Capítulo veintisiete

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SAN GIMIGNANO, ITALIA [1113]

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SAN GIMIGNANO, ITALIA [1113]

Las calles siempre estaban llenas durante la tarde, lo cual le daba la oportunidad perfecta para hacer su trabajo, nadie la reconocería entre tantas personas. Siempre lo dividía en tres partes.

Primero, reconocimiento.

Pasó la mirada por el lugar, buscando a su objetivo.

Vislumbró a un hombre corpulento, estaba gritándole a una anciana mientras mantenía una pose altiva, ahí estaba. Podía entender por qué los poderosos lo querían muerto, era un ególatra creído y no tenía un solo Vellón.

Segundo, acercamiento.

Se aseguró de mantener la capucha de la túnica bien puesta para no exponer su rostro, desenvainó la daga que traía tras la espalda mientras seguía caminando hacia el objetivo.

Tercero, asesinato.

Tomó el hombro del objetivo y pasó el otro brazo, con el que sostenía la daga, alrededor del cuerpo del hombre y clavó la daga en el centro de su garganta.

La anciana chilló asustada, ella aprovechó el tumulto de gente aterrorizada y salió corriendo.

En medio de su huida chocó con alguien, hubiera caído al suelo de no ser porque la persona la agarró del brazo y la levantó.

La chica levantó la mirada para ver quién osaba a tocarla y se sorprendió al verlo.

Era un hombre, en sus veinte por lo que podía ver, cabello rubio y ojos azules.

No se dio cuenta de que se le había caído la capucha cuando conectó los ojos con los suyos, que se abrieron en grande al verla.

—¿Christine?

Ella le dio un pisotón en el pie, haciendo que la soltara, y volvió a correr.

[...]

Caitlin se dio la vuelta en la cama, tanteando la cama para encontrar a Klaus, pero solo sintió las sábanas frías en sus manos.

Abrió los ojos confundida, tratando de alejar los restos de sueño que aún la tentaban a cerrar los ojos y volver a dormir.

—¿Nik? —murmuró somnolienta al sentarse sobre la cama.

Alrededor no había absolutamente nadie, lo único que alcanzó a ver fue la gran puerta del dormitorio y algunos muebles en la habitación, además del resto de su ropa tirada en el suelo.

No estaba completamente desnuda, no. Su ropa interior había sobrevivido a las manos de Klaus y había tomado una camiseta de manga larga de su cajonera, a pesar de que el cuerpo del híbrido ya era en sí como un calentador.

El teléfono vibró en sus pantalones así que no tuvo más remedio que levantarse para sacarlo de ahí.

—¿Caroline?

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⏰ Última actualización: Sep 27 ⏰

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ɪᴄᴇ sᴘɪʀɪᴛ | ᴋʟᴀᴜs ᴍɪᴋᴀᴇʟsᴏɴ | ᴛᴠᴅ & ᴛᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora