Capítulo 3

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Capítulo 3! Hay mucha tensión entre Regina y Emma... ¿se resolverá? Esperemos que sí.

Antes de nada, decir que estos personajes no me pertenecen, sino son de OUAT ABC así como algunos de sus diálogos y acciones.

Podéis dejar vuestra opinión en los comentarios, los cuales leeré encantada. Gracias por seguir mi historia.

Sin más dilación, podéis empezar a leer.

Después de amenazar a aquella mujer, Regina fue directa a la alcaldía. Quizá un poco de trabajo la ayudaría a relajarse y dejar de pensar en ella.

Sobre todo necesitaba dejar de sentir aquellos sentimientos. La impedían pensar con claridad. Lo único que deseaba cada vez que la veía era en volver a probar sus labios. Aquellos labios marcados, finos y sonrosados... Deseaba volver a besarlos.

Llegó a su despacho. Su limpio y ordenado despacho. No se consideraba una mujer maniática pero le gustaba el orden. Hacía mucho tiempo que había perdido la esperanza en el cuarto de Henry. Eso era algo inordenable. Esa habitación estaría siempre desordenada, hiciera lo que hiciese.

Se sentó frente a su escritorio y revisó los papeles de encima de la mesa. Recordó que el día anterior dejó como tarea revisar los planes para tapar la mina y que así Henry no pudiera quedar atrapado allí. Lo último que quiere es que Henry se haga daño.

-"El Espejo" ataca de nuevo –Sidney, el reportero, apareció con un ejemplar de un periódico entre las manos.

-Llegas tarde –dijo Regina sin levantar la vista de los planos.

-Lo siento, quería traerle la última edición. Le aseguro que es mi mejor trabajo –le dejó el periódico sobre la mesa para que lo viera.

Regina apenas lo miró.

-Esto no es lo que te pedí –apartó el periódico de encima de su mesa y lo tiró a la basura- ¿Qué has encontrado sobre ella?

¿Pedir a Sidney que averigue cosas de Emma podría considerarse como espionaje? ¿obsesión? ¿manipulación, quizás? Podría ser. Pero quería saber de qué tipo de persona se había enamorado y si era sano seguir con esa relación...O lo que fuera que tuviesen.

-Bueno, a decir verdad no hay mucho sobre ella –Regina resopló incrédula- Pasó mucho tiempo en casa de acogidas... y... se metió en varios problemas cuando era adolescente, pero los detalles están sellados. Desde entonces está limpia... pero... -Regina levantó la vista para mirarle directamente a los ojos. Notó un ápice de miedo en su mirada. Le encantaba producir ese sentimiento- Pero, lo único de lo que estoy seguro es que no le gusta quedarse mucho tiempo en el mismo sitio.

-Parece que eso ha cambiado –respondió cortante.

-¿Sabía que tuvo a Henry en Phoenix...?

-A ver si te he entendido bien –se levantó y caminó hasta situarse a un paso del reportero- No has encontrado nada valioso. Lo que significa que tú no vales nada –señaló con un dedo su pecho- ¿Sabes lo que hago con lo que no vale nada? –acercó su rostro al suyo. Podía oler su aliento a café- Lo tiro a la basura.

-Seguiré buscando -prácticamente huyó de su despacho.

Regina sonrió. Le gustaba ser mala.

El sonido de una motosierra la sacó de su ensimismamiento. Llevaba toda la mañana con los malditos planos y parecían no tener fin.

Se asomó a la ventana y lo que vio no le gustó nada. Emma Swan estaba talando su árbol.

Corrió como alma que lleva el diablo hasta la rubia.

-¡¿Qué se cree que está haciendo?! –ese árbol había pertenecido a su familia desde siglos.

-Deje de espiarme, señora Alcaldesa.

-Dejaré de espiarla cuando deje de meterse en mis asuntos.

-Así que admite que me ha estado espiando –la rubia sonrió satisfecha. Regina se acercó más a ella.

-¿A qué se cree que está jugando?

-Al mismo juego que usted, al parecer.

-¿Va cortando árboles porque alguien busque en Google su nombre?

-¿Y usted por qué me espía? Acabo de llegar a la ciudad, supuestamente estaba de paso.

-Espero que así sea.

-No lo será.

-Deje en paz a mi hijo.

-Al parecer es mi hijo también.

La tensión entre ambas se notaba a kilómetros de distancia. Regina notaba su corazón latir a mil por hora. ¿Por qué le estaba haciendo esto?

Se quedaron en silencio mirándose. Querían ver más allá de su mirada. Regina intentaba observarla por dentro.

-¿Por qué me besó la otra noche? –preguntó Regina, finalmente. Ahora su mirada era de desconcierto. La de la rubia se suavizó.

-Porque usted quería que la besara.

-Yo no qui...

-No la besé porque no soy así, ¿entiende? –la rubia suspiró cansada. no le gustaba pelear con nadie- no voy besando al primero que pasa por la calle. No me gustan las relaciones... son... complicadas. Ahora mismo lo que menos deseo es algo complicado.

Regina se dio cuenta de que la estaba agarrando de las muñecas y la soltó.

-Perdone... yo... no quise –Regina se disculpó al ver las marcas de sus uñas en los antebrazos de la mujer.

-No importa. Perdone lo de su árbol... No volverá a pasar, me voy de la ciudad. No quiero pasar más tiempo aquí si usted va a estar preocupándose de que le pueda robar a Henry cada vez que hable con él –la rubia se giró, abatida.

-Emma, espera... no quiero que te vayas –tuvo la sensación de que eso ya lo había dicho antes- Has demostrado que eres buena... que tienes buenas intenciones, quiero decir. Quiero que seas la sheriff –esto último en realidad fue un impulso.

-¿También sabes que fui policía?

-Y que te echaron por cubrir a tu compañero la noche en que mató a su mujer. Sí, lo sé.

Emma sonrió aunque estaba sorprendida. ¿Cuánto sabía esa mujer de ella? ¿Por qué ella no sabía nada sobre ella? Tendría que indagar más en su vida.

-Lo pensaré –dijo alejándose de ella.

Regina suspiró aliviada. Al menos se quedaría mientras lo pensaba. Era increíble lo rápido que había cambiado de opinión cuando la rubia dijo que se iba. Ahora tenía la necesidad de hacer que la rubia se quedase. Costase lo que costase.

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