ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟙𝟛

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Bonnibel cerró la puerta del dormitorio al salir y se encontró cara a cara con John Fielding, que se encontraba en el pasillo a un metro de la habitación. La joven arqueó las cejas en un gesto interrogante.

—¿Necesita algo?

—A Finn le gustaría hablar con la comandante.

—Ahora no. Está durmiendo.

Si a Fielding le sorprendió la respuesta, no lo demostró. Se limitó a asentir y se dirigió al extremo opuesto del vestíbulo. Allí se colocó en una posición desde la que podía ver la ventana y todo el pasillo, más allá de la puerta cerrada de Bonnibel, hasta el resto de la casa.

Bonnibel se fijó enseguida en que en el salón había un hombre desconocido junto a la puerta principal, en el lugar que antes ocupara Campbell. Flame estaba recostada en el sofá con los ojos entrecerrados. Parecía cansada, pero seguía mostrando una sonrisa eléctrica.

—¿No puede dormir? —preguntó, sorprendida al ver a Bonnibel. No se le había pasado por alto que, cuando Marceline Abadeer entró por la puerta, la primera persona por la que preguntó fue por Bonnibel Bubblegum. Tras dar unas cuantas órdenes terminantes, Abadeer desapareció por el pasillo en dirección a la habitación de Bonnibel. Flame no sabía bien qué pensar de lo que podía haber pasado después, pero no era aquello: no esperaba ver levantada a Bonnibel en mitad de la noche con una expresión tenaz en los ojos y el aspecto de querer pelear diez asaltos con alguien—. ¿Puedo hacer algo por usted?

Bonnibel ignoró la pregunta y dijo:

—Debería acostarse, agente Flame. Ni siquiera el FBI puede exigirle que trabaje en turnos de veinticuatro horas.

—Estaba pensando en eso —reconoció
Flame con una leve sonrisa—. Sólo quería esperar hasta que Grant volviese del hospital. Llevó a Campbell para que la mirasen hace una media hora. Quería... saber cómo está.

—¿Qué aspecto tenía? —Bonnibel percibió el matiz de preocupación en la voz de Flame.

—Raro y montando un follón con lo de abandonar el puesto —se burló Flame—.
No se habría ido si la comandante no le hubiese ordenado que la examinaran o que la relevaran. —Esbozó una sonrisa dulcificada por el sentimiento—. Campbell parece un verdadero boy scout.

Bonnibel reconoció la nota de afecto en la voz de Flame. «Interesante.» —¿Dónde está Finn?

—En el comedor. —Flame indicó la habitación de enfrente—. Al parecer es nuestro nuevo centro de mando. Creo que está esperando a la comandante.

—Entonces, tendrá que esperar —afirmó Bonnibel sin inflexiones—. Está agotada. Si alguien se acerca a ese dormitorio, tendrá que vérselas conmigo.

«Interesante», pensó Flame, moviéndose para levantarse.

—Muy bien. Iré a decírselo.

Bonnibel la detuvo con una mano levantada.

—No importa. Ya se lo digo yo.

El tono autoritario de su voz sonaba inequívoco y, durante un momento, los ojos de las dos mujeres establecieron una silenciosa comprensión.

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Finn desvió los ojos del ordenador portátil cuando Bonnibel entró en la habitación. Lo alivió ver que no tenía nada más que un cansancio imposible de disimular. Teniendo en cuenta la destrucción provocada por la explosión, ni siquiera era capaz de imaginar lo que podría haber ocurrido si Bonnibel hubiese estado a cinco metros del vehículo cuando explotó.

ℍ𝕠𝕟𝕠𝕣 「𝔸𝕕𝕒𝕡𝕥𝕒𝕔𝕚𝕠𝕟 𝔹𝕦𝕓𝕓𝕝𝕚𝕟𝕖♡」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora