Capítulo 8

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Me miré las manos porque no sabía por donde empezar, algo que suelo hacer cuando estoy nerviosa.

- Te dejo hacer los honores. - Le digo a Mateo mientras hago un gesto con la mano. Suspira y me mira.

- A ver María, yo no sé qué pasó o qué viste ayer por la noche para que después cogieras y me plantaras un beso; bueno, en realidad sí puedo intuir qué viste y quién fue el causante de esto. - Lo miro fijamente mientras continúa hablando. - Tampoco sé que pasa entre vosotros, no sé qué os traéis entre manos y encima que después de lo que te hizo andes detrás suya... Sinceramente no lo entiendo María, quizás deberías de bajar de la nube y centrarte en lo que tienes delante de tus narices. No es por juzgar a Jude, no lo conozco tanto como tú, pero la fama de los futbolistas es la que es y tú te mereces algo mil veces mejor. - Aparto mi mirada de su cara y miro por la ventana del salón, a través de la cual observo el casi terminado mejor estadio del mundo.

- Mateo, no sé si alguna vez estuviste enamorado pero no es fácil que esos sentimientos desaparezcan de la noche a la mañana, y menos aún cuando te tratan como si te siguieran queriendo como el primer día. - Aparto mi mirada de la ventana para centrarme en él. Se quita la sudadera y se queda en manga corta; me fijo en alguno de sus tatuajes que comienzan a sobresalir.

- Sí lo estuve María, y lo he pasado muy mal porque fue todo muy traumático, tanto que incluso he necesitado ayuda psicológica. De verdad que sé lo que se siente y por eso no me gusta verte así, arrastrándote por alguien que no te merece; no quiero que vivas lo que he vivido yo. - Nuestros ojos vuelven a encontrarse y veo un brillo especial en ellos: dolor.

- Siento mucho que hayas tenido que pasar por eso Mateo, de verdad que sí, pero lo mío con Jude no está siendo traumático, supongo que pensaba que lo tenía superado cuando no es así.

- Así es como se empieza María, y mi recomendación es, que si quieres olvidarlo y dejar que esos sentimientos desaparezcan, la distancia es la mejor opción. - Me agarra de las manos y noto como las mías, frías, se calientan con su contacto.

- Es que no quiero alejarme de él Mateo, no quiero perderlo como amigo.

- Nadie te está diciendo eso María, además, ¿hace unos meses no querías poner distancia entre tú y él? 

Suspiro y miro hacia mis pies.

- No sé ni lo que quiero.

Él me atrae hacia sí mientras me estrecha entre sus fuertes brazos; lo aprieto como si mi vida dependiera de ello. Me acaricia el pelo y me siento "protegida".

A los pocos segundos nos separamos.

- Y también te voy a dar otro consejo María, si quieres darle celos a alguien, sé más inteligente que la otra persona y no uses a gente, porque igual la persona que usas sí que siente algo y no se lo merece.

- Lo sé, lo siento de verdad Mateo, me dejé llevar y créeme que me arrepiento de que todo fuera así, no te mereces esto y no me mereces a mí, solo complico más las cosas.

- Hey, eso último sí que ni se te ocurra decirlo María; entiendo que fue un momento de debilidad, además que de los errores se aprende, solo te lo digo para que lo sepas para la próxima vez. Y quiero también que recuerdes que siempre voy a estar aquí, para lo bueno y para lo malo sobre todo. 

- Siento haberte usado Mateo. - Agacho la cabeza porque no puedo evitar sentir vergüenza.

Él me coge por la barbilla y levanta mi cabeza hasta que nuestras miradas por fin se cruzan.

- Deja de pedir perdón, ya está todo olvidado, solo quiero que dejes de hacerte daño a ti misma porque esta situación no lo merece.

No podía tener más razón.

De Madrid al cielo (2ª Temporada) ‖ Jude BellinghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora