Latido limite.

Capitulo 3

Viernes 🍃
[1:33 A.M]

Había llegado por fin al departamento, faltaba abrir la puerta para entrar y sufrir por la decepción, pero las llaves no querían encajar en la cerradura y realmente estaba desesperado.

Al día de mudarme a este edificio, el ascensor se descompuso y aun no lo han arreglado. Así que mis suspiros se los dedicaría a las escaleras y no a el amor.
Vine caminando, así que la experiencia es peor. Me siento cansado y el sudor hace que sienta la tensión en mi cabeza. Me cuesta abrir los ojos con su totalidad y mi cuello se siente caliente como si tuviera fiebre.
Las manos me temblaban, estaba apunto de tirarme en el suelo y dormir allí, o por lo menos intentar calmarme.
Y podría pedir ayuda, llamar a mi madre y decirle que no puedo vivir solo, por que si subir las escaleras me genera tanto conflicto entonces ¿que carajos hago viviendo solo?.

Pero me haría sentir inútil, como siempre, me hace sentir tan reemplazable el echo de que nesesito a alguien que abra mi puerta, solo por que estoy cansado.
Y que no pueda hacer más de lo que se espera de mi ni por 2 minutos por que comienzo a sudar como si hubiera corrido.

Mi rostro se había ruborizado, lo sabía por el cosquilleo qué sentía en el.

Deje las llaves y me hice aire con las manos, parecía estar muy alterado por algo tan simple y me senté en el piso. Estos últimos días tuve delirios de grandeza, de poder ser alguien foráneo común y corriente, y ahora me siento terrible por unas malditas llaves. Lo peor del caso es que, mañana por la mañana se me pasará.
Si es que logro entrar al departamento.

Entonces escuche las escaleras y me levante rápidamente de el suelo para no pasar pena.
Era el felino en fachada, lucia cansado y se dirigía a mi departamento

— Ahh tu, Oye, se me callo algo por la ventana y callo en tu alcoba, ¿podrias dármelo por favor? –
Asentí fingiendo que no me sentía mareado, ya sabia identificar este tipo de situaciones y, se me había bajado la presión.
Intente abrir la puerta de nuevo y el me detuvo al ver mis manos temblar como si hubiera acabado de dar a luz.
O bueno, como si hubiera acabado de.. Umm, dar a luz.
— ¿quieres que lo haga yo?, parece que estas apunto de morir–

Rei mientras mis ojos se aguaban, no paraba de carcajear, sinceramente me dolía, pero por alguna razón su reacción me causó tal impresión, el tomo las llaves con cuidado y abrió la puerta, para luego llevarme adentro y dejarme en el mueble.

Intente respirar profundo, pero algo me detenía. La descripción seria como.. Un camino largo, largo y con un solo rumbo. Que se encuentra en un prado donde no habita ningún ser que sea capaz de hacer algo para obstruir el camino. Pero aún así, a las personas como yo, con problemas cardíacos siempre tienen en camino obstaculizado. Por una piedra gigante.  ¿Porque no solo la rodeamos?, por que al ver la piedra el pasto del prado se sumerje y ahora es un risco fino, la piedra está allí y cualquer intento para quitarla puede hacer que caigas en el vacío.
Asi que te regresas, evitas respirar profundo y te quedas con esa sensación de sofoco, guardas la calma y vuelves al prado, pero pasa lo mismo.
Así que lo mejor es quedarte de esa manera, mientras todo te da vueltas y el mundo te habla <refiriéndome en esta Ocasion a avocato> comienzas a ver al techo buscando un punto pequeño del que agarrarte para no Desmayarte.

— Te ves terrible, ¿que te paso? –
Le sonreí y saque un caramelo de mi bolsillo, a eso, el hombre felino se dirigió a mi cocina de concepto abierto y busco agua para mi. —Me rechazaron, o bueno, yo no quise tener sexo–
El frunció el seño, y por fin pude atravesar esa piedra, lo había intentado por tercera vez y el prado se había quedado como el mismo.

Que difícil la vida de las enfermedades cardíacas.

Respire ondo y di las gracias por el agua, tome lentamente mientras el se sentaba a mi lado y me miraba — Entonces.. ¿Fuiste a coger con una camisa que dice "Galletas"? — se burlo de mi mientras me cuestionaba, deje el agua en la mesa de centro y arquee una ceja — Las galletas son el atractivo, por que te hacen saber que soy crocante– el giro un poco su cabeza hacia la izquierda, y su cola comenzó a moverse lentamente mientras seguía mirándome profundamente — ¿En serio?, siento que eres más como un malvavisco, blandito, jeje–

Los dos nos reímos y yo me sentía más aliviado, el al verme bien, decidió que era hora de irse, mencionando qué ahora se verian más seguido ya que siempre se le caían cosas por la ventana.

Se despidió apresuradamente por que se había olvidado de hacer algo <qué aun no recordaba> y al darme la vuelta pude ver desde done estaba, atravez de las puertas transparentes de mi alcoba una camisa talla grande sobre una de mis plantas.
Eso era lo que se le había olvidado.

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Me siento feliz de poder hablar sobre enfermedades cardíacas por escrito, las metáforas siempre son la solución 🍓🌞