De entre las flores, árboles y arbustos, el gran cuerpo salió: luciendo una sonrisa altanera que nunca pudo olvidar.
No era el tipo de sonrisa egocéntrica que escondía cariño y amabilidad, y por supuesto en sus ojos la chispa que los encendía no era pícara en el mejor de los caso sino que en su lugar la chispa arrasó con toda la bondad dejando atrás fascinación por el terror.
Los tatuajes se adueñaron del cuerpo, haciéndolo más alto y vulgarmente fuerte.
Yuji frunció el ceño, con su mente aún nublada por las "visiones" que anteriormente se presento de forma vibida ante sus ojos.
—correr no te hará salvar el corazón que late en tu pecho, mocoso.
Yuji se mofo en cuanto la voz salió no de los labios del rey de las maldiciones, sino que desde su estómago, donde la boca movía la legua de forma morbosa.
se levanto con sim gracia alguna para sacudir sus ropas, sin dedicarle una segunda mirada a la cosa frente a él.
—desearías que yo te temiera, Sukuna...— dice, mirando a sus alrededores, aun un poco asustado por esos ojos celestes mirando en su dirección tan abiertos y tan atentos.
—tu miedo no hace nada en mi, mocoso— declara Sukuna, caminando en todo su porte hacia itadori.
—.... pedirías a los dioses cualquier pisca de sentimiento mío por ti— continua, sin quiera pestañear para comenzara a andar en cuanto se fijo una ruta.
—los dioses no existen, Yuji Itadori. en la tierra como en el cielo lo único que veras seré yo— la burla salpicaba de los labios de sukuna pintando de rojo cada parte de donde pisaba. incluso salía como sangre de sus pies, como el agua que caía en su zona innata, recorriendo cada parte que los ojos de Sukuna puedan ver.
los pasos de yuji eran tan lentos como los de un anciano de noventa años, pero tan fuertes como los de un niño sin temor a la caída.
—¿en la tierra como en el cielo?— susurra yuji, ladeando un poco la cabeza—¿será el infierno entonces la paz que nos prometen nuestras creencias?
—no hay infierno, mocoso— los pasos pesados de Sukuna hacían temblar la tierra bajo los pies de yuji.
—entonces, ¿tampoco hay cielo?— pregunta con la voz suave y lamentablemente para yuji, empapándose de decepción.
—no lo hay.
—¿como le llamas, entonces, a donde estas cuando no estas vivo?— yuji gira la cabeza para mirar a Ryomen, sin dejar de caminar, como si supiera el camino de memoria.
—no hay tal cosa.
—eres muy negativo, ¿sabes?. he conocido a muchas maldiciones— asegura yuji— incluso he follado con algunas, y nunca he visto a alguna tan negativas como lo eres tu— yuji vuelve a mirar hacia adelante cunado ve la mueca en el rostro de sukuna.
—no follas con maldiciones, idiota. las exorcizas o te las comes...
—bueno,— la diversión se filtra en el tono de yuij— entonces, me comí a varias maldiciones...
—cortare tu lengua, no, la arrancare desde tu estomago antes de que sigas hablando, asqueroso mocoso— declara el rey, dejando que cada aparte del bosque se impregnara con su energía maldita.
—puede intentar, lamentablemente no eres tan fuerte para que se aun cambio real en mi cuerpo— murmura yuji, repentinamente cansado. la muerte no es una opción para mi, mi cuerpo no puede padecer ningún tipo de anomalía, todo volver a acrecer, todos volver a ser como era, incluso antes de que tu, maldición se aferrara a la poca engería maldita que habitaba mi cuerpo.
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hasta que la inexistencia nos separe [Sukuna X Itadori]
RastgeleLa reencarnación no es algo que el rey de las maldiciones no pueda hacer, así que no se preocupa que el pueda "morir", sin embargo odia a muerte perder una batalla. Así que con su último aliento maldice con toda su energía maldita a solo un medio ho...