ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟞

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A las siete en punto de la mañana, Marceline atravesó el centro de mando para ir a la sala de reuniones.

—Campbell, Finn —llamó al pasar ante ellos—, reúnanse conmigo. El resto recibirán información más tarde.

Cerró la puerta de la sala de reuniones después de que los agentes se sentaran y permaneció de pie, apoyándose en el respaldo de una silla. Iba pulcramente vestida con un traje azul acero, una camisa de lino blanco hecha a medida y unos mocasines negros importados que hacían juego con el cinturón. Si los otros dos se hubieran fijado, se habrían dado cuenta de que tenía los nudillos blancos de agarrar el cuero de la silla. Era la única señal de nerviosismo.

—Esto es lo que sé —dijo con un tono y una actitud contenidos—. Hace aproximadamente tres meses Loverboy reanudó el contacto con Egret a través del correo postal. Sus mensajes consistían en breves notas intrincadas en las que declaraba su amor eterno hacia ella, su deseo de hacer el amor con ella —expresado de forma más cruda— y su intención de estar a solas con ella para convencerla de su pasión.

Ante las primeras palabras, Campbell y Finn se irguieron, completamente impresionados.

—¡Comandante! Es el primer... —estalló
Finn con el rostro blanco.

Marceline alzó la mano para hacerlo callar.

—Llegaremos a eso. Hace seis semanas, empezó el contacto por correo electrónico. En esa ocasión, además de las descripciones verbales, envió breves videoclips de actividades sexuales explícitas que esperaba que... compartiesen.

—Imposible. —Campbell no pudo reprimir su incredulidad—. Nos lo habría contado. Es difícil, pero no estúpida. Tenía que saber que debía informarnos.

—Lo sabía el FBI. Constituyeron un grupo de trabajo para controlar la situación.—Ante esa información, Finn soltó un reniego. Marceline continuó, pues prefería dejar las abundantes explicaciones para después—. Organizaron su propio sistema de vigilancia con vehículos y agentes que la seguían cuando salía del edificio. Intentaron establecer conexiones alternativas de correo electrónico con la esperanza de rastrear sus mensajes hasta el origen. Pero, hasta el momento, no han tenido éxito.

Empezaron a dolerle los dedos y se obligó a soltar el respaldo de la silla. Continuó con voz serena:

—Me llamaron porque hace diez días sus mensajes cambiaron de tono. Se está volviendo más violento y la ha amenazado. —Se sorprendió al ver que se le quebraba la voz y confió en que Finn y Fionna no se hubiesen dado cuenta. Siguió—: Los especialistas en conducta de Quantico piensan que tal vez se esté desequilibrando, bien porque no ha conseguido acceder a ella o bien porque va a perder el control. En cualquier caso, hemos de considerar que Egret se encuentra en riesgo en todo momento.

—Oh, Dios mío —exclamó Finn—. ¿Cómo nos han dejado fuera de combate?

Esforzándose en contener la rabia, Marceline respondió:

—Nos estaban investigando. —No era exactamente así. El FBI había investigado a todos los miembros del equipo de seguridad, salvo a Marceline. A ella la exoneraba el hecho de haber sido víctima no planeada del presunto ataque de Loverboy a Bonnibel.

—Me parece una locura. —Finn se levantó, alterado—. Estábamos todos con Egret y con usted cuando ocurrió, ¡ninguno de nosotros pudo disparar!

—Oh, por Dios —murmuró Fionna—. No creo lo que estoy oyendo.

Marceline estuvo a punto de sonreír. En el último año, Fionna Campbell se había convertido en la agente más próxima a Bonnibel Bubblegum. Marceline apenas imaginaba lo furiosa que debía de sentirse al ver su integridad profesional en entredicho y su eficiencia debilitada por personas que, supuestamente, estaban en el mismo bando. Creía además que a Campbell le importaba Bonnibel y no pensaba que tuviera nada que ver con la noche que habían pasado juntas. Marceline no alentaba las relaciones personales entre sus agentes y las personas a las que protegían, pero en privado la consolaban. Bonnibel merecía que la cuidasen.

ℍ𝕠𝕟𝕠𝕣 「𝔸𝕕𝕒𝕡𝕥𝕒𝕔𝕚𝕠𝕟 𝔹𝕦𝕓𝕓𝕝𝕚𝕟𝕖♡」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora