Capítulo 16

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Sé que llevo mucho sin escribir, pero quería estar totalmente segura de que este capítulo iba a ser lo suficientemente fiel a lo que yo pienso. Este capítulo es bastante tórrido, pero he de decir que es el capítulo más bonito que he escrito hasta ahora. No lo veáis sólo como sexo, porque es algo más que eso. Son dos mujeres que dejan atrás su orgullo para rendirse a sus deseos más profundos.

Antes de que empecéis a leer, he de decir que los personajes no me pertenecen, sino que son de OUAT ABC.

Me encantaría saber vuestra opinión sobre este capítulo y quería preguntaros si os ha parecido excesivamente descriptivo o queréis que en capítulos similares a este, me explaye tanto como en este.

Es todo un placer escribir esta historia y que a vosotros os guste tanto como a mí.

En fin, sin más dilación, podéis empezar a leer.

Emma esperaba en su coche. Estaba enfrente de la casa de Regina y todavía no sabía la razón por la que estaba allí. Simplemente necesitaba verla. Necesita su presencia, su aroma...

Por el rabillo del ojo observó que las luces de la casa de apagaban. Seguro que ya estaba dormida, quizá debería irse a su casa y volver otro día. Sí, sería lo mejor. Ya lo pensaría más tranquilamente aquella noche.

"No." Dijo una voz en su mente. "Entra en esa casa y dile lo que de verdad sientes"

Cuando se quiso dar cuenta ya estaba llamando a la puerta. Una preocupada Regina la abrió. Todavía llevaba la ropa de aquel día.

-Hola, Emma... -susurró Regina, quien en seguida entendió que era la razón de su visita- Pasa, no te quedes ahí.

Emma entró y observó la casa como si nunca la hubiera visto. Ambas mujeres se miraron en el hall. Sabían lo que iban a hacer esa noche. Estaban totalmente seguras de que ambas lo sabían. La duda estaba en cuanto tardarían en rendirse. Regina decidió romper el hielo:

-Estaba a punto de servirme una copa de vino, ¿te apetece?

-Sí, claro –Emma estaba muy nerviosa. Estaba vulnerable y notaba que Regina se alegraba por haber sucumbido a sus encantos. Pero no estaba ahí por ella, ni por sí misma. Estaba allí por el bien de su relación.

Se dirigieron hacia la cocina. Emma no pudo evitar deleitarse con el trasero de la alcaldesa.

Se apoyó sobre la encimera mientras observaba a la morena sirviéndola una copa de espaldas a ella.

-Regina –Emma se sujetaba con firmeza al mostrador. El corazón estaba a punto de salirse de su pecho, pero, por una vez desde que había entrado en aquella casa, estaba segura de lo que hacer- Date la vuelta.

Regina dudó. ¿De verdad quería hacer eso? Llevaba deseándolo desde que la vio por primera vez. Agachó la cabeza, mirando directamente a la encimera. Sus manos, apoyadas sobre el mostrador, temblaron ligeramente.

-Regina –dijo con tono autoritario. Le estaba dando una orden.

No podía dejar de admirar el cuerpo de la alcaldesa en tensión e imaginársela desnuda. No tardaría mucho en verlo.

-Emma... -la voz de la morena temblaba, pero finalmente se giró.

Se miraron, calladas, expectantes por ver quién daba el primer paso. Quién era capaz de hacer oídos sordos a la razón, a esa voz interior que decía que no podían hacer eso. Que no debían, que solo complicaría las cosas. Quién era la primera en ceder, en dejar todo su orgullo atrás, masticarlo y tragarlo, y acercarse a la mujer que deseaban. Quién era capaz de dar un paso hacia su deseo incontrolable de hacer el amor. Mujer y mujer. Alcaldesa y sheriff. Rubia y morena. Ambas madres del mismo niño.

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⏰ Última actualización: Dec 21, 2015 ⏰

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