Aquí empezó

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Reino rojo.

— Espero que se sienta cómodo rey Seokjin, esperemos que la reunión de mañana no se prolongue.— el rey Julya le presentaba la habitación de huéspedes en dónde Jin se alojaría. Su pequeña hermana ya estaba ubicada y su comandante protegiendo dicha habitación.

Ambos reinos tenían una buena relación. Ciertamente el padre de Seokjin fue el mejor amigo de Julya antes de su muerte en aquel enfrentamiento entre sus reinos y los rebeldes. Ese día, con tan solo 13 años, Seokjin perdió a su padre y a su madre. Aquello hizo que la mano del rey asumiera el mando hasta que él tuviera la mayoría de edad. En aquella batalla quedaron muchas incógnitas, sobre todo para Jin quien en el fondo de su corazón culpaba a Julya por su pérdida, sin embargo, no los odiaba, sabía que su padre cometió errores que lo llevaron a la muerte.

Su amistad con Jungkook era entrañable, cuando eran pequeños jugaban con espadas y con sus lobos. Casi como hermanos. Por ello esa cercanía no se desvanecía.

Seokjin sonrió genuinamente — Estoy bien majestad, por favor descanse a sido un largo día.

Fue así como Julya se retiró y Jin quedó solo. Pensó en las palabras del azabache... El Omega hermano de Eunwoo, ¿Por qué no había escuchado de él? Acto seguido escuchó su puerta ser golpeada tres veces, ya conocía eso sonido. — Entra.

Jisoo entró con su almohada y sin dedicar una palabra se acostó en la gran cama de su hermano. — Creí que querías tu propio cuarto.

Sin abrir los ojos ella contestó. — Si nos vamos a quedar mucho, has que cambien mi habitación. Se escucha a alguien llorando...

Seokjin frunció el seño y se levantó. — Ya vuelvo. — al salir de cruzó con Lucas, pidiéndole que se quede ahí.

Caminó bastante, el cuarto que le dieron a Jisoo estaba un tanto alejado ya que seguramente no juntaban las habitaciones de los omegas. Y definitivamente oyó berrinches, y ¿Gemidos?

Luego entendió todo y quiso alejarse lo más rápido que pudo. Pero. — ¿Se le perdió algo rey Seokjin?

El castaño volteó la vista hasta esa voz profunda y se asombró al ver al comandante Namjoon de pie en la obscuridad. — N-no solo creí que...es decir...mmm. Olvídalo, lo lamento, no intentaba husmear, solo Jisoo me informó sobre unos ruidos y me atreví. Me disculpo.

Nam levantó la comisura de sus labios, en una breve sonrisa. — Se siente raro que me trates de esa forma. Me hablas, pero no me miras. — ahí el beta levantó la mirada.

— No es intencional, lo sabes.

— ¿Cómo estás?

— Bien gracias, debo dormir. Adiós.

Nam se apuró y lo tomó del brazo. — Si viniste para pedir la mano del príncipe Jimin puedes olvidarte de eso, él no...

Jin se soltó fuertemente. — No lo haré y si lo hiciera no es tu problema comandante. Con permiso.

Namjoon lo vió irse y bufó enojado por perder los estribos. Desde pequeños siempre fue así. Solo con él.









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Habían pasado cuatro días desde su encierro, tres de los cuales sufrió mucho. Ahora ya se sentía mejor. Un poco hambriento y desorientado, pero mejor. Su aroma seguía siendo un tanto más fuerte, pero nada que no pudiera controlar.

— Ya no quiero estar encerrado, necesito sol, caminar, aire fresco.

Jimin viró los ojos. — Bien, pero le diré a Yoon que esté detrás de ti como perro, aunque dudo mucho que haga falta decirle...

El Omega del rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora