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Have I known you 20 seconds or 20 years?
Can I go where you go?
Can we always be this close forever and ever?
Lover - Taylor Swift



Pedro no pudo resistir llegar al camerino para besar a Delilah. En el pasillo detrás de cámaras, él la tomó de la cintura y apoyó contra la pared.

La besó con deseo, desesperación, anhelo, y cualquier otro sentimiento que se le pareciera.

—Podrían vernos... —dijo la chica entre besos.

—Que nos vean —respondió, sin dejar de besarla—. No me importa. Que todos se enteren que Delilah Flores me tiene bajo su hechizo...

—Ahora soy una bruja —susurró en tono divertido mientras el hombre plantaba sus labios en el mentón y cuello de la chica.

—Estoy seguro de que lo eres —se detuvo para admirarla. Su cabello castaño y peinado en ondas estaba ahora un poco desordenado debido al calor del momento. Sus mejillas y nariz estaban coloradas, y su boca estaba entreabierta para respirar. Con cierta rudeza debido a su euforia por hacerla suya una vez más, acarició el rostro de ella—, porque no hay otra explicación para este sentimiento tan fuerte que experimento gracias a ti —colocó la mano de ella en el pecho de él, haciendo que la chica sintiera los fuertes y rítmicos latidos—. Jamás me había sentido tan vivo, Delilah... Y ni siquiera estoy despierto —rió.

—Ni yo —respondió anonadada.

Sin apartarse de la pared, la chica se deslizó hasta la puerta del camerino. Pedro continuaba besándola.

No podían detenerse.

Una vez que la chica encontró la cerradura de la puerta, la giró. Ambos tropezaron, pero pudieron estabilizarse a tiempo. Rieron sutilmente, y el hombre cerró la puerta con seguro. Dio un rápido vistazo a su alrededor, deteniendo sus mirada en la mesa de comida.

—Ven aquí—extendió su mano hacia Delilah, y ella la tomó. Con torpeza, la guió hasta la mesa. Dejó caer gran parte de las cosas sobre la mesa con su mano libre en un movimiento brusco, tomó a la chica de la cintura y la sentó sobre la madera.

Ella tomó el rostro del hombre con firmeza y acercó sus labios a los de él. Lo besaba con feracidad, casi mordiéndolo.

Estaba hambrienta de él.

Pedro, quien amaba esa faceta de la chica, sintió cómo su miembro apretaba en su pantalón. Debido a la cercanía, Delilah lo sintió endurecerse en la entrada de su cavidad aún cubierta de tela de su ropa interior. Soltó un gemido entre besos melosos y desenfrenados, y no pudo evitar bajar su mano por el cuello, pecho, y vientre del hombre hasta detenerse en su miembro para masajear abriendo y cerrando su mano. Pedro soltó un ronco gemido.

—¿Te gusta sentir lo duro que se pone cuando me besas, chica traviesa? —ladeó una sonrisa y lamió sus labios al verla con expresión deseosa. Ella asintió, y él chasqueó su lengua un par de veces a su vez que negaba con la cabeza—. Tienes que hablarme —ordenó.

—Sí —respondió entre jadeos con voz aguda, sin soltar el miembro del hombre que cada vez se endurecía más—. Me gusta... —lo miró de abajo hacia arriba, notando el fornido y sudoroso pecho de él subir y bajar— ver y percibir lo que genero en ti, Pedro.

Con una mano, el hombre la tomó del cabello con firmeza pero sin lastimarla. Compartieron miradas y respiraciones agitadas.

—¿Y qué hay de ti? —preguntó Pedro—. ¿Qué genero en ti?

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