Capítulo 12

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Antes de nada, he de decir que estos personajes no me pertencen sino que son de OUAT ABC, así como algunas de las historias.

Podéis dejarme vuestra opinión en los reviews, estaré encantada de leerlos.

Sin más dilación, podéis empezar a leer.

Regina se quedó perpleja. La había dejado tirada. No la quería, para anda. No tenía ni la menor intención de salvarla. Sabía que había sido dura con ella, pero Emma también. Era parte del juego. Pero no creía que la dejara allí tirada por esa tontería.

Intentó levantarse, pero notó un pinchazo en el tobillo y le fallaron las piernas. Este no podía ser su fin. No de esta forma. Si al menos tuviese magia...

Una nube blanca inundó el pasillo. Ya no podía ver nada, salvo todo blanco. ¿Se había muerto y eso era el cielo? Una figura apareció por el fondo. Era Emma. Se acercó y la cogió del brazo, pasándoselo por el cuello para tirar mejor de ella. Regina, sorprendida, se levantó y se dejó llevar por ella. Parecía segura. La miró. Era preciosa. Fruncía el ceño con firmeza. Unas pequeñas gotas de sudor recorrían su cuello debido por el esfuerzo y por las llamas. Regina sintió un deseo interno de lamerlo.

Por fin salieron del edificio en llamas. Los bomberos estaban empezando las tareas de extinción. Regina se quejó de su tobillo.

-Encima de que te salvo, ¿te quejas? La próxima vez la dejaré allí -Emma se dio cuenta de que había sido dura con la alcaldesa. Recordó que se prometió a si misma tratarla mejor- No, la verdad es que no. Volvería a hacer lo mismo.

Regina levantó la vista y vio que la miraba dulcemente. Si no fuera por el dolor del tobillo y porque apenas se podía mover, ya la estaría besando.

Todo el mundo se arremolinaba alrededor de Emma. Regina, observaba con furia, pues no la dejaban acercarse a ella para expresar su gratitud.

Emma miró los escombros del edificio y observó un objeto que la llamó la atención.

-La explosión había sido intencionada -susurró- Alguien quería matar a Regina -se tapó la boca con la mano y buscó con la mirada a Regina.

La encontró peleando con los de la ambulancia para que le dejaran salir. Se acercó corriendo para hablar con ella.

-Regina, la explosión fue intencionada -Observó el brillo de sorpresa en sus ojos- Alguien quiere hacerte daño.

-Menuda novedad -respondió con sarna.

-¡¿En serio?! Te salvo la vida y averiguo que alguien planea matarte y ni me lo agradeces. ¿Siempre tienes que tener ese orgullo? -Emma estaba harta de lo desagradecida que era la alcaldesa- Nunca dices nada amable...

-¡No puedo ser yo misma cuando tú estás cerca de mí! -gritó Regina. Algunos bomberos se dieron la vuelta, pero parecía que su grito había pasado desapercibido, salvo por Emma- No puedo pensar cuando estás cerca. No sé qué decir, ni cómo actuar... Porque te deseo, Emma... Pero eso ya lo sabes. Dijiste que no te acostabas con el primero que llamase a tu puerta, ¿qué pasó con Graham? Mira, si no me quieres, solo dímelo. Pero no me marees pensando que te importo algo -Regina por fin dijo todo lo que pensaba. Sus palabras estaban cargadas de rencor.

-Por supuesto que me importas, Regina -Emma acarició su cara, observó los ojos de la alcaldesa y notó un brillo de ilusión. Sus labios sonrieron y posó su mano sobre la de la rubia.

-Mi salvadora -susurró Regina. Quería besarla con todas sus fuerzas. Emma se acercó para alcanzar sus labios.

-¡Emma, ven a hacerte una foto! -gritó Mary Margaret a su espalda.

Inmediatamente, Emma se separó. Regina, quien ya había separado sus labios esperando el beso, se quedó confusa.

¡¿Es que nunca nadie las iba a dejar solas?!

Llegó el día de las elecciones. Emma vio cómo Sidney repasaba su discurso. Ella estaba nerviosa y abatida, sabía que no iba a ganar. Abrió el telón para ver al público. En seguida divisó a Regina con Henry, quienes estaban sentados en primera fila. Sus ojos se encontraron por un segundo y Regina sonrió. En lo más profundo de su ser sabía que la rubia iba a ganar. Emma cerró el telón y siguió sonriendo mientras caminaba. Regina la había sonreído. Regina la había sonreído se repetía mientras se ponía en su sitio. Esa sonrisa le había dado ánimos para luchar por el puesto.

-No voy a ganar... No puedo vencerla con sus armas -le confesó Emma a Mary Margaret en un momento de duda.

-¿Solo quieres ser sheriff para vencer a Regina?

Emma volvió a abrir el telón y miró a Regina. Estaba leyendo un panfleto que daban en la entrada.

-No es para vencerla, sino para demostrarla que el Bien puede ganar -confesó Emma.

-¿Qué? -Mary Margaret no parecía entenderlo.

-Si no soy su heroína y su salvadora entonces, ¿qué pinto yo en su vida? -sonrió con pena. La idea de alejarse de Regina la aterraba- Bien, ya lo ha dicho.

-Lo has dicho -repitió Mary Margaret, asombrada. Volvió abrir el telón para mirarla.

Llegó el momento que más temía. La hora de su discurso. Observaba cómo Regina murmuraba el discurso de Sidney. Seguro que se lo había escrito ella. El público aplaudió y Sidney se sentó. Eso significaba que le tocaba a ella.

-Todos sabéis que tengo... como quien dice... un pasado turbio -miró de reojo a Regina- Pero habéis hecho la vista gorda debido a mi heroicidad -la volvió a mirar. Regina levantó una ceja- Pero os confieso que fue un montaje -notó como el público ahogaba un "oh". Decidió continuar hablando y ser honesta- El Sr Gold, acordó respaldar mi candidatura. Pero yo no sabía que él iba a provocar un incendio. No dispongo de pruebas, pero estoy segura. Y lo peor de todo fue... lo peor de todo es -se corrigió- Que fingí ser una heroína -Esta vez no miró a Regina. No podía hacerlo- y así no puedo ganar.

Después del discurso y sabiendo que el puesto ya no era suyo, se fue a tomarse una copa al Granny's. Lo había perdido casi todo, su trabajo, ahora Regina... Seguro que ya no la querría sabiendo que todo había sido una farsa.

-¿Otra? -preguntó Ruby detrás de la barra.

-Ya lo creo -Emma le dio su vaso para que lo rellenase.

Henry entró en el bar sonriente. Le dio un walkie-talkie

-¿Qué hago con esto?

-Has desafiado al Sr. Gold. Ha sido una pasada.

-Es que hizo algo ilegal.

-Eso hacen los héroes, plantan cara a los villanos.

Se oyó el ruido de la puerta y Regina entró. Estaba contenta, a juzgar por como andaba siempre.

-Me figuré que la encontraría aquí. Bebiendo... y con mi hijo -¿cuándo se había escapado?

-En la trastienda organizan la fiesta de la victoria -contestó Emma.

-Pues vaya a celebrarlo -le contestó Sidney.

Regina sonrió molesta. Le hubiera gustado darle ella la buena noticia. Maldito Sidney.

-Felicidades, sheriff Swan -dejó la placa sobre la mesa- Ha estado muy reñido, pero parece que la gente quiere tener un sheriff tan valiente como para desafiar al Sr. Gold -Emma pudo notar un brillo de orgullo en los ojos de Regina.

-¿Estás de guasa?

-No escogió a un gran amigo en el Sr Gold, sin embargo, puedo decirle que es un enemigo excepcional. Disfrútalo -dijo Regina muy feliz. Se notaba que se alegraba de ella.

Emma se quedó dubitativa. Entonces, el Sr. Gold era ahora su enemigo. Recordó unas palabras que le dijo en su apartamento: "Dos personas con el mismo fin, pueden lograr grandes cosas, y si tienen el mismo enemigo, pueden obrar milagros."

Ahora que Regina y ella tenían el mismo enemigo, ¿significaba eso que iban a obrar milagros? Nada tenía sentido en ese pueblo.

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