"Atravesando el Velo de Magia: Un Viaje a las Tierras de Xadia"

Capítulo 13: "Lágrimas del Pasado y un Pacto Oscuro"

La travesía astral llevó a nuestros héroes 50 años en el futuro, encontrándolos en un momento crucial en la vida de Aaravos y Cixar. Los elfos, discutían en una sala oscura llena de artefactos mágicos y pergaminos antiguos.

Cixar, con un tono preocupado, expresó sus reservas: "Aaravos, estamos yendo demasiado lejos. No puedo seguir adelante, la idea de matar a seres mágicos para abrir un portal a un plano desconocido. ¿Realmente vale la pena todo esto?"

Aaravos, con un brillo despiadado en sus ojos, respondió: "Cixar, mi viejo amigo, siempre has sido el soñador, el que titubea en el umbral del poder verdadero. Estamos a punto de alcanzar la cúspide, de desbloquear secretos que otros ni siquiera se atreven a imaginar".

Cixar, conflictuado, miró a su amigo con decepción. "No puedo aceptar este camino oscuro. Estamos sacrificando lo que es correcto en nombre del poder. ¡No puedo ser parte de esto!"

Aaravos, en un principio, pareció aceptar la decisión de Cixar. "Muy bien, si no puedes soportarlo, que así sea. Pero debes entender, Cixar, que no hay vuelta atrás. El conocimiento que estamos a punto de obtener transformará nuestra realidad".

Cuando Cixar se dio la vuelta para abandonar la sala, Aaravos, en un acto de traición, rápidamente le arrebató la daga que llevaba en la cintura y se la clavó en el pecho. Cixar, sorprendido por la traición de su amigo, se tambaleó hacia atrás, sintio su vida desvaneciéndose rápidamente.

Cixar miró a Aaravos con nostalgia. "Aaravos, recuerda aquellos días cuando perdi a mis padres. Eras mi único amigo. Prometimos protegernos mutuamente".

En un acto de desesperación, Cixar murmuró una antigua invocación mientras sostenía la daga. "Que la muerte y el alma se impregnen en esta daga. Como el filo del viento, crea la Daga Nova. Si tu corazón se tiñe de negro, el filo de esta daga cortará el mal que hay en tu corazón".

La daga brilló intensamente, cegando momentáneamente a Aaravos y a nuestros héroes. Cuando la luz se disipó, la daga desapareció misteriosamente.

Aaravos, con lágrimas en los ojos, murmuró entre sollozos: "Cixar, amigo mío, ¿qué he hecho?". Los ecos de la traición resonaron en la sala mientras la oscuridad se cerraba a su alrededor.

Cixar, ya desvaneciéndose, respondió con un susurro débil: "Aaravos, hemos perdido el camino. La sed de poder y el anelo de revivir a quienes no podemos ver nos ha consumido a ambos. Pero quizás haya esperanza para ti".

Aaravos, con desesperación en su voz, exclamó: "¿Es esto mi destino? ¿Estoy destinado a vivir con la carga de esta oscuridad para siempre?"

En ese momento, un choque en su mente desbloqueó un recuerdo reprimido: el día en que él mismo había asesinado a Xadia. La imagen inundó su conciencia, revelando el oscuro acto que había permanecido oculto en las profundidades de su mente.

Xadia, la hermana de Cixar, era una elfa noble y gentil que Aaravos había conocido durante su juventud. Se encontraban en una expedición para obtener conocimientos mágicos cuando, en un momento de debilidad y ambición desmedida, Aaravos fue tentado por la magia oscura.

Recordó cómo la magia oscura se apoderó de él, nublando su juicio y distorsionando su percepción. Un hechizo destinado a protegerse contra las criaturas mágicas se torció, afectando a Xadia de manera fatal. La luz en sus ojos se desvaneció, y Aaravos, al darse cuenta de la magnitud de su error, quedó paralizado por la tragedia que había desatado.

Encubrió su crimen, diciéndole a Cixar que una sombra negra como la noche se abalanzó sobre Xadia. Consumió su fuerza vital de inmediato.- Intenté todo lo que estaba a mi alcance, pero era demasiado tarde. Ni siquiera la magia más pura pudo salvarla"-.

Cixar, con lágrimas en los ojos, abrazó a Aaravos y lloro amargamente la perdida de Xadia.

Aaravos, sumido en la tristeza y la culpa, asintió con la cabeza. "No hay perdón para lo que he hecho, pero lo remediare, juro que lo hare". Se seco las lagrimas y tomo el cuerpo inerte de Cixar y lo puso en la mesa.