Conexión

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— ¡Ya lo entiendo! ¡Tú nos has estado espiando todo este tiempo! Por eso se filtraron esas llamadas y fotografías. Seguro tu madre lo planeó todo. ¡Era verdad lo que decía mi padre! ¡Todas ustedes son unas malditas brujas! No permitiré que este pueblo caiga en sus manos!

El hombre furioso se tambaleó para ir hacia ella. Miorine se hizo para atrás cuando lo vio lanzar la botella. Sintió un impacto por encima de la ceja y un zumbido en los oídos. Perdió el equilibrio por un momento, pero pudo mantenerse en pie. Su instinto le gritó que corriera.

Aquella noche Miorine no supo cómo salió del pub ni hacia dónde se dirigía. Sólo pensaba en seguir huyendo. Ignoró el dolor, la desorientación y el cansancio. Siguió corriendo hasta que chocó con alguien, iba a caer de espaldas al suelo por el impacto pero la persona la tomó de los hombros y la jaló hacía sí.

—Suletta ¿qué te pasó?

Miorine se llevó la mano a la herida. Sintió la viscosidad de la sangre entre sus dedos.

— M-me...me golpeó.— Murmuró.

—¿Qué? ¿Quién?

—Me golpeó...me golpeó... n-ni si quiera mi padre...

La luz de un poste cercano alcanzaba a llegarle y pudo ver que su mano estaba llena de sangre.

Pero esa no era su mano.

¿Dónde antes había visto esa misma mano ensangrentada?

Se le doblaron las rodillas y sintió que caía al vacío. Alguien gritaba un nombre a lo lejos mientras las tinieblas la envolvían.


🦊 🦊 🦊

La alarma sonó y por instinto estiró su brazo para apagarla. Ya no le sorprendía notar que estaba durmiendo en un futón en el suelo en vez de en su cama. Lo único que pensó era que ese día le volvía a tocar ser Suletta y que tenía que prepararse para lo que fuera que le tocara hacer. Ahora que su herida en la cabeza ya había sanado, seguramente tendría que trabajar medio tiempo después de la escuela y de ahí, llegar a la casa a preparar la cena... o a intentarlo, puesto que apenas estaba aprendiendo. Sólo esperaba no tener que ver a aquella mujer que decía ser la madre de Suletta. La conversación de la vez anterior había sido un desastre y no deseaba repetir algo así.

Se incorporó y quedó un rato sentada mientras se desperezaba. Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, ya estaba bajando la temperatura en esos lugares. Quizá sería prudente llevar un suéter a la escuela... ¿Qué día era? ¿Le tocaba ir a la escuela? Sentía demasiado sueño como para pensar, aquello le extrañaba, normalmente estaba llena de energía cuando despertaba en el cuerpo de Suletta, pero esta vez se encontraba desvelada por alguna razón. Se levantó con mucho trabajo y decidió ir al baño a lavarse la cara.

El contacto con el agua fría le ayudó a estar un poco más despierta. Alzó la vista y notó el rostro de Suletta reflejado en el espejo de arriba del lavabo. Miorine lo observó bien, fuera de que los ojos estaban algo hinchados por la falta de sueño, no presentaba un mal semblante. Decidió arreglarse el cabello. Los mechones rojizos eran suaves al tacto y lucían brillantes, Miorine hizo a un lado el cabello que cubría la frente de Suletta. Justo en el lado derecho, arriba de la ceja, se encontraba una cicatriz, la chica la examinó con detenimiento. Afortunadamente no era muy grande y prácticamente la herida ya había sanado. Agradeció que no hubiera pasado a mayores, habría sido terrible si Suletta se hubiera lastimado gravemente aquella vez del botellazo.

Notó que se había quedado viendo al espejo por más tiempo del necesario. Pensó que algo había cambiado en el semblante de la pelirroja comparado con la primera vez que la vio, tal vez había crecido o quizá era que ya no le causaba extrañeza verla, sea como fuera, a Miorine le pareció notar una mejora en la chica. Suletta tenía bonitas facciones después de todo. El brillo en sus ojos verdeazules, el cabello rojo y el color de su piel le daban un atractivo especial. Además era alta y todavía le faltaba más por crecer. Mio pensó que Suletta llegaría a ser muy atractiva para cuando entrara en la preparatoria.

Más allá del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora