4. Hacia el Norte

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La voz desconocida colgó el teléfono. Quién no arriesga.. ni gana ni pierde. ¿Podria ganar algo siguiendo las órdenes de ese chico? No se.. lo que sí tenía claro, era que no tenía nada que perder. Todo el mundo había muerto: mis amigos, mis padres, mi familia..

Estaba sola en este mundo, y en lo único que pensaba, era en aquel pueblo pequeño, cuyo destino estaba marcado en el mapa. ¿Y si era verdad que allí había gente? No podia perder mas tiempo.. tenía que averiguarlo.

-Buli, es hora de irnos - cogí su correa - vamos a hacer un largo paseo.

Antesde salir a la calle de nuevo, me acordé de algo que me dijo ese hombre. Mis padres.. sí, eso que dijo de que habían muerto sin ninguna marca que lo aprobara. Fui a comprobarlo, y exactamente, nada podía explicar el porqué de su fallecimiento. Cogí una serie de cosas: el móvil, ya que si todo esto era verdad, recibiría mensajes de esa gente, el mapa, tres botes de coca cola que quedaban en la nevera, cogí toda la comida en lata que encontré, mas todo el dulce que venia empaquetado. No pensé, que si todo el mundo habia muerto.. podría robar de todo en cualquier sitio, pero ante la duda, me llevé mi mochila de adidas llena de cosas que podrian servirme. 

Una vez preparada, respiré y abrí de nuevo la puerta. Buli salió corriendo, pero algo le hizo retroceder, supongo que sería el olor que desprenden todos esos cuerpos..

Una discusión entre mi madre y yo, la cual se repetía a diário, era la correa. Yo veía a Buli demasiado inteligente como para escaparse, en cambio mi madre decía que podía hacerlo en cualquier momento. Era el momento de tomar mis propias decisiones, y llevar a Buli con la correa era algo que me haría perder tiempo durante el trayecto. La lanzé encima del sofá y cerré la puerta con llave. ¿Soy tonta? ¿Quién va a entrar? ¿El aire?

Buli no se apartaba de mi lado, estaba pegado como un chicle.

-¿Quién nos iba a decir que seriamos los únicos supervivientes pequeño? - le dije acariciándole el lomo, era un gesto que le transmitía tranquilidad.

Un momento, en ese instante algo pasó por mi cabeza, y claro.. soy un poco tonta. Me quedé quieta, sin moverme. ¿Hacia dónde tenía que andar? Yo ya iba a mi puta bola, como he hecho siempre. Me senté en el bordillo de la acera en la cual me encontraba. Saqué mi mochila, y busqué por dentro de ella hasta dar con el mapa. Mierda, parezco Dora la exploradora. En fin, vamos a lo que vamos, encontré el mapa mientras me acordaba de la canción de esos malditos dibujos. No pude evitar soltar una sonrisita. Miré la dirección de ese maldito pueblo que me estaba poniendo de los nervios. Debo ir al norte.

-Vamos Buli, la dirección es por allí - señalé una calle, ya ni conocia mi pueblo - deja eso! No cojas cosas del suelo cochino.

Los dos emprendimos la dirección, echaba de menos la voz del GPS que dijera ''Ha llegado a su destino''. Anduve unos 100 metros, cuándo de repente, sonó una musiquita. Era mi móvil, me habían enviado un mensaje.

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