Capítulo 3

1.6K 76 2
                                    

Si os digo que mi corazón no iba a mil por hora, os estaría mintiendo.

Dejo de mirar el Santiago Bernabéu para mirarlo a él y me encuentro con sus preciosos ojos marrones mirándome y siento que algo se remueve en mi interior.

- ¿De qué querías hablar? - Le pregunto tratando de evitar cualquier pensamiento acerca de lo guapo que está y de las mariposas que sigue provocando en mí.

- De nosotros, no podemos seguir así María.

- ¿Así cómo? Yo no voy a hacer como si nada hubiera pasado, no puedo hacerlo. - Me froto las manos por el frío que ya estaba empezando a instalarse en la ciudad madrileña.

- Me mata que ahora ni siquiera seamos capaces de mirarnos a la cara, ni de estar en la misma habitación juntos sin sentir incomodidad. 

- Mira Jude, a mí también me jode, por nosotros y por nuestros amigos, pero no sé, supongo que el tiempo hará que todo sea más fácil.

- Joder, es que te echo de menos María, no sabes cuanto; echo de menos el hablar contigo seguido, el contarnos todo... me siento vacío.

- Me duele ser tan dura pero eso es algo que deberías haber pensado antes de hacer lo que hiciste. A mí también me duele joder, claro que me duele, pero tienes que entender que no voy a hacer borrón y cuenta nueva, no cuando eso fue hace un mes y aún hay sentimientos de por medio.

- No digo que volvamos a estar juntos pero no sé, ir poco a poco retomando la buena relación que teníamos antes de estar juntos. María, - sigo frotándome las manos y él me las coge y las estrecha entre las suyas, me sorprendo ante ese acto pero no lo rechazo. - llegaste a mi vida como una casualidad y te has convertido en una persona muy importante para mí, necesito que sigas formando parte de ella, me da igual de la forma que sea. Una vez te dije que eras como una droga para mí y no mentía, la abstinencia me está matando.

No sé que iba a conseguir diciéndome esto, no deja de descolocarme cada vez que habla.

- Jude, no me puedes decir todo esto así de la nada, me parece un poco egoísta de tu parte. - Separo mis manos de las suyas y me las llevo a la cara. - Yo he sufrido, he llorado y me he venido abajo por ti, porque merecías la pena, porque nunca nadie me había tratado y cuidado como tú, la mejor persona que podría haber conocido; y ahora me sueltas esto cuando sabes lo que ha pasado entre nosotros, que necesito tiempo para superarte joder, por mi bien necesito hacerlo porque no me puedo permitir volver contigo por más que quiera, no puedo. - Me levanto del banco y me coloco delante suya mientras él no separa sus ojos de los míos. - Si quieres oír si te quiero todavía, sí Jude, te quiero, - levanto los brazos al aire - y estoy empezando a llegar a la conclusión de que siempre lo haré, pero tengo que dejarte ir, por mi estabilidad emocional y por mi salud mental y también porque, joder, tengo que pensar en mí misma, quererme más, darme a mí prioridad y no darme tanto a los demás cuando me hacen daño. - Respiro profundamente y puedo percibir por el brillo de sus ojos que estaba roto, pues ya somos dos, bienvenido al club. 

Él se levanta del banco y se coloca a mí lado. La cabeza y media que me sacaba no era nada en comparación con la distancia que había en realidad entre nosotros, entre lo que un día fuimos y lo que ahora somos. 

- Me gusta que te priorices a ti misma María, es lo que todos deberíamos hacer, aunque hay veces que merece la pena arrastrarse por alguien que lo vale todo. - Hablaba de sí mismo, con solo mirarlo podía notarlo. - Los dos sabemos que hice lo peor que podía haber hecho, y entiendo que necesites tiempo porque yo también lo hubiera necesitado e igual fui muy precipitado al querer hablar contigo, me pudieron los impulsos, así que María, aunque con la conversación hemos quedado igual que antes, solo quería decirte que... - Lo corto mientras coloco una de mis manos en su hombro.

- Poco a poco Jude. - Él cierra los ojos, suspira pesadamente y asiente. - Primero intentemos no sentirnos incómodos cada vez que estamos en un mismo sitio y después ya vendrá lo demás. - Le doy un leve apretón a su hombro y él me lo devuelve con una pequeña sonrisa. - Bueno, - digo mientras miro como el reloj de mi muñeca marcaba las doce y media pasadas. - creo que ya es hora de que me vaya. 

- Te acompaño hasta el portal.

- No Jude, no hace falta.

- Sí María, no voy a permitir que vayas sola a estas hora para tu casa, y me da igual que vivas enfrente. - Suspiro y asiento, no quería quedarme discutiendo por esta tontería mientras el frío nos comía a ambos. Cruzamos la calle y en menos de dos minutos ya estamos los dos delante de la puerta de mi edificio. Saco las llaves de mi bolso y abro el portal.

- Bueno, pues muchas gracias por acompañarme, y también espero que hayamos aclarado bien las cosas entre nosotros.

- Más claras que el agua. - Le sonrío y justo cuando estaba a punto de cerrar la puerta me dice:

- Y otra cosa María, aunque ya no seamos pareja, puedes seguir usando la camiseta con mi dorsal. - Me guiña el ojo y yo ruedo los míos.

- Buenas noches Jude. - Es mi respuesta a lo que acababa de decir; él se ríe y se da la vuelta dirección al aparcamiento para buscar su coche. Me quedo algún minuto mirándolo mientras va desapareciendo entre la poca gente que aún había a estas horas en la calle.

Subo por las escaleras, haber si así entraba un poco en calor y cuando llego a casa, nada más abrir la puerta, me encuentro con Alejandro y Sofía esperándome en la puerta. Tenían que estar de coña.

- Os hemos visto cruzar juntos y después a él irse. Tienes que contárnoslo TODO. - Sofía ni me deja cerrar la puerta cuando me coge del brazo y me arrastra al salón.

- Voy a hacer palomitas. - Dice Alejandro yéndose a la cocina corriendo. 

Exagerados. Y después la dramática soy yo.

De Madrid al cielo (2ª Temporada) ‖ Jude BellinghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora