-¿Henry? ¡Henry! -corrió a abrazarle- ¿Estás bien? -preguntó inquieta- ¿Dónde has estado?

-¡He encontrado a mi verdadera madre! -Henry corrió hacia el interior de la casa.

Fuera solo quedaban ella, la rubia y su plan de esa noche: Graham, el sheriff. Había quedado con él para una noche desenfrenada, pero sabía que esto no podría durar mucho tiempo pues Graham estaba hechizado... Aunque ella realmente no le había obligado a hacer nada después de que le embrujara para que se enamorara de ella.

Ahora estaba de pie, delante de esa nerviosa rubia, que la miraba con una mezcla de miedo y curiosidad. Estaba paralizada. Por una parte el comentario de Henry la había dejado de piedra. ¿Su madre biológica? En su cabeza imaginó que esa mujer ahora querría pasar más tiempo con él. No lo iba a conseguir.

Por esta razón ella pidió una adopción cerrada, porque la madre biológica ya no lo quería y no lo volvería a ver.

Por otra parte, se quedó petrificada al contemplar aquellos ojos verdosos y esa media sonrisa.

-¿Tú eres la madre biológica de Henry?

-Hola... -sonrió con una mueca.

Un solo "Hola" había bastado para desarmarla. Su corazón se paró cuando ella habló. Maldita rubia. Quería conocerla mejor, si es que ahora ella iba a estar merodeando por su casa y viendo a su hijo.

Se veía que la rubia estaba nerviosa, pero ¿por qué? Además la miraba con aquellos ojos de perrito abandonado.

¿Se estaba enamorando de ella? ¿Qué tenía aquella rubia que no tuviera Graham? No lo sabía, pero moría por conocerla.

Además era una mujer. Nunca en su vida se había enamorado de una mujer, ni siquiera plantearse que pudiera ser bisexual. Aunque, según estudios, todos nacemos bisexuales. Pero ese nunca había creído que era su caso. A ella le gustaba dominar a un hombre, tanto fuera como dentro de la cama, porque los veía físicamente superiores. A pesar de que ella era más fuerte que ninguno. Siempre podría recurrir a la magia.

La Verdad De Nuestra HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora