Capitulo 8: Dulce

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¿Cuál es el sentido de vivir si no cedes a los placeres que te rodean?

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¿Cuál es el sentido de vivir si no cedes a los placeres que te rodean?

Alessandro:


Entre abrí los ojos debido a la luz que se colaba de alguna ventana, todo se movía a mi al rededor, haciéndome incapaz de enfocar cualquier cosa que me diera un indicio de mi paradero. El cuerpo lo sentía sumamente tenso y adolorido, como si me hubieran golpeado entre treinta cabrones. Miré el entorno completamente desconocido, nada a mi alrededor me resultaba familiar, preocupándome.

Miré a mi costado izquierdo y en el piso, a un lado de donde estaba acostado, había una especie de sillón afelpado, donde pude distinguir el cuerpo semidesnudo de una mujer piel canela clara, enredada en un cobertor blanco. Llevaba una playera overzise negra pero esta se había alzado ligeramente dejando a la vista su esbelto abdomen y su pequeña ropa interior de color negro. Su espeso cabello castaño estaba sobre su rostro, por lo que era imposible distinguirle.
Intenté levantarme, pero al instante  recibí una dolorosa punzada en la cabeza haciendome soltar un gemido de dolor, creí que me explotaría en cualquier instante. Mi cuerpo me exigía seguir durmiendo y finalmente me rendí a sus deseos, cayendo dormido nuevamente.

Un suave aroma a cerezas dulces inundó mi nariz, haciéndome sonreir adormilado, el olor era simplemente exquisito, pero nada familiar.
Mis ojos se abrieron de golpe y como si tuviera un resorte en la espalda me senté con brusquedad, provocándome un ligero mareo. Tallé mis ojos con fuerza y al abrirlos no pude sentirme más confundido.

¿Dónde carajos me encontraba?

La adrenalina me recorrio el cuerpo con velocidad, mientras imágenes aleatorias de la noche anterior me golpeaban la mente, aunque ninguna me otorgaba recuerdos de dónde estaba, con quién y como había llegado aquí.

La pelea con Margaret, tomar sin control, conducir a quien sabe dónde, cenar algo que tenía picante y bañarme en un lugar desconocido.

Por más que me esforzaba, no obtenía reminiscencias de la noche anterior, frustrandome.

Un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo y fue cuando observé mi torso desnudo, mi cuerpo solo era cubierto por un pantalón de pijama que claramente no era mío, tampoco tenía puesto mis boxers.

Figlio di puttana...
(la puta madre)

El cuarto en el que me encontraba tenía vibras totalmente femeninas, era realmente bonito.
La cama estaba cubierta con sabanas rosa palo y se encontraba enmedio de la habitación, las paredes eran de color beige; del lado izquierdo de la habitación había una increíble ventana cerrada que iba del techo al piso, las cortinas eran de satín rosa como la cama y la tela más gruesa de un color beige combinando con la pared. Inmediatamente a lado había un enorme espejo empotrado a la pared con forma de medio circulo, que terminaba junto con la pared, enfrente de este, un tocador blanco con dos floreros y a juego un sillón rosa individual.
Frente a la cama otro mueble con la enorme pantalla y una puerta blanca.

Dulce pecado...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora