—Dios, ¿no lo sabes? —Marceline tembló con el esfuerzo de contener sus alterados sentidos. Las palabras surgieron de las mandíbulas apretadas por la necesidad y hubo de luchar para no gritar a causa del deseo feroz que recorría su columna vertebral —¿Tengo que decirte que te quiero? —Bonnibel gimió y se le nubló la vista mientras le bullía la sangre.
—Me mata ver que alguien te toca. —
Tras susurrar aquellas palabras, Marceline puso las manos sobre las caderas de Bonnibel y la acercó a ella. Cuando Bonnibel se aplastó contra su cuerpo, se apoderó de su boca con fuerza y la besó. Entre gemidos, le separó los labios con la lengua y buscó los suaves recovecos interiores, abandonándose a un calor abrasador.A Bonnibel no la sorprendió. ¿Cuántas noches había pasado despierta, tratando de no pensar en lo mucho que quería a aquella esquiva mujer?
¿Cuántas veces había intentado satisfacer la necesidad consigo misma? Pero ni siquiera sus manos familiares y sus infalibles caricias podían calmar el deseo que sentía en lo más profundo de su piel.
Ahora estaba ocurriendo y la realidad superaba a su imaginación, de tal modo que apenas podía asumirlo. Sus entrañas se derretían y, candentes y líquidas, circulaban por sus miembros. Agarró los hombros de Marceline en busca de apoyo, sin saber cuánto aguantaría. Cuando Marceline metió la lengua a fondo en su boca, Bonnibel la mordió y le arrancó un quejido. Luego la chupó con fruición cuando Marceline sacó su blusa de los vaqueros y posó las manos sobre sus costillas.
—Dios, sí —exclamó Bonnibel. Sujetó las muñecas de Marceline y puso sus propios pechos en las manos de la otra mujer. Gimió y se arqueó cuando aquellos dedos fuertes pellizcaron sus pezones y tiraron de ellos hasta conseguir que se pusieran erectos. De pronto, el miedo se mezcló con el deseo. Hacía muchos años que nadie la tocaba de aquella forma. Nunca lo había permitido, no había querido que nadie la tocase así. Su autocontrol era su armadura y la aterrorizaba desprenderse de ella. Estaba a punto de perder el control por completo y la pequeña parte de su mente que seguía en funcionamiento se rebeló.
—No —jadeó Bonnibel, apartando la boca.
Marceline no quería parar. La cegaba el deseo y la sangre hervía en su cabeza, barriendo el menor asomo de razón. Con la última pizca de voluntad que le quedaba, obligó a sus manos a calmarse.
Bajó la cabeza, hundió la cara en el cuello de Bonnibel y apretó la suave piel de la garganta de la joven con los dientes. Tiró de ella, gruñó y metió el muslo entre las piernas de Bonnibel.—Marceline...
—Hace mucho que te quiero — declaró
Marceline. Sujetó el lóbulo de la oreja de Bonnibel con los dientes y lo mordió con delicadeza, mientras la lengua giraba sobre las crestas sensibles—. Por favor, te deseo tanto que me estoy muriendo.Bonnibel no podía pensar. Cada segundo que pasaba su cuerpo se acercaba más al límite. Su conciencia registró tenuemente el temblor de sus muslos mientras se frotaba contra los músculos duros del muslo de Marceline. Entre sus piernas crecía una presión tremenda, y gimoteó cuando los espasmos estallaron en una oleada.
—Oh, no —jadeó con una voz muy diferente, trémula—. Voy a... correrme.
—No, no es cierto —advirtió Marceline mientras la levantaba, obligándola a entrelazar las piernas en torno a su cintura para mantener el equilibrio.
Marceline sostuvo a la temblorosa mujer en los brazos mientras iban al dormitorio—. Aún no he acabado contigo.—Estoy a punto —dijo Bonnibel, apretando la frente contra el hombro de Marceline.
—Aguanta todo lo que puedas.— A Marceline se le había formado un nudo en la garganta y la cabeza le daba vueltas—. Dios. Quiero saborearte antes.
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ℍ𝕠𝕟𝕠𝕣 「𝔸𝕕𝕒𝕡𝕥𝕒𝕔𝕚𝕠𝕟 𝔹𝕦𝕓𝕓𝕝𝕚𝕟𝕖♡」
Fanfiction~Historia adaptada Honor (Camren) de CAMREN_XX1. ~Historia original de Radclyffe. Todos los créditos y derechos le pertenecen a su dueño.